1. -Madrid.

4.8K 256 49
                                    

Estaba muy nerviosa.

Hacía una semana que había llegado a Madrid y todavía no había sido capaz de ir a la supuesta casa donde se hospedaba mi padre. No me veía capaz de ir, porque no sabría qué decirle, básicamente.

"Hola, papá. Soy Katie, tu hija, ¿te acuerdas de mí?"

¿Y si no me conocía? O peor aún, ¿y si no quería reconocerme? ¿Y si no quería encontrarme?

¿Y si no quería recordarme?

Técnicamente, debería de hacerlo porque Mike me había contado en su momento que él había luchado por mí hasta la última milésima de segundo y que le fue muy difícil perderme, así que me extrañaría como yo a él o tal vez más.

Los primeros días aquí fueron lo más difíciles que jamás había experimentado, más de lo que jamás imaginé.

Lloraba a todas horas, tanto sola como por ordenador y teléfono hablando con los chicos o Abby. No soportaba estar lejos de ellos, pero necesitaba encontrar a Jayden, a mi padre.

El cambio fue drástico.

Pasé de estar en Los Ángeles a estar en Madrid con un horario completamente diferente, una zona horaria diferente, un idioma completamente diferente que no entendía y hábitos que no conocía, pero Katherine, la señora que conocí en el avión, estuvo conmigo en todo momento.

Ella hablaba español y me había estado enseñando para poder comunicarme, así como palabras básicas y alguna que otra frase que me pudiera servir de ayuda cuando no estuviera con ella, pero yo era un poco desastre porque mi mente no estaba concentrada del todo en aprender un nuevo idioma.

En su persona de mujer madura, adulta y con un pasado duro como el mío y un nombre similar veía una figura materna y en sus dos hijos, Jake y Charlie, que había conocido cuando llegamos porque la fueron a buscar al aeropuerto, veía dos confidentes o muy buenos amigos, en su defecto.

Tampoco era como si me hubiera socializado con mucha gente, más bien con nadie salvo ellos dos y porque estuvieron en mi camino cuando llegué, pero yo no estaba aquí de viaje de vacaciones.

Estaba aquí para encontrar a mi cometido; mi padre.

Ese día, Charlie me había animado a ir a encontrarlo de una buena vez, pues le había contado la historia tanto a él como a Jake y se habían comportado como auténticos hermanos.

Era increíble lo que había cambiado mi vida.

En unos meses pasé de estar sola e indefensa a tener mi gente y ser fuerte, aunque aún me quedaba mucho por aprender, por construir en mi personalidad y por salir adelante.

Todavía tenía que dejar de ser tan insegura y mostrarme más decidida en cuestiones generales, pero ya se iba notando mi favorable cambio en todos los sentidos; personal, mental y físico.

Si me equivocaba, me equivocaba, ¿qué había de malo en eso? Nada.

Me atrevería a decir que al contrario, que estaría bien porque aprendería del error y equivocación para no volver a cometerlo o para advertir a otros cuando lo fueran a hacer.

Respira. No hay nada de que temer.

Cuando me di cuenta iba en el coche de Charlie sentada de copiloto, hablando de cualquier nuevo videojuego que había salido al mercado estos días mientras él conducía de camino a la dirección que le había dado en papel.

Cuando llegamos a una calle que no supe pronunciar bien, mi nuevo amigo se rió de mi acento, pero esto era lo que pasaba cuando él, su hermano mayor y su madre eran bilingües y yo no tenía ni idea de otro idioma que no fuera inglés.

Kay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora