POV Roza
El sonido de mis tacones sobre el suelo reluciente de la iglesia contrastaba con el silencio casi absoluto y solemne del lugar. Miré alrededor, salvo por las rosas rojas y blancas que sobresalían y fueron colocadas como adorno para el momento que estaba por venir, todo estaba igual que la última vez que había venido.
Me paré justo delante del altar y miré hacia el sagrario, en realidad no lo miraba a él sino que perdí mi mirada entre ese lugar y mis recuerdos de las últimas semanas. Desperté de mi letargo, o más bien me despertaron mis pequeños ángeles, hace 4 semanas exactamente. Sentí como si una fuerza invisible me jalara a la realidad. Lo último que recordaba era la pelea entre Doru y Lissa después del nacimiento de mis hijos. Todo lo demás era muy confuso. Sentía dolor al tratar de atraer un pensamiento que sobrevolaba mi mente pero no terminaba de tomar forma, como el resquicio de una vieja y horrible pesadilla. También mi cabeza me pesaba, tenía la extraña sensación de haber tomado una larga siesta pero aun así me sentía exhausta, como si hubiera estado dormida por mucho sin haberlo estado en realidad.
Lo primero que vi cuando fui consiente de no estar sola fueron los rostros de mis hijos. Masón estaba en mi regazo y Lissa sobre la cama, los dos lloraban. Los acomodé a ambos para poderlos cargar y en cuanto lo hice se tranquilizaron, eran tan hermosos, aún no podía creer que tanta perfección pudiera haber salido de mí.
Apenas los sostuve contra mi pecho una oleada de paz me atravesó. El rompecabezas de mi interior adquirió sentido. Recordé la mirada desquiciada de Robert cuando me mandó hacia mi infierno personal, rememoré ese infierno pero sin sentir la desesperación de antes pues ahora sabía a ciencia cierta que nada de eso había sido real. A lo malo lo reemplazaron memorias de mis amigos, de mi familia, de Dimitri. Sentí de nuevo el amor, la felicidad y la tranquilidad que había experimentado a lo largo de toda mi vida y no pude hacer más que sonreír y fue cuando frente a mí apareció Dimitri, su cara emergió de entre un enorme resplandor como un sueño, no pude evitar llamarlo.
-Dimitri-
Sus ojos tardaron unos segundos pero al fin me encontraron y miraron con el mismo amor inconmensurable de siempre.
Después de los besos, abrazos y preguntas interminables sobre mi estado físico, mental y emocional, vinieron las explicaciones. Resultó que había estado más de 2 meses perdida dentro de mí misma y que mis pequeños casi sufren las consecuencias de eso, pero había sido precisamente gracias a ellos que había vuelto a la normalidad, creo que me necesitan tanto como yo a ellos. Ambos parecen poseer Espíritu aunque es completamente diferente al que poseen Lissa, Adrián, Karp y Oksana pues ninguno de los dos ha dado muestras de crear oscuridad al usar su don.
Hasta ahora mis hijos, con sólo meses de nacidos, habían logrado convertir a un strigoi en dhampir de nuevo (con su sangre cuando estaba embarazada), me habían traído de vuelta de dónde sea que estuviera y demostraron una enorme explosión de poder mientras lo hacían ya que Lissa, Karp y Dimitri también sintieron lo que yo sentí cuando desperté, lo del amor y la felicidad y todo eso.
Lissa y Karp además también dijeron que sintieron cómo su mente y su poder de Espíritu eran restituidos, desde ese momento ninguna de las dos ha acumulado oscuridad a pesar de que han estado usando su poder con gran asiduidad. Las palabras de la profecía que el Viejo y Dimitri encontraron me vinieron a la mente "Su poder será tal que lo convertirán en la balanza de la vida y la muerte, del bien y el mal" Me estremecí al recordarlo pero no había nada que hacer, sólo el tiempo diría qué sucedería.
-¿Rose?-
Me giré para ver a Alberta a unos pasos de mí, respiré profundo y me preparé para lo que estaba por suceder. A pesar de estar completamente segura y más que dispuesta y feliz, me sentía apabulladoramente nerviosa. Las manos me sudaban así que me las restregué un poco contra el corto vestido que traía puesto. Corto, rosa y demasiado dulce para mi gusto pero perfecto para la ocasión según Lissa y Mia y Yeva y prácticamente todo el mundo.
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Nada es eterno
FanfictieLas cosas en el mundo de los moroi van cada día mejor, la nueva reina, Vasilissa Dragomir, ha demostrado que juventud no es sinónimo de ineptitud y es que en poco tiempo se ha colocado ante la vista de muchos como la mejor gobernante, en compañía de...