CAPÍTULO 11 "EL PEOR ALFA"

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"A veces sentimos que lo que hacemos es solo una gota en el mar, pero el mar sería menos, si le faltara una gota"

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Louis no podía dejar de jadear y era completamente consciente de su cuerpo estremeciéndose con cada roce de la piel de aquel alfa. Sus pequeñas manos estaban aferradas a la espalda de Harry, pensar en soltarse era casi imposible, tan imposible como tener la certeza de que caería en un enorme pozo sin final. Sus dedos estaban entrelazados como una fuerte cadena. El toque ajeno estaba siendo tan sutil, que el omega realmente se sentía agradecido por eso. No hubiese sido capaz de aguantar un movimiento brusco, no en las condiciones en las que se encontraba. Su cuerpo estaba adolorido, tembloroso y tenía las piernas débiles. Afortunadamente las enormes manos del rizado, lo sostenían firmemente, aferrándose a su cintura.

—Es que yo no... —balbuceó el omega, sin saber siquiera lo que quería decir ¿había algo que decir? Tantos pensamientos agolpándose en su mente, subiendo como bruma espesa, dejándolo ciego. Los latidos del corazón ajeno, su olor a lluvia y madera, su aliento caliente rozándole la piel del cuello, era lo único que mantenía a Louis anclado a tierra.

No podía hablar, era poco menos que un muñeco de trapo, completamente maleable y dócil. El rostro de Harry continuaba hurgando entre sus cabellos y en el espacio de su cuello, olfateando casi con desespero. La sensación le daba un millón de pequeñas descargas eléctricas por todo el cuerpo. Y no podía negar, que no había nada desagradable en aquella sensación.

—¿Por qué...? —preguntó el alfa, atragantándose un poco con su propia saliva. Palabras entrecortadas y jadeos erráticos escapaban por sus labios húmedos y temblorosos—. ¿Por qué tu olor es tan tenue? —cuestionó. La voz de Harry era casi un quejido lastimoso. Había un gruñido exigente formándose en el centro de su pecho. Desde la primera vez que había visto a Louis, incluso si no había llamado su atención de forma particular, el olor tan suave y casi imperceptible que desprendía su piel, lo había vuelto loco. Pero ahora, sentía la necesidad de llenarse por completo de él, de empapar cada uno de sus rincones, con aquel aroma a libertad y aborrecía el hecho de no poder hacerlo.

Necesitaba mas... necesitaba su sabor en los labios.

Louis sintió un lametón en su cuello y la sensación fue casi demasiado intensa para soportarla. La lengua suave y cálida del alfa, deslizándose por su piel, lenta y tortuosamente. Sus piernas no pudieron sostenerlo, se deslizó de los brazos de Harry y cayó de rodillas sentado en la parte posterior de sus propias piernas. Lánguido y sin fuerzas.

—Tu... tu olor... —gimoteó el omega, con los ojos cerrados y sintiéndose mareado. Podía percibir la ansiedad en el olor de Harry. Era un aroma fuerte y denso que lo envolvía como una manta suave y cálida y a la vez, como pequeñas gotitas de lluvia fresca, en medio de un frondoso bosque. No le molestaba, por supuesto que no, pero era una sensación tan ajena, que no tenía idea como debía sentirse.

El alfa se había apresurado a sostenerlo cuando lo vio caer, tan ligero como una pluma deslizándose en el viento, como una pequeña hojita escapándose de la copa de un árbol. Se sentó de golpe en la cama, haciéndolo rebotar sobre el colchón. Acunó las mejillas del omega, quien mantenía la mirada fija en sus propias manos y lo obligó a levantar el rostro. Louis ya no estaba aferrándose al cuerpo contrario y la ausencia de su toque se sentía como heridas abiertas en la piel del alfa de ojos verdes y ansiosos. Absolutamente necesitado.

—¿Te molesta? ¿Mi... mi olor te molesta? —Harry odió la vulnerabilidad en su voz, la forma en que pronunció aquellas palabras con un temor palpable. No había algo peor para un alfa, que saberse rechazado por un omega al que sentía como propio. En ese momento Louis se sentía completamente suyo. Su piel, su olor, su cabello. Todo le pertenecía, como parte de su propia piel. Dio una fuerte respiración y los suaves toques de lavanda, inundaron cada uno de sus sentidos. Pero no era suficiente. No era malditamente suficiente. Se separó solo un poco para poder mirar a Louis a los ojos. El intenso brillo azul, casi logra enceguecerlo—. Si te molesta puedes decírmelo... yo...

ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora