Abro los ojos de golpe. La pared está frente a mí, estoy tumbado en mi cama y no puedo creerme lo que ha pasado. Me he dormido mientras lo esperaba. No sé cómo pasó ni cuándo, solo sé que son las siete de la mañana y él no ha venido. Porque no ha venido, ¿verdad? ¿Y si ha venido, me ha visto dormido y se ha ido?
Entierro la cara en la almohada. ¡Soy idiota! Seguro que ha pasado lo segundo y he perdido una muy buena oportunidad de pasar la noche con él. Ahora ya no sé cuándo podré volver a verle; esta tarde vuelvo a casa con mamá para pasar las vacaciones y después de saber que puede estar tanto tiempo desaparecido y aparecer tan de repente, ya no tengo ni idea de qué esperar de él. Porque lo único que sé de él es que a su hermanita le pasa algo y que trabaja en un restaurante italiano, o al menos hace una semana lo hacía. No sé dónde vive cuando no está en la residencia, no sé cómo son sus padres, no sé... nada. Y quiero saberlo todo sobre él. La curiosidad me mata. Quiero, al menos, poder verlo una vez estas vacaciones. Pero va a ser imposible siquiera hablar con él hasta que le apetezca salir de su escondite de nuevo.
Me estiro como un gato sobre el colchón y doy media vuelta despacio. Me preparé las maletas ayer y publican las notas del trimestre en el tablón a las cuatro, que es cuando he quedado con mamá, así que por mucho que la alarma esté sonando, no veo razón para levantarme. Me acurruco en la almohada. Es la primera vez que me dejo a mí mismo dormir e ignorar algo tan importante como una alarma.
No obstante, cinco minutos después vuelve a sonar. Al no soler dejarla sonar, no recordaba que era eso lo que pasaba. Abro los ojos con un suspiro, dispuesto a levantarme, apagarla y tirarme la manta por encima hasta que mi cuerpo me pida salir de la cama. Me muevo para sacar las piernas fuera del colchón y me quedo paralizado.
Está sentado en el suelo, con la espalda apoyada en mi cama, con la cabeza agachada. Su pelo rojo tiene unas raíces oscuras que no he visto nunca porque no puedo mirar sobre su cabeza, y justo bajo la nuca descubro que lleva tatuada la palabra "Sora". Eso es un nombre, ¿verdad? ¿Lo tiene desde siempre? ¿Tan despistado soy? Quizá es el nombre de su hermanita.
Me levanto con cuidado, tratando de no hacer ruido porque parece dormido. Cuando mis pies tocan el suelo, tiemblo porque está helado; no me puedo creer que haya pasado la noche ahí. Bueno, supongo que no habrá venido de madrugada y se habrá quedado dormido a los pies de mi cama, ¿verdad? En realidad, ni siquiera comprendo por qué no está en la suya. O por qué no se tumbó conmigo.
Me muerdo el labio y me agacho para verlo mejor. Definitivamente está dormido. Tiene las rodillas abrazadas contra su pecho, la barbilla entre ellas y los ojos apretados. Y aunque le toco el hombro y lo muevo suavemente, no se despierta.
-Hyukjae -susurro-. Hyukjae, despierta.
No se mueve, no hace ningún sonido de molestia porque estoy interrumpiendo su sueño. Hyukjae solo respira y duerme. Vuelvo a intentarlo varias veces más, apretándome el hombro, gritando su nombre. Me da miedo que tenga el sueño tan profundo.
Al final trago saliva y meto una mano entre sus rodillas para levantarle la cabeza. Pero se me escapa. Su cabeza se va hacia atrás, terminando en el borde del colchón.
-Hyukjae -repito.
Entonces, cuando la cabeza se le resbala hacia la izquierda, salta. La pone recta, sin cambiar de posición. Abre los ojos, mucho, como platos, y me mira con ellos durante varios segundos que me ponen los pelos de punta. Qué miedo.
Relaja sus facciones, cierra los ojos para abrirlos con un suave aleteo y creo que esa mueca en sus labios es una sonrisa.
-Eres tú -dice, y suspira.
¿Qué quiere decir con eso? ¿Se creía que era otra persona cuando ha abierto los ojos? Es bueno que sea yo, ¿verdad?
Creo que sí hago demasiadas preguntas. Pero no puedo evitarlo cuando él es tan sumamente reservado.
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Hanyauku [EunHae +18]
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