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Un año después. Viernes.

—Tu café, Alonsito.—lo coloqué en la mesa.

—Gracias Zoe.—me dio una sonrisa y le tomó un sorbo.—¿Aun tardas?

Cheque él reloj de pared que se encontraba detrás de mi; 7:00 p.m.

—Una hora más.—moví mi cabeza de una lado a otro, me sentía muy cansada. Ayer me había desvelado toda la noche estudiando.

—¿Te parece si te espero?.—asentí y me fui para atender otras mesas.

Desde aquella vez que Alonso me llevo de regreso a casa, nos hemos vuelto, por así decirlo, inseparables, ahora somos mejores amigos, la verdad Alonso resultó siendo un chico demasiado agradable.

Él me mantenía al tanto de como se encontraba Jos, y entre él y yo nos dedicábamos a promocionarlo acá.
Era una tarea algo dura; al salir yo de la universidad nos íbamos a las estaciones de radio, antes de entrar al trabajo. Y si no era a las estaciones de radio nos pasábamos él rato repartiendo propaganda, o llamando a distintos lugares.

Jos había logrado firmar con una importante disquera, y a pesar de que su musica sería en español, tuvo que quedarse en Estados Unidos para toda la producción de su álbum debut. Y vaya que este año se me ha hecho difícil, lo extrañaba mucho, pero a la vez estaba muy feliz por que estaba logrando lo él mas deseaba.

—Zoe, ven aquí.—llamó Gerardo, el jefe. Tenía unos 60 años, era un viejito muy tierno, como un abuelito. Él terminaba de darle ese toque de hogar rustico a la cafetería, por eso era tan popular él lugar.

—Disculpen, ahora vuelvo por su orden.—le sonreí a la pareja.

Fui directo con él a la pequeña cocina que había, donde se preparaban los postres y las pequeñas comidas que se daban.

—¿Que pasó?—tomé una servilleta y limpie la pequeña cantidad de sudor que tenia en mi cara.

—Ya puedes irte Zoe, veo que te esta esperando él joven que viene aquí todos los días.—me miró pícaro, refiriéndose a Alonso. Reí.

—Pero Gerardo, no es lo que piensas.

—No quiero que te quedes solterona muchacha.—Volví a reír, pero no me opuse mas, si eso significaba retirarme antes de tiempo.

—Tu ganas. La verdad te lo agradezco, he tenido una semana pesada.—lo abracé rápido.

—Te veo él lunes, suerte.—me dio unas palmaditas en él hombro.

Le hice una señal a Alonso de que me esperara afuera.
Me quité él pequeño overol que traía en la cintura, era lo mejor, no teníamos un uniforme. Me puse mi sudadera y tomé mi pequeña mochila.

Me despedí de todos, deseándoles una buena noche y salí. Alonso me esperaba recargado en su coche.

—¿Lista?.—asentí y me subí al copiloto.

—Gracias.—me miro confundido cuando entró.—Si no fuera por ti, Gerardo no me hubiera dejo salir antes. Piensa que me estas pretendiendo.

Reímos ambos.—En ese caso, de nada.

Al cabo de una media hora de camino, note algo raro.

—¿A donde vamos Alonso? Este no es él camino a mi casa.

—¿Recuerdas que él miércoles fue mi cumpleaños?—asentí.—Bueno, no hice una fiesta por que sabía que estarías ocupada con lo de tu escuela y tu trabajo. Pero la pospuse para hoy. Aunque claro, si no quieres ir te entiendo perfectamente.

fame ; j.c [ cancelada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora