CAPÍTULO 2 "CONSECUENCIAS"

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Decir que Harry se sentía ridículo de estar sentado en medio de aquellos dos alfas de trajes costosos, vistiendo únicamente un bóxer rojo, era decir muy poco. ¿Por qué había elegido el bóxer rojo esa mañana? No lo sabía, pero lo lamentaba. Tampoco era como si tuviera una gran variedad para elegir después de todo. La ropa era demasiado costosa y a él, el dinero no le sobraba.

Liam por el contrario, parecía extrañamente cómodo en aquella situación. Con los ojos cerrados, como mecido por los lentos ronroneos del vehículo en movimiento, fingiendo estar dormido con la cabeza echada atrás, recargada en el respaldo del asiento de aquel coche que los había interceptado en la carretera.

Los hombres de Goliat no habían esperado siquiera a que ellos llegaran al centro de la ciudad por sus propios medios. Eso por un lado lo agradecían. Habían aparecido en medio de la nada en aquella enorme camioneta y los habían invitado amablemente a abordar. Sospechoso, si se lo preguntaban a cualquiera de los dos. La pregunta era ¿Cómo se habían enterado tan rápido de lo que había sucedido? Los chismes vuelan y no les quedaba duda de eso.

Una hora después, la camioneta se estacionó frente a una enorme bodega abandonada en el centro de la ciudad y en palabras de Liam, aquello no podía significar nada bueno. El edificio desde donde Goliat y sus hombres operaban la red de tráfico de drogas y armamento, quedaba muy lejos de ese lugar a donde los habían llevado.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —Harry tembló de frio cuando por fin se encontraron afuera del vehículo y sus pies descalzos pisaron el suelo helado frente aquella enorme construcción de concreto. No obtuvo ninguna respuesta. Su mirada se cruzó con la de su mejor amigo por unos segundos, antes de ser empujado de forma brusca por uno de los alfas que los custodiaban ¿Cómo se llamaba aquel asqueroso animal? No lo recordaba y no le parecía importante hacerlo, en todo caso.

La única puerta visible del edificio se abrió para ellos. Detrás, un total de dos alfas más y tres betas, esperaban con fusiles de asalto en sus manos y con ligeras sonrisas de burla en sus rostros.

Los hicieron caminar por pasillos largos y vacíos, impregnados de ese aroma a humedad que se colaba por la nariz y calaba en la garganta.

Para esas horas de la mañana, Harry sentía que ya no podía mantenerse en pie. Todos los golpes de su cuerpo se habían enfriado y el dolor de las heridas estaba haciéndose sentir. Su mano izquierda estaba inflamada y amoratada. Su dedo fracturado, a pesar de que había intentado acomodarlo, estaba apuntando ligeramente hacia arriba en un ángulo anatómicamente extraño. Si aflojaba el cuerpo tan solo un poco, terminaría cayendo de rodillas en el piso.

Liam no se veía mejor. Sostenía su brazo izquierdo con el derecho y la sangre que escurría por su frente, había terminado secándose a la altura de su mentón.

Llegaron a una habitación vacía no muy grande, de cuyo techo colgaban 4 gruesas cadenas de hierro. Todos los sentidos de alerta en Harry fueron encendidos, cuando pudo ver la ligera inclinación en el piso que terminaba en un pequeño resumidero en el centro.

Iban a matarlos.

Iban a matarlos y después lavarían toda la sangre.

De forma inevitable, la habitación empezó a llenarse lentamente del olor de la angustia y el arrepentimiento. Harry no tenía miedo por él, pero Liam no tendría porque estar metido en todo aquello, si él no hubiera insistido tanto en que lo acompañara.

Un par de alfas grandes, que no eran los mismos que los habían transportado, los adentraron a la habitación a base de empujones. Harry tuvo que tragarse toda su rabia al escuchar el fuerte gruñido de dolor de Liam, cuando fue sometido y obligado a levantar los brazos antes de ser encadenado al techo. Su hombro dislocado había terminado nuevamente fuera de su lugar.

ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora