CAPÍTULO 10 "HEREJÍA"

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"Los que aprueban una opinión, la llaman opinión; pero los que la desaprueban, la llaman herejía"

-Thomas Hobbes

"Y aun si mi hijo fuera hereje, yo mismo traería la leña para quemarle"

-Rey Felipe II

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Era la misma persona, pero esta vez aquel omega parecía mucho más pequeño y vulnerable que la ultima vez que lo había sostenido entre sus brazos. Parecía capaz de escurrirse entre sus dedos como líquido.

Una vez más Harry había terminado acudiendo a ese silencioso llamado. A esa sensación irrefrenable de proteger, de contener, de sostenerlo en sus brazos y arrullarlo. Esa voz en su mente había penetrado en cada uno de sus rincones y lo hizo sentir una necesidad visceral que había logrado enloquecerlo.

Ni siquiera tuvo tiempo de cuestionarse que era lo que estaba sucediendo y es que en realidad no importaba. No necesitaba saber nada mas allá de lo que sus ojos estaban viendo. Ese omega, ese que se sentía tan suyo aunque él no lo hubiese siquiera reclamado, ese que le helaba la sangre con tan solo respirar, estaba siendo dañado.

Entrar en aquel gimnasio y encontrarlo siendo sometido, con el cuerpo ensangrentado, reducido y temblando como una hoja; había provocado que una sola palabra atravesara su mente. Una sola orden de aquella bestia que se alojaba en su interior, y Harry no había tenido posibilidad alguna para negarse. No quería negarse.

«Destrózalos»

Sintió sus colmillos agrandándose. Cada uno de sus músculos funcionando como una perfecta máquina. Dio una larga inspiración y pudo percibir aquel tenue olor que lo había obsesionado desde la primera vez. Pero había algo más en el aire. Había algo amargo que le calaba en la garganta y bajaba hasta su estomago haciéndolo sentir nauseas.

El omega estaba aterrado. Louis estaba tan devastado y roto en un millón de pedazos, que Harry se sentía con la obligación de levantar y unir cada una de sus piezas.

La sangre en las venas del alfa empezó a correr como ríos de lava cuando lo observó desplomándose en el piso. Su respiración salía de sus fosas nasales en forma de resoplidos animales. Harry no era una persona en ese momento. Era una bestia.

Y como una bestia se había comportado.

No detuvo sus puños hasta que en aquel lugar no se escuchaban más que tenues quejidos de dolor. Ya ni siquiera había suplicas. Porque vaya que habían suplicado. Por supuesto que los había hecho suplicar por piedad; sin embargo él no se había detenido.

Cuando la racionalidad regresó a él, Harry observó sus puños manchados de sangre y los cuerpos casi inertes de esos tres alfas que habían intentado llevarse a ese pequeño omega que clamaba por su ayuda. A su Louis. Que extraño sonaba decirlo y que correcto también.

«Es mi omega... tenía que protegerlo»

Sintió la necesidad de justificarse a si mismo por haber actuado de aquella manera tan animal. Pero se trataba de su omega ¿cierto?

No. No lo era.

Louis no era su omega, no le pertenecía. No había una marca en su cuello que indicara que lo había reclamado. Pero desde ese primer llamado se sentía como si lo fuese. Y Harry detestaba aquella sensación de pertenencia más que cualquier otra cosa. Él no quería un omega, nunca lo había querido y no lo necesitaba tampoco. No quería esa sensación en su pecho quemándolo por dentro. No quería esa ansiedad por tocarlo, por sentir su piel. No quería volver a respirar deseando sentir ese olor dulce, ansiando llenar con la esencia de ese muchacho, cada espacio en él, cada lugar que siempre estuvo vacío.

ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora