||PAUSADA||Esclava de la vida, pero no de la mia|| Rubius & Tu.

Blusa Amarilla...

Entre buscar y buscar, fascinada con la cantidad de ropa. ¿Samuel había comprado todo esto para que al llegar el momento tuviera libertad de elección? No lo creo. ¿Samuel era travestí? Posiblemente. Reí mientras me colocaba la ropa seleccionada. Al terminar, entre abrir y abrir cajones buscando donde estaban los zapatos. Encontré diferentes cosas de Samuel.

Pantalones, camisas y chaquetas, todo impregnado de su olor a menta. Abrí un cajón, y para mi sorpresa encontré armas. Bueno era de esperarse que tuviera armas ¿Pero que las tuviera en un lugar tan visible? Raro. De él más raro aún. Las tome una por una, impresionada por su belleza. Revolvers de alta calidad. Al tratar de tomar una pequeña, mi uña se quedo atrapada entre dos planchas del cajón. ¿Una abertura? No. ¿Un fondo falso? No lo sé. Dispuesta a descubrirlo, trate de levantarlo.

Saque el fondo falso y encontré una blusa amarilla. Una blusa amarilla de chica. ¿Una blusa amarilla de chica bajo un fondo falso? ¿Por qué Samuel tenia esta blusa bajo un fondo falso y no con las demás en el cajón?

— ¿Ya estas lista? —llamo Samuel desde afuera. Me congele. —Ya me di una ducha, necesito entrar —rápidamente puse el fondo falso y los revolvers en su lugar.

—Sí...si... —me levante y abrí la puerta. —No encuentro zapatos —me explique.

—Por aquí —entro, solamente con una toalla cubriendo su parte inferior. —Ahí están —abrió unas puerta de un closet, para mostrarme una cantidad infinita de zapatos. Encontré unas converse negras de mi talla y me las calcé

— ¿Por qué tienes —me di vuelta para mirarlo. Mala idea, se estaba cambiando, me voltee rápidamente. —ropa de...de mujer? —tartamudee. Al terminar de ponerse su ropa, se dio la vuelta y me miro.

—Ropa olvidada —explico. —De antiguas amigas —sonrió pícaramente. Sentí asco de las ropas, eso explicaba los distintos tamaños, y estilos. ¡Era ropa de antiguas conquistas!

— ¿Qué? —exclame.

—No te sorprendas tanto —tomo un bolso gris que estaba colgado de un perchero. —Me se tu historia, Cariño —me sonrió y me paso el bolso. —Chica mala ¿Eh? —tomo una mochila negra y se la colgó al hombro.

—Eso fue hace años —dije seca.

—Un año, y ni siquiera eso. Casi un año.

—Cambie.

—Un año es muy poco para cambiar.

—Es lo suficiente para arrepentirse —lo desafié. —Pero no lo suficiente, como para recaer.

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Últimos capítulos.
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