10. -Tres.

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Cuando abrí los ojos todo lo que vi fue claridad que me cegó durante unos momentos y me di la vuelta, pero caí al suelo y me golpeé en la cabeza, así que llevé la mano hasta la parte trasera.

—¿Te has hecho daño, Katie? —Miré la mano de Charlie extendida frente a mí.

—Sobreviviré. —La acepté y me levantó de un impulso.

Me senté en el sofá según mi amigo me levantó. Me dolía horrores la cabeza y no sabía si era por el reciente golpe o por la resaca que había cogido yo sola anoche por tonterías.

—¿Y mi padre? —Sonreí. Era raro preguntar eso, pero me encantaba la sensación de decirlo y de referirme, precisamente, a mi padre de verdad.

—Ha salido a comprar para el desayuno. Ya son las 9. —Me respondió sentándose a mi lado.

—¿¡Está loco!? ¡Si tiene el brazo escayolado! —Charlie rodó los ojos.

—Solo es un brazo, no es como si fuera inútil o no pudiera caminar. —Se rió de mi exagerada preocupación.

—Da igual, tiene que tener cuidado y ahora me tiene a mí para cuidarlo. —Agarré la manta del sofá y me la puse encima para abrazarla.

—Creo que eso ya lo sabe. —Asentí con emoción. —¿Qué te pasó anoche? —Me preguntó después de un silencio.

—¿Por qué? —Evité el contacto visual a toda costa.

—Había un pack de cervezas vacío en la mesa, todo esto... —Señaló los alrededores del sofá frente a nosotros. —...estaba lleno de latas también vacías y el cenicero lleno de colillas. —Sabía que me estaba mirando.

—No tengo ni idea de lo que me estás hablando. —Comencé a deshilachar un hilo suelto de la manta.

—Katie... —Agarró mi cara suavemente y me hizo mirarlo. —Te escuché hablar sola anoche. Vine a la sala y me abrazaste llorando mientras decías si es posible estar enamorada de dos personas al mismo tiempo, que no podías más con todos esos sentimientos dentro de ti. —Abrí mucho los ojos asombrada.

—No, yo no dije... —Empecé, pero asintió con seguridad y mantuve la boca cerrada.

—Sí, sí lo dijiste. No hablaste más, te dejaste dormir y te tapé yo mismo con esa manta que estaba en el respaldo. —Suspiré. —¿Quieres hablar y contarme? —Acarició mi cabeza con unt acto fraternal. Se sentía similar al de Matt.

—No sé qué contarte ni por dónde empezar. —Me levanté y comencé a caminar por el salón de un lado al otro.

—Por el principio. —Dijo casual y rodé los ojos. Eso ya lo sabía.

—Hace unos meses, cuando más o menos tenía superado mi temor hacia los hombres, comencé a sentirme atraída por Ian y Néstor. —Suspiré pasándome la mano por el pelo.

—¡Lo sabía, joder! —Paré mi caminata de un lado al otro y le miré.

—¿Puedo seguir hablando? —Asintió calmando esa emoción por tener pensamientos acertados. —Gracias. —Seguí caminando y volví a suspirar porque no sabía cómo hablar de sentimientos, de mis sentimientos.

—¿Y qué mas? —Inquirió.

—Desde el principio ha habido diferentes tipos de atracción. Siempre quise besar y abrazar a Ian pero, por otro lado, siempre quise arrancarle la ropa a Néstor y que me follara duro. —Me senté en el sofá en silencio a meditar.

—¿Y...? —Charlie me incitó a seguir.

—Y pasó. Me acosté con Néstor primero, aunque seguimos haciéndolo muchas veces más en secreto y quedamos en que solo sería eso, que cada uno podía hacer lo que quisiera con quien quisiera y que no tendríamos sentimientos por el otro. —Charlie asintió.

Kay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora