Capítulo 31: Final (parte 2/3)

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POV Rose

-El amor verdadero, la clase de amor como el que tenemos tú y yo no se encuentra fácilmente. En este momento de mi vida me siento la mujer más afortunada del mundo entero porque encontré a mi... a mi...-

Me quedé abruptamente callada mientras me rascaba la cabeza tratando de recordar. Miles de maldiciones atravesaban mi mente, le dije a Lissa que no recordaría ese estúpido nombre. No entendía ¿por qué había dejado que ella me ayudara con el discurso? Ah sí, porque yo era pésima con ellos. Mientras más trataba de recordar más difícil me resultaba, me sentía un auténtico fracaso. Cientos de veces había practicado lo que le diría y justo en el momento de la verdad lo estaba arruinando.

En el momento exacto en que comenzaba a considerar simplemente salir corriendo y mejor grabarle un video, Dimitri ya me tenía sujeta por la cintura. A pesar de seguirme sintiendo una completa inútil, su tacto me calmó. Lo miré a los ojos, a esas peligrosas y espectaculares orbes cafés.

-Tranquila, Roza. Respira y sólo dime lo que tengas que decirme, aquí estoy, sólo para ti. Te amo.-

-Apetecible.-

-¿Cómo?-

-Sí, eso fue lo que opiné de ti en nuestro primer encuentro. Bueno, pensé que si las circunstancias hubieran sido otras entonces creería que eras extremadamente apetecible.-

Me obsequió con una sonrisa, no con una cualquiera sino con esa destellante y preciosa sonrisa que sólo me pertenecía a mí. Eso fue todo lo que necesité para olvidarme del cursi discurso y simplemente decirle lo que sentía que debía saber.

-Toda mi vida supe que era fuerte, solía pensar que nada podría dañarme y que no había sobre la faz de la tierra alguien que pudiera contra mí. Lo único importante en mi vida era Lissa, mantenerla a salvo. Su felicidad era mi felicidad porque era mi amiga, mi familia, la persona a quien más amaba en el mundo. Entonces apareciste tú, con tus casi dos metros de altura, tu enorme gabardina y tu acento ruso, y me venciste. No hablo sólo de las palizas que me diste en los entrenamientos sino de que me derrotaste en todos los sentidos. Tú tiraste cada una de las barreras que tenía, me hiciste sentir capaz, querida, apreciada y, por primera vez, protegida. Así es como logré hacerme realmente fuerte. No por las carreras o las peleas sino porque había alguien que podía ver lo buena que era y lo excelente que podía llegar a ser pero aun así jamás dejaba de cuidarme la espalda. Cuando me di cuenta de que nos amábamos tuve miedo, tanto miedo de no ser buena para ti, de no ser correspondida, de perderte pero el peor miedo de todos fue el de que debido a ese sentimiento no pudiéramos cumplir con nuestras obligaciones. Recuerdo lo que dijiste "Si me permito amarte, no me interpondré entre ellos y Lissa, te protegeré a ti" y lo entendí, diablos estuve de acuerdo pero ya no lo estoy, camarada. Amo a Lissa al igual que al viejo y a Jill y a Mia y a todos los demás y siempre lo haré pero si dos balas volaran por la habitación, una hacia ella y otra hacia ti, tú siempre serías primero porque tú me enseñaste otra clase de amor. El amor que te puede matar y que resulta ser el único que también te puede salvar, el amor que sientes en los más hondo de tu ser, que te quema la sangre y se adhiere a tu esencia, el amor que no admite prórroga, el amor por el que lo das todo aunque no te pide nada.-

Lágrimas cubrían el rostro de Dimitri y el mío hace rato que había dejado de estar seco. Acaricié sus mejillas y le di un casto beso. Me aparté lentamente y zafé de su agarré para tomar la cajita que estaba en una de las bancas de hasta delante, al lado de la campana. Volví a ponerme frente a Dimitri.

-Soy un verdadero desastre. Impulsiva, rebelde, alocada, mal hablada, un verdadero dolor de cabeza la mitad del tiempo pero por alguna razón logré que me amaras y tuve la bendición de construir una familia a tu lado. A estas alturas hay muy poco que pueda decir y alcance a expresar lo que siento por ti, lo que significas en mi vida y todo lo agradecida que estoy de que hayas aparecido esa noche para devolvernos a la Academia así que sólo me queda hacer esto.-

Di un paso atrás y me hinqué en el suelo, traté de poner sólo una rodilla en el piso pero con el vestido fue una tarea imposible, coloqué la cajita en alto para que la viera y ante su mirada incrédula y llorosa la abrí.

-El amor no se desvanece, el mío no lo ha hecho y jamás lo hará. Dimitri Belikov, te amo con toda mi alma ¿me harías el honor de ser mi esposo?-

Pasó un segundo antes de que reaccionara.

-Te amo, Roza.-

Me tomó en volandas mientras me besaba con tanto amor que mi corazón casi estalla. Cuando me dejó en el suelo, se agachó para que nuestras frentes siguieran unidas mientras ambos recuperábamos el aliento. Tomé sus manos y me alejé un poco.

-¿Eso significa sí?-

Volvió a sonreírme. Tan hermoso, tan mío.

-Sí, Roza, mi Roza. Seré tu esposo, tu amigo, tu amante y todo lo que desees por toda la eternidad. Soy completamente tuyo, siempre lo he sido.-

Le coloqué el anillo en su mano izquierda y le di el otro anillo que había en la caja para que hiciera lo mismo conmigo. Ambos eran sencillos círculos plateados, idénticos salvo por el grabado del interior que en el suyo decía "Roza" y en el mío "Camarada". Dimitri admiró nuestras manos y los ojos le brillaron como nunca antes. Nos quedamos unos minutos así, él contemplando la prueba física de nuestro compromiso, yo embelesada observándolo a él.

-Creí que nunca aceptarías casarte conmigo, mucho menos imaginé que serías tú quién lo propusiera.-

-Sabes que odio ser predecible.-

-Lo sé, mamá y la abuela se pondrán como locas y Lissa y todos los demás. Querrán planear la boda hasta el último detalle.-

Una risita se escapó de mis labios, vaya que conocía bien a nuestra familia.

-Sí, quisieron hacerlo pero lo más que las dejé involucrarse fue con el vestido y el discurso que al fin de cuentas olvidé.-

Dimitri arrugó un poco el ceño por la confusión así que me apresuré a explicarle.

-Verás, camarada. Me costó más paciencia de la que tengo el organizar esto y no quiero hablarte de las náuseas y urticaria por los nervios y eso que sólo iba a ser para comprometernos así que pensé que no había forma de sobrevivir a tres o cuatro meses de la misma tortura de pruebas de vestuario, maquillaje, banquete y demás a las que me sometieron Lissa y Olena .-

-¿Entonces?-

-Entonces decidí que sólo habría una celebración.-

Dejé la cajita vacía, tomé la campana y la toqué. Un minuto después una tromba de gente se atribuló al interior. Lissa corrió a abrazarme, Yeva y Olena hicieron lo mismo con Dimitri, Christian traía a Mason y Mia a Lissa Viktoria, mis pequeños estaban sonrientes entre los brazos de mis amigos, como si comprendieran lo que estaba pasando. El Viejo, Mamá, Sidney, Adrián, Alberta, las hermanas y sobrinos de Dimitri, Karp, Mikhail, Jill, Eddie, Brigitte, Mark y Oksana estaban desperdigados por el lugar preparando todo para la boda. El corazón se me aceleró pero no de nervios o miedo sino de anticipación, iba a casarme con Dimitri y hasta ese momento supe lo mucho que deseaba hacerlo.

Nada es eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora