Capítulo 25: La tempestad.

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POV Dimitri

­-Debo irme.-

-No, mamá. Quédate con nosotros, por favor.-

-Lo siento Rose pero no puedo hacerlo. Ellos me necesitan.-

-Nosotros también.-

-Lo sé, volveré tan pronto como pueda.-

Janine le dio una larga mirada de súplica a mi Roza, le dijo un rápido y serio "cuídense" y salió de la habitación. Los ruidos de afuera eran completamente caóticos, gritos de pelea y dolor por todas partes. Personas estaban sufriendo, personas estaban muriendo por proteger a mi familia, no debía, no podía, simplemente quedarme aquí sentado a esperar que todo terminara. Eso no estaba en mi naturaleza. Me giré a ver a mi hermosa mujer y a mis amados hijos. Quería explicarle que no deseaba dejarlos, que nada quería más que mantenerlos a salvo a costa de mi propia vida si era necesario. Como siempre, entre Roza y yo, las palabras salen sobrando.

-Ve y acaba con esos bastardos. Estaremos aquí cuando regreses.-

El mote que usó me hizo sonreír.

-Deberías mejorar tu vocabulario, ahora eres madre.-

-Y como tal, mi deber es enseñar a mis hijos que hay palabras que deben usarse adecuadamente.-

Ninguno pudimos reprimir una carcajada a la que se unieron todos los de la habitación. Cuando nos tranquilizamos, volví a mirar a Roza, me acerqué y la besé con todo el amor que pude reunir, deposité un beso en la frente de cada uno de mis hijos y me fui a darle fin a esta guerra, no sin antes decirles cuánto los amaba y de recibir las mismas palabras de parte mi gran amor.

Salí al pasillo principal y me di cuenta que ni los strigoi ni los moroi radicales habían llegado hasta ahí. Brigitte y Mark estaban en sus puestos completamente listos para la lucha.

-¿Todo bien, Dimitri?-

-Sí, Mark. Todo está bien. Fueron mellizos, Mason Nickolay y Lissa Viktoria Belikov Hathaway. Son perfectos.-

Ambos dhampir sonrieron con felicidad y en sus ojos vi la llama protectora de quienes estamos dispuestos a caer defendiendo a los nuestros. La puerta se volvió a abrir, volteamos por instinto. Todas las que estuvieron durante el parto, a excepción de Lissa y de la abuela, habían salido.

-Mamá ¿qué hacen? Deben estar adentro.-

-No Dimka, nuestro lugar es a lado de ustedes, en la lucha.-

-Pero...-

-Nada, debes entender, no vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras todos ustedes se juegan la vida. No cuando podemos hacer algo para ayudar.-

Lo sabía, lo entendía muy bien así que no me quedó más que rendirme.

-De acuerdo. Mamá y Oksana quédense aquí con Mark y Brigitte. Viktoria, busca a Sidney y a Adrián y ayúdalos. Karp y Jill, ustedes vendrán conmigo a apoyar a Eddie, Mikhali, Janine, Christian, Mia y Abe.-

Todos aceptaron el nuevo plan y de inmediato pasamos a ejecutarlo. Yo iba adelante, Viktoria atrás y Karp y Jill en medio. Llegamos a la escalera principal y vimos el infierno que se extendía debajo. Al pie de la escalera estaban Janine y Eddie, flanqueados por Abe y Christian, que evitaban el paso a cualquiera que lograra pasar las líneas de defensa con intenciones de subir a las habitaciones.

Delante de ellos, se encontraban Mikhail y Mia dirigiendo a un grupo de 15 dhampir que protegían cualquier acceso a la casa y que eran atacados por demasiados enemigos, los superaban 3 a 1. Afortunadamente la magia estaba de nuestro lado. Mia que no había parado de trabajar con su don día y noche, con más ahínco desde que se enteró de la muerte de su padre, había logrado dominar el agua por completo, el agua en todos sus estados.

Justo en este momento podíamos ver cómo un enorme muro de hielo se interponía entre nuestros aliados y nuestros enemigos. Sin duda eso debía gastar mucha de su energía pero en su rostro sólo se veía fiereza y determinación, ni el más mínimo rastro de cansancio. El cambio más notable de todos lo había tenido esa chica. Perdió demasiado pero en vez de dejarse hundir por el dolor, se convirtió en una guerrera. Además de un enorme agradecimiento, en lo más profundo de mi ser creció el más sincero sentimiento de admiración.

El muro de hielo se convirtió en cientos de esquirlas grandes y filosas que atravesaron sin problema el corazón de los atacantes. A los strigoi sólo los inmovilizó durante unos momentos que fueron suficientes para que acabaran con ellos mientras que los moroi murieron enseguida. Ahora entendía porqué no habían logrado subir, nuestras defensas eran letales.

Corrimos para unirnos a la batalla. Jill se colocó junto a Eddie y, gracias a su control del agua que era mucho más poderoso gracias a la oscuridad que absorbía de Adrián, pudieron terminar fácilmente con dos strigoi. Karp fue directa a apoyar a Mikhail y a Mia. Tomó de un hombro a cada uno y los vi brillar. Al principio no entendí lo que había hecho, después de unos segundos, cuando vi una gigantesca ola, proveniente de la piscina, barriendo a enemigos del jardín supe lo que había pasado. Karp los había renergizado gracias a Espíritu.

Cuanto más me acercaba, más veía. Había demasiados cuerpos esparcidos por doquier, amigos, enemigos, la sangre de todos mezclada en el piso me recordaba lo estúpidas que eran las guerras, lo rota que quedaría nuestra sociedad cuando todo acabara. En el jardín, cerca de las puertas principales que habían sido hechas añicos, estaba Alberta junto con todos los guardias de La Corte, debía imaginarlo, la reina está aquí, aun en una situación suicida, ellos siempre serán primero. Adrián y Sidney, y ahora también Viktoria estaban peleando a su lado. Me coloqué junto a Janine y a Abe.

-¿Mi pequeña está bien? ¿Y mis nietos? Janine me dijo que son dos hermosos mellizos, un dhampir y una moroi.-

-Sí, están perfectamente. Mi abuela y la reina Vasilissa se quedaron con ellos en la recámara. Mark, Oksana, Brigitte y mi madre están afuera por cualquier inconveniente.-

Un strigoi apareció al lado de Abe. Sin pensarlo me lancé contra él. Su cara era vil y sádica. Tenía una sonrisa de oreja a oreja. En sus ojos, su pose, la manera en la que se movía pude notar que era un strigoi bastante viejo, demasiado fuerte y experimentado. Probablemente, en cualquier otra ocasión, hubiera tenido la oportunidad de ganar esta batalla pero no hoy, no cuando en su cara veía el reflejo de todos mis temores. La muerte de mis compañeros, la muerte de mis amigos, la muerte de mi familia.

Hizo un movimiento rápido, casi imperceptible, pero para su desgracia, lo preví y me quité justo una milésima de segundo antes de que lograra enterrar sus colmillos en mi cuello. Le di un fuerte golpe en la cabeza, luego otro en las costillas y otro y otro y otro. Ni yo mismo me reconocí en esos instantes, no podía parar, no quería hacerlo. Era como si con cada golpe que le daba alejara más y más la posibilidad de perder a Roza y a mis hijos.

Roza... En cuanto su rostro se posó en mi mente supe que debía terminar con ese strigoi, cada momento gastado en él era un momento perdido con ella así que lo hice, ante los ojos incrédulos de ese demonio horrible y asqueroso, tomé mi estaca y se la enterré en su inservible corazón. Una vez que dejó de retorcerse, lo aventé al piso y alcé mis ojos hacia Abe que esperaba con aire impaciente.

-Bien, parece que todo está bajo control. Mira a nuestro alrededor, estos idiotas no se esperaban esta bienvenida. Mi hija sí que sabe elegir a sus amigos.-

El tono desenfadado y orgulloso de mi suegro me hizo sonreír, tenía razón, contra todo pronóstico, estábamos ganando. Claro que ese pensamiento duró medio segundo, lo que tardó en golpear el piso detrás de nosotros el cuerpo sin vida de Brigitte.


Nada es eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora