Capítulo 9

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Me despierto pesadamente mirando hacia mi izquierda, donde tengo el espejo de cuerpo y me quedo unos segundos observándome sin ninguna expresión hasta que al final me río de mí misma.
Qué miedo doy por las mañanas.

Hago la rutina de todas las mañanas y cuando llego al instituto me extraño al no encontrar a Jesús en la entrada, así que voy hacia clase cuando alguien me para.

- Nos han conseguido entradas para la discoteca de en frente de mi casa el viernes, ¿te apuntas? - pregunta Carla y ruedo los ojos.

¿Hace dos días que tuvimos una y ya está pensando en otra?

- No sé, ya me lo pensaré.

- Vale, pero si vienes traete a Jesús. - me sonríe pícara e intento no ponerle cara de asco.

Estoy empezando a pensar que sólo me quiere por Jesús.

Me siento en mi mesa y al par de minutos llega el moreno de ojos café.

- Lo siento, me he quedado dormido. - dice y puedo notar el cansancio en su voz.

- Tranquilo. - sonrío. - Oye... ¿te puedes creer que Carla me acaba de decir de ir a otra fiesta el viernes y que te lleve conmigo?

Éste pone cara de haber visto un fantasma.

- Ni loco, mi subconsciente y yo hemos decidido en no volver a verte con esos pelos de recién levantada. - bromea y abro la boca intentando parecer ofendida dándole un pequeño golpe en el hombro.

- ¿perdona? ¿es que quieres morir joven o qué? - pregunto indignada.

- Joder, tú no te tomas bien las bromas, ¿eh?

- Es que ya es bullying esto que me haces, Jesús.

Se ríe y acabo riéndome yo también.

- Ahora enserio, acabamos de tener una fiesta, será mejor que yo al menos descanse un poco de desmadre.

- Veo que al fin me entiendes, ¿eh? ¿ves lo que te decía de que para ellas, fiesta son todos los días?

- Tienes razón. - suspira y le sale una sonrisa demasiado tierna.

- Yo siempre la tengo, nene.

Cuando llego a casa, mi madre ya ha comido y está tumbada en el sofá descansando.

- Meghan. - me llama mi madre mientras cojo mi plato con la comida y le miro, indicándole que hable. - Esta tarde voy a ir a ver a tu padre, ¿qui...quieres venir?

Me tenso sólo de oír esa palabra prohibida para mí.

- Sabes que no, mamá. No pienso ir a verle.

- Hija... Ya sé que lo que hizo estuvo mal, pero todo el mundo comete errores.

Hago un esfuerzo por no llorar.

- ¡he dicho que no quiero verle! - grito y me relajo un poco: - por favor, mamá, no me fuerces. Aún no estoy preparada.

- Está bien, cariño...

Ninguna de las dos vuelve a hablar y cuando acabo de comer, le hablo a Jesús para preguntarle si quiere venir a mi casa a hacer los deberes, a lo que él acepta sin problema alguno.

Cuando son las 17:00, Jesús ya está viniendo aquí con el timbre que le he dado.

Narra Jesús.

Toco al timbre que me ha dicho Meghan y espero a que conteste.

- ¿quién? - suena una voz que parece de una señora mayor.

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