29. -Mano.

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Toqué en la puerta de la habitación de Matt y no respondía, así que abrí yo misma lentamente por si ya se había dormido. Si así era me iría sino hablaría con él para intentar solucionar el pequeño conflicto.

SúperKay siempre acudía a todos los problemas, fueran ajenos o no.

Tal vez mejor debería decir que todos los problemas siempre se arremolinaban alrededor de SúperKay, o sea ser, de mí.

La luz de la habitación de Matt estaba encendida, pero no había nadie dentro, así que imaginé que tal vez había ido a beber agua o al baño para despejarse un poco y la dejó así pues, a fin de cuentas, tampoco iba a tardar tanto en volver. Unos pocos minutos máximos.

Entré y decidí esperarlo sentada por algún rincón, en la cama o en la típica silla que las demás personas teníamos con ropa, pero que Matt no. Era una maravilla porque se veía el propio asiento. En la mía a duras penas podías hacer a un lado el montón de colada.

Viniendo de Matt, no me resultó extraño porque él era muy ordenado y pulcro. Todo lo contrario a Josh, que era un desastre total. Incluso si tuviera que elegir "un líder" sería Matt, pues él era como la mamá de todos, a parte de ser el más "obsesionado" en cuanto a limpieza.

La verdad, ahora que lo pensaba, en eso se parecía bastante a Mike. Los dos eran muy buenos amos de casa. Matt cocinaba mejor, sí, muchísimo mejor, pero Mike limpiaba mejor los cristales, sin dejar manchas feas. Cada uno tenía su habilidad especial y juntos eran un tornado de limpieza.

Me senté en la despejada silla antes mencionada y miré por la ventana que la luz del porche delantero ya estaba apagada, así que el jardín solo estaba iluminado por las luces de las farolas a lo largo de toda la calle.

Estaba tan ensimismada contemplando las bonitas vistas que Matt también tenía desde su ventana, parecidas a las que yo tenía porque su habitación estaba al lado de la mía, que solo me despertó con un sobresalto el sonido de la puerta cerrándose de golpe.

Me quedé mirándola con el ceño fruncido, pensando que no pudo haber sido el viento porque la ventana estaba cerrada así que, desconfiada, me levanté para abrirla, pero me di cuenta que estaba cerrada desde el otro lado con llave.

Me extrañó eso, sin embargo más me extrañó el ruido proveniente de la ventana a mis espaldas, el cual era como si un pájaro carpintero estuviera haciendo resonar su pico contra el cristal. Cortos golpes, constantes y regulares.

Si era algún tipo de broma que Matt y Néstor, o todos los chicos, tenían planeada contra mí, estaba muy bien lograda pero ya no tenía ninguna gracia.

Llegué a pensar que realmente los chicos no tenían que trabajar al día siguiente, dormirían en casa y solo estaban riéndose de mí a mis espaldas por todas las veces que lo había hecho yo con ellos.

Confirmé que no cuando me giré para mirar la ventana, pues tal vez ahora venía la parte en la que alguno de ellos estaba ahí tocando para decirme un "¡has picado, todo era una broma!" y nos reiríamos después de que los insultara un poco.

Nada pasó así.

Sería demasiada buena suerte si eso hubiera pasado y yo no tenía tal suerte.

Lo único que podía ver era una mano tapada con un guante negro dando esos golpes con el dedo índice, como si quisiera llamar mi atención. Lo había logrado porque el miedo estaba presente en cada poro de mi cuerpo, consumiéndome.

Esa misma mano, luego de unos cuantos golpes, abrió un poco la ventana porque no estaba cerrada con el seguro, desapareció y volvió para tirar una llave hacia dentro, justo a mis pies, la cual supuse que era la de la puerta.

Kay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora