Capítulo 31

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Es de noche cuando pasa. La lluvia cae de forma exagerada desde el cielo, la luna está escondida tras las nubes y yo duermo en posición fetal en mi cama. Me despierto porque las gotas hacen demasiado ruido contra la ventana, un ruido extraño. Un ruido que no distingo como lo que es hasta que lo veo; una piedra pequeña golpea mi ventana, y luego otra, y otra y otra más.

Me levanto, extrañado. Arrastro los pies desnudos por el suelo hasta la ventana y la abro. Una piedrecita me golpea el pecho desnudo. Las gotas me salpican. Me apoyo en el alféizar y miro hacia abajo. Hay un cuerpo, masculino, alguien que tiembla empapado con las manos en los bolsillos de una chaqueta de chándal y la capucha cubriendo su cabeza.

No puede ser...

Levanta la cabeza para mirarme. Se encoge en sí mismo, tiritando. Hace un movimiento de barbilla, un movimiento que me dice "baja", que me lo pide como si su vida dependiese de ello.

Quizá lo hace. Por mucho calor que haga, la lluvia es helada y el ambiente fuera también. No me puedo creer que esté ahí. ¿Qué hace ahí? Son las tres de la mañana.

Le hago un gesto con la mano y cierro la ventana. Me visto corriendo, tropezándome al ponerme el pantalón, equivocándome al ponerme las zapatillas. Termino por cubrirme con una chaqueta y cojo otra para él. Debe estar helado.

Cojo aire antes de abrir la puerta. Miro a los lados, oigo un ronquido de mamá y bajo con tanto cuidado que tardo más de lo esperado. Cuando por fin estoy abajo, corriendo hasta la puerta, me detengo de golpe.

Él está ahí. Él ha venido. Hyukjae está esperándome bajo la lluvia a las tres de la mañana.

Antes de ponerme a llorar, me armo de valor y de fuerza y de ganas de estar con él. Corro hacia la puerta, abro y ahí está, sentado en el porche, hecho una bola, frotando sus manos con las mangas de la chaqueta. En cuanto me nota tras él, se levanta y da media vuelta. Acepta la chaqueta que le ofrezco al segundo, se rodea con ella, se abraza, se quita la capucha y sonríe sin dejar de temblar.

Cierro la puerta a mi espalda sin hacer ruido. Ha dejado de llover en menos de cinco minutos, ahora las nubes solo molestan en el cielo y Hyukjae se frota el pelo mojado con las manos antes de volver a encogerse.

—Vamos —dice y comienza a correr lejos de casa.

Aprieto las llaves en el bolsillo de los pantalones para asegurarme de que podré volver a entrar sin que mamá me descubra y me lleno los pulmones de valentía. No entiendo nada. Pero valdrá la pena si es por él.

Corro tras él por la urbanización a oscuras. Vamos hacia la entrada, en dirección contraria al aparcamiento y la piscina. Corremos. Y corremos. Y corremos fuera de la urbanización todavía más. Lejos. Por la calle húmeda, por los coches que nos pitan al casi atropellarnos dos veces, bajo las farolas encendidas y la gente que camina sin rumbo.

Siento que voy a morir como siga corriendo de esta forma. El aire me falta, las piernas me fallan, pero Hyukjae no para de correr. Yo no puedo más. Simplemente no puedo y me dejo caer en el suelo cuando las piernas se me doblan de cansancio. Me siento, jadeante. Puedo ver la urbanización; es un punto pequeño al final de la carretera.

Me late el corazón tan rápido como las gotas que comienzan a caer de nuevo. Me refrescan la cara, me golpean todo el cuerpo y me empapan la ropa. Y él se sienta a mi lado de repente.

Se deja caer hasta que está tumbado, con los brazos abiertos y las piernas estiradas. Un profundo suspiro sale de su garganta. Lo miro; tiene los ojos cerrados, un labio partido, el pelo mojado y pegado a la frente. Su pecho sube y baja por la agitación con la que respira.

Hanyauku [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora