11. -Charlie.

2K 207 20
                                    

Ya habían pasado unos días.

Mi padre, Charlie y yo estábamos sentados en un muro con nuestras espaldas hacia un barranco mientras nos comíamos unos aperitivos típicos previamente comprados en una tienda.

Hablábamos de muchas cosas, anécdotas, aventuras e incluso de nosotros mismos como si nos estuviéramos conociendo de nuevo o como si mi padre y yo fuéramos dos desconocidos con una misma unión biológica.

Era extraña la sensación de saber que por fin tenía un padre, la sensación de que estaba con él, sentada a su lado, disfrutando de la mutua compañía, de su apodo compartido con Mike y de sus gestos paternales.

—Oh, por cierto, Katie, ¿qué fue lo que dijiste a Ian en los mensajes aquel día? —Me preguntó Charlie sentado al otro lado de mi padre.

Estábamos a dos días del sábado de nochebuena y los temas del poliamor*, de la borrachera, de hombres en general o de mensajes, los había estado olvidando parcialmente.

Ahora mismo solo quería disfrutar de esta isla, de mi padre, de mi amigo y de los pequeños momentos con ellos hasta que mañana tomáramos el avión hasta Los Ángeles de nuevo.

—No lo sé. Me da miedo mirarlo, sinceramente. —Confesé levantándome y poniéndome frente a los dos.

—¿Y no tienes curiosidad? —Volvió a cuestionar.

—¡Yo sí! —Respondió mi padre.

—¡Papá! —Exclamé riendo.

—¿Qué? —Dijo encogiéndose de hombros inocente y yo negué con la cabeza.

—Somos dos contra una, Katie. La mayoría gana. —Se rió Charlie con mi padre.

Saqué el teléfono del bolsillo de mi chaqueta con cierta pesadez, busqué la conversación con Ian, que era la primera porque fue al último al que escribí hacía unas horas, y leí su mensaje del otro día con un "creo que será mejor que vayas a dormir y mañana hablamos."

Después de eso yo no respondí, así que supuse que fue porque le había hecho caso a sus palabras y me había dormido. Además que, cuando bebía mucho y me emborrachaba, me daba mucho sueño luego de hacer unas cuantas tonterías.

Como todo el mundo, ¿no?

Me llenó de extrañeza y curiosidad por saber qué le había escrito antes para que me dijera que mejor me fuera a dormir, porque Ian y yo podíamos hablar hasta que se nos hiciera de día, hasta quedarnos sin voz o hasta desgastar la pantalla de nuestros teléfonos, así que empecé a subir la conversación para ver mensajes posteriores horrorizada por lo que había hecho.

Oía a mis dos acompañantes llamarme, pero no podía reaccionar.

—¡Hey! —Charlie se levantó y me sacó de mi trance moviendo mis hombros con suavidad.

—Dios mío... Qué vergüenza... —Murmuré alternando la mirada entre los dos.

—¿Qué le escribiste, Kay? —Mi padre sonaba preocupado.

—Pues... Cosas... Cosas incomprensibles como él... Como él a mí el otro día... —Tartamudeé nerviosa.

A mi padre le había puesto al día de todo lo que tenía que ver con Ian y Néstor. Sí, todo. Obviamente omitiendo ciertos detalles muy específicos que no debía saber. No dejaba de ser mi padre al fin y al cabo, pero sí, él estaba al tanto de esa "relación" tanto de forma amistosa como romántica y con todo lo que eso conllevaba.

No quería tener secretos con él, así que le había contado incluso las cosas que le había ocultado a Mike por ser un cuidador demasiado sobreprotector. Ya no estaba a su cargo y nadie nos descubrió en su momento, así que ahora no debería de haber problemas de ningún tipo.

Kay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora