XXIII. Carrete de despedida.

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23 de Julio del 2015.

Habían pasado casi tres semanas desde la última vez que vi a los de la selección, no me sentía cómoda con ellos a mi lado, sobre todo porque sé que ellos estarían al lado del Charles para prácticamente todo, y yo a ese hueon no lo quiero ver más en mi vida, se lo dejé bien claro la noche en que nos volvimos campeones de América.

Al simio obviamente no podía evitarlo, pero no estábamos en los mejores términos, había peleado con la Mari por puras tonteras, y ni siquiera estaban durmiendo juntos. Los pobres niños no cachaban nada, me sentía mal por ellos, no tenían la culpa de tener un papá tan hueon en ciertos momentos.

Las vacaciones de invierno habían terminado, lo que significaba que yo volvía al trabajo, igual echaba de menos a los cabros chicos. En el jardín que trabajaba yo era terrible famosa con los apoderados, sabían sobre mi hermano y siempre me andaban hablando de él, lo alababan caleta, más ahora que había ganado la copa. Corrían rumores de que el Bayern de Munich se encontraba interesado en comprarlo, lo cual estaba casi cerrado, aunque no lo discutí con él, no me imagino al simio en Alemania, tan negro que es. Recibí una llamada suya como a las 5, le contesté.

–¿Aló?

Cami, ¡me voy a Alemania!– su voz sonaba emocionada, se escucharon gritos de fondo.

–¿Qué? ¿De verdad?– sonreí, estaba muy feliz por él.

Sí hueon, y la Mari ya no está enojada conmigo, es que estoy que estallo de la felicidad.

Me alegra que al menos a uno de los dos le estén resultando las cosas... Estaba a punto de decirle eso, pero no, que trágico.

–¡Bacán!

Oye Cami, ándate a vivir conmigo a Alemaniadijo, ambos nos quedamos en silencio por un momento.

–¿Qué?

Sí po, podí estudiar alemán y luego conseguir un trabajo de parvularia, no es mala idea.

–¿De verdad?– yo estaba impactada.

Voy pa tu casa ahora mismorespondió y cortó.

Yo seguía con la boca abierta y mirando a la nada cuando él llegó, no podía creer lo que me estaba diciendo, ¿de verdad el simio me quería llevar a Alemania? Ahí recordé algo de cuando tenía como 7 años.

Oye, ¿qué es eso?– me preguntó mi hermano. Estaba cochino, por lo que supuse que había estado jugando fútbol afuera con sus amigos, yo estaba con mi globo terráqueo dándole vueltas.

Un globo terráqueo, tonto– le saqué la lengua.

–¿Y qué es eso?– preguntó confundido.

–¿Para que vas al colegio? Yo que voy en primero sé y tú no.

Siempre fue así, yo iba al colegio a aprender y él a jugar fútbol y calentar el asiento.

–¿Y qué hace?

Muestra el mundo, acá estamos– le señalé Chile–, y aquí es donde quiero ir– le señalé ahora Alemania.

Alemania– leyó–. Cuando sea un futbolista famoso te llevaré a Alemania.

–¿De verdad?– salté emocionada.

Obviamente crecí sin recordar eso, o quizás pensando que nunca pasaría, ¿realmente el simio recuerda eso? Sería impresionante, es más Dory que la chucha.

–Cierra la boca, te van a entrar moscas gila– dijo cariñosamente mi hermano al entrar a mi depa, no pude evitar tirarme a sus brazos.

–¿De verdad te acordai de cuando éramos chicos, lo del globo terráqueo?

–¿Qué? Yo no me acuerdo de nada– respondió haciéndose el tonto, yo sé que se acuerda.

–¿Y de verdad puedo ir? ¿A la Mari no le molesta?

–¿Cómo le va a molestar? Erí como su única amiga.

–Hueon pesao– le pegué un paipe.

–¿Vay a ir entonces?

–Sí.

25 de Julio del 2015.

–Ok, llevo la ropa interior, la plata, los zapatos, el desodorante... ¡El desodorante ctm!– corrí a la repisa de mi pieza y agarré el objeto.

–Cami, tranquilízate.

–Hueona, nos vamos a Alemania, ¿cómo no estay nerviosa?– la Mari se encogió de hombros.

–Tú estay demasiado histérica. Ahora, ¿te podí apurar pa que vayamos a tu fiesta de despedida?

–Uy ya, vamos.

Todos me tenían preparada una fiesta de despedida; iban a ir los de la selección, un par de familiares y sería, yo quería algo piola, pero se fueron en la volá un poco.

Me dolió renunciar a mi trabajo, pero no me pusieron ningún atado, justo tenían una tía que necesitaba trabajo allí, me fui justo a tiempo.

Al llegar a la casa del Arturo, donde sería mi despedida, vi que estaba llena de globos y hueas, exagerados.

–¡Cami!– me recibió el Ale con un abrazo. Como siempre, era el primero en estar curao.

–Ay Ale, a ti te hace falta una mina.

–¿Pa qué? Si disfruto harto mi soltería.

–Quizás demasiado– murmuré, él no me escuchó por la música. Me adentré al living, todos estaban allí.

–¡Cami!– el Mati y el Gary vinieron hacia mí.

–Hola chiquillos.

–¿Lista para viajar mañana?

–Estoy nerviosa, pero me alegra irme, ojalá me ajuste rápido y aprenda bien el idioma.

–Lo harás– el Mati pasó su brazo por mi hombro, el Arturo a lo lejos lo miró mal, creo que aún recuerda el beso–. ¿Quieres algo pa tomar?

–Una piña colada porfa– él asintió con la cabeza y se fue a la cocina. Yo pasé a saludar a todos, afortunadamente el Charles declinó la oferta de venir, si lo veía una vez más me mataba.

La fiesta estaba muy buena, todos me dedicaron unas palabras, y casi me hicieron llorar, por ejemplo mi mamá contó hueas súper vergonzosas de mi infancia en frente de mis amigos, que atroz, iba a extrañar mucho Chile, pero estaba muy muy feliz por ir a Alemania, sé que ya lo he dicho muchas veces, pero es así, siento que en Munich puedo iniciar de nuevo, sin el Charles y sin el David, ojalá que irme me ayudara a olvidar todo, y esta vez de verdad.

Con pensamientos como esos, al día siguiente abordé un avión, con ideales algo irrealistas, pero estaba preparada pa lo que viniera, excepto para lo que realmente vino.

Friends with benefits // Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora