POV Narrador
La luna acababa de hacer su acto de presencia sobre la academia San Vladimir, anunciando el inicio de un nuevo día. Alumnos y profesores comenzaban sus días como si fuera cualquier otro pero en uno de los pequeños apartamentos del edificio principal, el único que compartía piso con el de la directora, una pareja había perdido algo y estaba por notarlo.
-¡¡¡Dimitri!!!-
El angustiado grito atrajo la atención del guardián ruso que en menos de diez segundos se encontraba dentro de la habitación, completamente listo para atacar a quien fuera que hubiese lastimado a su familia.
-Roza, ¿qué es lo que pasa? ¿qué está mal?-
La mencionada giró hacia su esposo con su pequeña hija, aún dormida, en brazos y los ojos repletos en lágrimas.
-Mason, no... él no está.-
El miedo sacudió todo el sistema nervioso de Dimitri. Trataba de entender lo que sucedía pero las palabras no alcanzaban a tomar significado.
-¿Cómo? ¿Qué quieres decir? No hace ni veinte minutos estaba en su cama, dormido. Yo mismo vine a asegurarme de eso.-
-Lo sé... Entré y no lo vi acostado, revisé el baño, la cocina, la sala, los armarios, todo y no está.-
La voz de Rose era temblorosa y rosaba la histeria, jamás había ocurrido algo así. Ellos cuidaban a sus pequeños como a nada más en el mundo. Caminó con paso apresurado a la salida, sin aflojar su agarre de Lissa Viktoria ni un ápice pero, eso sí, cuidando no alterar su sueño.
-Iré a llamar a Lissa, debemos encontrar a quién se lo haya llevado. Tú ve con Karp y dile que lo que pasó.-
-Roza, espera, tienes que calmarte.-
Rose se giró y con el timbre más fuerte que podía utilizar sin despertar a su hija se dirigió a Dimitri con enojo.
-¿Calmarme? ¿Cómo demonios puedes pedirme eso? Es Mason, mi hijo.-
Dimitri, respiró con pesadez, sabía que debía mantener la compostura aun cuando lo único que deseaba era correr y buscar a Mason. No podía desesperarse, tenía que controlarse. En los momentos en que tienes más prisa es primordial actuar lo más lento posible o podrías echar a perder algo, él lo entendía perfectamente.
-También es mío pero me niego a cegarme por la desesperación. ¿Cómo sabes que alguien se lo llevó?-
Las palabras de Dimitri tardaron en cobrar efecto en Rose pero lo hicieron, ella, con enormes esfuerzos, se tranquilizó.
-Porque no hay otra explicación, tiene 5 años, ¿cómo iba a irse solo a algún lado sin que nos diéramos cuenta?-
-De acuerdo, haremos lo que dijiste pero, por favor, trata de no alterarte.-
Le dio un beso a Rose y otro a su hija, después, ambos reanudaron su camino. Al llegar a la entrada principal notaron algo, la puerta estaba abierta, compartieron una mirada preocupada. El siempre protector, Dimitri, se colocó delante de sus chicas. Los dos tenían un nudo en la garganta y se imaginaban cientos de explicaciones para lo sucedido, cada una más infausta que la anterior, no tenían idea de lo que realmente había ocurrido.
Finalmente llegaron a la puerta de la habitación de la directora pero, para su sorpresa, también estaba abierta. Se tensaron y balancearon sus posibilidades, como todos unos guardianes, llegaron a la conclusión que la mejor opción era entrar. En eso estaban cuando se toparon cara a cara con Mikhail que tenía la expresión más grande de asombro que le hayan visto antes.
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Nada es eterno
Hayran KurguLas cosas en el mundo de los moroi van cada día mejor, la nueva reina, Vasilissa Dragomir, ha demostrado que juventud no es sinónimo de ineptitud y es que en poco tiempo se ha colocado ante la vista de muchos como la mejor gobernante, en compañía de...