XXXI. Cambiar.

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30 de Noviembre del 2015.

Ya estaba decidido, teníamos pasajes para el 3 de Enero. Ya todos sabían, incluyendo al Charles. Tengo que admitir que estaba algo emocionada de irme a Florencia, conocer Italia siempre fue uno de mis sueños, si cuando chica mi sueño era viajar por todo el mundo, y he logrado llegar a Alemania y pronto a Italia, la huea bacán.

La Mari había tratado de convencerme de que no me fuera, alegando que yo amo al Charles y que él me ama y la volá, pero si el longi no se atreve a decírmelo entonces no es verdad, ¿no? Aunque yo tampoco se lo he dicho, y estoy segura de que en un momento lo amé, no sé si sigue siendo así, pero sigo teniendo sentimientos por él, de eso no hay duda.

El Arturo no ha querido tocar el tema, y lo agradezco, porque estoy chata de que cuestionen mis decisiones, soy lo suficientemente grande como para saber que hacer; tengo 24 años y un título universitario, aunque estoy algo mal de la cabeza, pero eso es lo de menos.

Igual me tenía nerviosa el tema, irme lejos del Arturo y de la Mari, de quienes he dependido por meses, años, caleta de tiempo po. Los voy a extrañar caleta, ni hablar de mis niños, también los extrañaré demasiado.

–Cami, te traje comida– el Mati entró con la bandeja de comida. Habíamos descubierto que solo comía cuando él me traía la comida, si me la traía el Arturo o la Mari me daba asco, era muy raro–. El Martín quiere ir a dar una vuelta, ¿tú quieres?

Asentí con la cabeza. Ay Dios, soy una sumisa del Mati, me puede decir que nos tiremos de un décimo piso y le voy a hacer caso, estoy mal.

–Bueno, después de almuerzo vamos– me sonrió tierno. Por favor, que es lindo este hombre.

–Ok.

Él era también el único capaz de hacerme hablar, con el resto no me gustaba, como que me trataban diferente, el Mati me trataba igual que siempre.

Luego de comer tomé una ducha y me vestí abrigada, hacía un frío culiao en Alemania, igual raro un Noviembre con frío si me preguntan, imagínense la Navidad tapada hasta los ojos, que atroz.

Fuimos a una plaza cerca de la casa con el Martín, el Alonso y la Eli, los niños no me suponían problema ya, daba lo mejor de mí para ser como antes, aunque era imposible, las circunstancias ya no son las mismas.

–¿Nos vamos a sentar a la banca mientras los niños juegan?– asentí con la cabeza nuevamente, y eso hicimos. Era muy raro estar rodeada de gente que hablaba puro alemán–. Mira, tengo fotos de nuestra casa.

El Mati sacó su celular del bolsillo y comenzó a mostrarme fotos de la casa, digo, mansión, que tenía el cabrito. Aún siendo enorme era más chica que la del Arturo, mi hermano se iba en la volá con la extravagancia, se creía de Dubai.

–¿Te gusta?– asentí nuevamente con la cabeza–. Si quieres puedes trabajar, aunque necesitas aprender italiano primero.

Ay señor, de tanto mudarme de país voy a terminar hablando 10 idiomas, ya hablo tres, tan culta que salí.

Me distraje de lo que hablaba el Mati por una pendeja adolescente como de 17 años con sus papás retándola, me recordaba a mí.

Con mis papás ya llevaba sin hablar meses, mi relación con ellos era tan mala, esperaban de mí algo mejor supongo, pero, ¿qué le voy a hacer? Si no todos tenemos la suerte de salir buenos pa la pelota y las múltiples posibilidades de convertirse en millonario, ese es mi hermano y todos sus amigos futbolistas.

–Cami, ¿me estay escuchando?– cuando me tocó el brazo reaccioné, buta, soy una buena amiga–. Te estaba hablando de Florencia, pero estabai como ida.

–Estoy bien– murmuré, él asintió no muy convencido, y siguió hablando de lo que sea que estuviera hablando. Parece él la mina de la relación.

Él se iba a decepcionar de mí, tal como todos los que entraban en mi vida. Yo no valía tanto la pena como hacía ver, realmente soy muy insegura, quienes no lo hayan notado, buta que son ciegos. Además, yo tengo un talento innato de hacer sufrir a los que quiero, solo esperaba que se tardara mucho tiempo en darse cuenta lo mala que soy, porque me encariño muy rápido, del Mati ya me encariñé hace rato.

***

1 de Diciembre del 2015.

–Cami, vamos a comprar ropa, ¿sí? Porfa po, que nadie más me aguanta a parte de ti, te juro que dejaré de tratar de convencerte de quedarte– suspiré a la súplica de la Mari, pero finalmente accedí–. Ay Cami te amo, eres la mejor.

Me hacía bien salir, ya pasé mucho tiempo encerrada en mi pieza lamentándome, y la llegada del Mati me hacía querer vivir un poquito más, si después de salir ayer ya podía comer sola, y hablar con todos, estaba mejorando mucho, lo que me hacía feliz, porque ya no me tenían pena.

–Oye Mari, ¿hay visto al Charles últimamente?– pregunté curiosa, no sabía del cojo de hace tiempo, se había devuelto a su casa en Leverkusen después de anunciar que me iba a Italia.

–No, el Arturo anda allá ahora, al parecer se ha estado curando toda la semana– me miró de reojo, como esperando que me afectara para quedarme.

–Ah, que lata.

No me iba a doblegar, yo ya tenía mi decisión tomada, me voy a Italia el otro mes sí o sí, ni el Charles ni la Mari ni nadie iba a cambiar mi opinión, tengo que empezar a pensar por mí y no por los otros, ya he hecho demasiado por el resto, quiero por primera vez ser egoísta. Pasé toda mi vida siendo decepcionada, tal como yo he decepcionado, persona tras persona, ya me aburrí de eso, es hora de cambiar, ya no soy la misma Camila del mundial de Brasil del 2014, en cierto modo la extraño, pero es para mejor.

Friends with benefits // Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora