Capítulo 8

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Marzo, 2014.

—Miren quién llegó —dijo Gabriel –un compañero de Alonso– cuando me vio llegar. Alonso me miró sonriendo y se acercó.

—Hola —dijo.

—Hola —respondí con una gran sonrisa.

—¡Ya bésala! —gritó otro compañero de Alonso, reí.

Alonso me tomó la mano y me llevó a las gradas. Dejó su casco sobre el asiento antes de secarse el sudor con una toalla y besarme, correspondí gustosa.

—Estaba aburrida y quería verte, pero recordé que estabas entrenando para el juego de mañana, así que aquí estoy —expliqué abrazándolo, amaba los abrazos de Alonso. No me importaba que estuviera sudado.

—Que bueno que viniste, me darás suerte —sonreí.

—¡Villalpando! —un hombre, debo suponer es el entrenador lo llamó.

—Debo entrenar —dijo poniéndose de pie.

—Te espero.

*

—Nos vemos mañana —los chicos salieron de la cancha, y Alonso caminó hacia a mí. Me extendió la mano y la tomé, me puse de pie.

—¡Son casi las nueve de la noche! —exclamé preocupada de recibir un regaño llegando a casa, mis papás me ponían un toque de queda.

—Ya, ya nos vamos —me sonrió— Pero antes...

Quiso llevarme a la cancha pero no me moví, lo cual me hizo tropezar, reí y él también. Seguí riendo pues empezó a hacerme cosquillas.

—¡No! —chillé— ¡Alonso! —reímos— ¡Basta! —no se detuvo, me retorcí en el césped artificial de la cancha— ¡En serio, basta!¡Alonso! —reí— ¡No!¡Por favor!¡Detente! —escuché sus tiernas carcajadas, y me pareció adorable pero me las pagaría, él sabía lo mucho que odio las cosquillas porque soy muy cosquilluda. Seguí diciéndole entre risas que me dejase, pero no lo hizo, cuando empecé a quedarme sin aire se detuvo y se tiró a mi lado. Respire profundamente—. Tienes tres para huir, porque me las pagarás Villalpando —advertí, sentí sus ojos en mí y cuando no le regrese la mirada supo que iba en serio, se levantó y corrió, lo seguí enseguida.

Éramos dos chicos enamorados corriendo por toda la cancha de fútbol americano. Logré hacer que tropezara, lo acorrale en el césped. Una sonrisa estaba en su boca.

—Bien, me tienes,¿qué harás?

—Ja, más bien qué no te haré —bromee. Nos quedamos mirando a los ojos y me acerqué a sus labios. Los rocé y él esperó el contacto pero me alejé—. Lleváme a casa, es tarde, ah y no puedes besarme

Se quedó quieto.

—No lo haré... —dije resignada.

—Lo harás, tú me prohíbes besarte pero yo quiero besarte, esto me parece justo; yo gano y puedo besarte, tú ganas no puedo besarte.

—Sabes que perderé, soy pésima en el fútbol americano, además es un juego rudo —protesté.

—No te haré daño, Tini —suspiré, aún no sé cómo llegamos a esto—. ¿Lista?

Negué, se encogió de hombros y empezó el juego.

—Sí eres pésima —dijo terminando de besarme, negué sonriendo.

—Te lo dije —rió volviendo a besarme.

Amarte Duele || Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora