ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)

CAPÍTULO 15 "VIOLENCIA"

"Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia"

Génesis 6:11

"Prepara una cadena, porque la tierra está llena de crímenes sangrientos y la ciudad está llena de violencia"

Ezequiel 7:23

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Los muros de concreto parecían temblar ante aquellas sólidas pisadas. La habitación usada como oficina, iba llenándose poco a poco con el olor amargo de la rabia. Con la necesidad contenida de destrozar, de hacer pedazos... De desangrar.

Habían bastado tan solo un par de días para que todo por lo que se había esforzado tantos años, se viniera abajo. En un abrir y cerrar de ojos, Mark se había quedado sin su hijo. Y más importante aún, al menos para él, se había quedado sin su dignidad.

El asqueroso bastardo que desgraciadamente llevaba su misma sangre, se había encargado de pisotear su orgullo, de enlodar su apellido, de poner en entredicho el buen nombre de su familia ante la Asamblea. No importaba si aún no se enteraban, lo harían y si de algo estaba seguro Mark, era que no le iba a alcanzar la vida para arrepentirse y para pagar con la sangre de ese que ahora se hacía llamar "su alfa".

Louis lo había traicionado de la peor manera. Como un perro que muerde la mano de la persona que lo ha alimentado por años.

Su propio hijo había decidido aliarse con sus más acérrimos enemigos y por esa falta, también lo iba a hacer derramar lágrimas de sangre. Los había llevado a su propio recinto, al único lugar en aquella ciudad, en el que Mark ejercía su control absoluto más allá de la Asamblea. El padre de Louis no había podido hacer nada en ese momento y se había tenido que tragar toda su ira; como una serpiente bebiendo de su propio veneno.

No le quedaba claro si los gemelos Weiss habían pecado de arrogantes o de idiotas. Una jugada inteligente... o la mayor estupidez que se les hubiese ocurrido hacer. Se habían aparecido en el único lugar en el que Mark no esperaba encontrarlos y él tenía algo claro; debían tener rodeado por completo todo el laberinto de túneles. No podía atacarlos, al menos no en ese momento. Probablemente sería mejor endulzarse la mano y dejarlos comer. Esperaría a que bajaran la guardia y entonces si iría directo a la yugular.

Esas escorias se habían metido a su propia casa, como ratas. Y como tales iban a ser tratados.

—¡Soy el único en este maldito lugar que tiene derecho a estar furioso!

Las palmas de las manos de Mark, se habían estrellado con fuerza, contra la madera de aquel viejo escritorio, en el momento en el que sintió el aroma intenso de la posesividad y los celos, emanando del hombre de pie frente a él. Aquel no era un secreto bien guardado, sabía perfectamente lo que Pietro sentía por su hijo y aunque ese alfa podía ser considerado su hombre más fiel y de más confianza, no podía dejar de sentirse asqueado con el pensamiento de su hijo y...

—Lo siento, señor. Yo solo...

—¡Tú nada! ¡Nada, maldita sea! No pienses que puedes engañarme, Pietro. Se perfectamente que siempre has estado tras las faldas de mi hijo, arrastrándote por un poco de su atención ¡Eres repugnante!

El alfa tragó saliva esperando poder llevarse consigo aquel amargo sabor. Apretó los puños y bajó la mirada, como siempre. Sabía que tenía que quedarse callado si quería mantener su cabeza pegada a los hombros. Lo único que Mark siempre le había advertido, era que no se acercara a Louis más de lo estrictamente necesario para asuntos de trabajo. A Pietro siempre le había parecido casi imposible. Louis no había estado ni siquiera cerca de tener algo que ver con él, aun así, el aroma agrio de los celos, se desprendía por cada uno de los costados de aquel alfa, que sentía sus colmillos salivando.