XXIV. Positivo.

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14 de Agosto del 2015.

Positivo.

Miré nuevamente la huea que estaba en mis manos, no podía ser, esta huea tenía que ser mentira, no, me rehuso a creerlo.

Positivo.

Mientras todos estaban abajo festejando mi fiesta de cumpleaños, yo estaba con una prueba de embarazo confirmando mi peor miedo. Con el Charles usamos protección ambas veces, y él es el único con quien lo he hecho en meses, es el único padre posible.

Suspiré, hice lo que pude en arreglar mi aspecto, que en realidad lucía como la mierda, las náuseas y vómito no me dejaban dormir durante la noche, y últimamente también el miedo de estar embarazada, lo cual se cumplió, ¿qué voy a hacer? Si el Arturo se entera... no, cuando el Arturo se entere –porque una guagua no es algo que se pueda esconder– no sé de qué tanto sería capaz de hacer.

Le tengo que decir a la Mari primero que a todos, ella probablemente sabe que hacer en estas ocasiones, pero no puedo decirle nada ahora, no mientras están los compañeros de equipo de mi hermano abajo. Este es definitivamente el peor de mis cumpleaños en la vida, tengo una guagua adentro, y según mis cálculos tengo dos meses, imagínenme siendo mamá en Marzo del 2016... yo no puedo.

Salí del baño, se podían oír las risas desde abajo, estaban algunos compañeros del simio del Bayern Munich: Javi Martínez, Juan Bernat, Thiago Alcántara y Xabi Alonso, los españoles del equipo.

Bajé las escaleras lentamente, no quería estar allí, en mi cumpleaños, pero si me encerraba lo más probable es que sospecharían, y quiero ser yo la que le diga al Arturo.

Analicé la sala de estar un poco, estaban los cabros del Bayern que ya mencioné, y además, podía ver a un tipo de espaldas, junto a una mujer.

–¡Cami! Te estábamos esperando. Mira quien vino– el Arturo señaló al que estaba de espaldas, este se dio vuelta.

Camila, tú no puedes ser más yeta.

–Hola Cami– me sonrió el Charles, se acercó y me dio un beso a la mejilla, la Feña también se acercó con una hipócrita sonrisa.

–Hola, que sorpresa verlos, ¿qué hacen acá?– traté de no sonar tan maleducada, pero lo veía difícil con estos ctm en mi casa.

–El Charles juega en el Leverkusen, se me olvidó decirte, y lo invité a tu cumpleaños, pensé que sería lindo tener a alguien de Chile aquí.

No era muy convencional, es mi cumpleaños, pero yo era la que le tenía un regalo a él. Sorpresa Charles, tengo una guagua tuya dentro. Estoy que lo pongo de estado en Facebook o lo publico en twitter. Muchas niñitas allí afuera que quisieran un cabro chico de este gil, y la desgracia me tocó a mí, linda la lesera.

–Ah, bacán– me limité a decir.

Que fiesta más incomoda, no puedo mirar al Charles a los ojos, simplemente no, me hace mal. Una guagua po, justo cuando las cosas iban mejorando, yo iba olvidando a este hueon e incluso me estaba preparando para empezar a ir a citas, guagua culia, quisiera odiarte, pero para mí todos los niños son una bendición.

Me encontré a mí misma divagando sobre múltiples cosas del bebé: su sexo, su tamaño, su nombre, todo. Era tan incómodo pensar que el mismo hombre que está a unos pasos míos es el papá de mi hijo, no puedo aceptarlo, o simplemente no quiero.

–Cami, ¿querí una Chela?– pensé en aceptar la oferta del simio, pero recordé al niño.

–No, gracias– sonreí lo mejor que pude. Sentí la mirada curiosa del Charles, o sea, igual shockeante ver a la Camila, una mina con la misma alma de fiestera que su hermano, rechazar alcohol. Las cosas iban a cambiar, aún no decido si para bien o mal.

Todos terminaron yéndose a su casa como a las 8, el Arturo salió a comprar con mis sobrinos, estaba sola con la Mari, y le tenía que decir, ahora.

–Mari, hay algo que debo decirte– murmuré. La huea oh, yo quiero una vida normal.

–Cami, pa la otra no dejes la prueba en el baño, tienes suerte que fui yo quien la vio y no tu hermano– respondió sencilla, ¿¡qué onda esta mina!? Sabe todo siempre, bruja culia–. ¿Quieres... Quieres tenerlo?

–No lo sé– suspiré. Era la verdad, en parte sí y en parte no.

–El papito que le tocó al pendex, pobrecito. ¿Quieres que él lo sepa?– negué con la cabeza.

–No, no lo quiero en la vida de mi hijo, no se lo merece– ella me miró seria.

–Es su papá, independientemente de si lo amas o no, es su derecho saber sobre el pendex.

–No Mari, no quiero que lo haga.

–Bueno, no me meteré, pero eso es lo que opino– se levantó recogiendo los platos de la mesa–. Vas a tener que decirle al Arturo, y te tienes que hacer una eco.

–No sé cómo le diré, ahora realmente no sé qué mierda hacer con mi vida y punto.

–Hay que apechugar no más. Trata de no estresarte, le hace mal al pendex.

Esa noche me fui a dormir con el corazón en la mano, muy intranquila por lo que podría pasar, me imaginé todos los escenarios posibles diciéndole al Arturo, y llegué a la conclusión que tenía que decirle en cuanto antes, o si no se podía enterar por la boca de otros, y no sería lindo.

Ay pendex, espero que tu llegada mejore las cosas, y también espero no tener que ver a tu papá en los próximos meses, no quiero que te conozca, pero supongo que es algo que ocurrirá tarde o temprano. Dentro de lo posible, no te parezcas a él físicamente, sería la guinda de la torta hueon, un hijo con cara seria todo el día.

No pude evitar colocar mi mano sobre mi estómago ya en la cama, no sentí ni una patada o golpe, pero mi corazón se hinchó en mi pecho, en parte era lindo tener a alguien creciendo en tu interior, algo de las pocas cosas buenas que podía rescatar de mi corta –y prácticamente nula– relación con el Charles: mi pendex, el inicio del resto de mi vida, siendo la mejor mamá que pueda.

Me quedé dormida con mi mano aún en mi estómago, y una sonrisa clavada en la cara.

Friends with benefits // Charles AránguizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora