—No creo que esto sea buena idea. Soy torpe, ¿recuerdas? Vas a terminar calvo y no estoy dispuesto a salir con el profesor X.
—La mente te la leo incluso con pelo —se ríe, echando la cabeza hacia atrás, y de repente se detiene. El dolor de cuello todavía debe de ser profundo cuando hace un movimiento brusco. Se frota la parte superior de la espalda y se deja caer en el respaldo de la silla de ruedas con un suspiro. Aunque no me mira, sé que puede verme sujetar el bote con las manos temblorosas—. Vamos, solo tienes que lavarme el pelo con el tinte.
—¿Por qué no te has teñido también en la peluquería?
Veo que empieza a girar lentamente dando tienes en las ruedas y me apoyo en la encimera junto a la señora Han, que prepara una tarta riquísima solo porque sí. Me encanta que dedique su tiempo libre a hacer cosas que luego nosotros nos comemos. Creo que he engordado cuatro o cinco kilos en estas semanas que llevo viviendo con ellos.
Un Hyukjae de pelo decolorado me mira desde abajo con una leve sonrisa que no puedo evitar responder. Miro el bote, frunzo los labios. No puede pretender que yo le tinte el pelo. ¿Y si le hago cualquier barbaridad? ¿Y si tardo mucho en quitárselo y le quemo el cuero cabelludo? No, no, no. Puedo atreverme a muchas cosas, pero a esa no. Voy a ser filólogo, no peluquero.
—No tengo dinero —me dice, como si fuera la respuesta más obvia del mundo.
La señora Han enciende el horno y se coloca a su lado para comenzar a pasar los dedos por sus hebras amarillentas.
—Al menos has dejado que te pague la decoloración.
Sus ojos oscuros se ponen en blanco.
—No tenía otro remedio.
—El tinte solo valía un poco más. Solo vale, quiero decir. Si tan solo dejaras que...
—No —la interrumpe y la mira—. No necesito su dinero. En cuanto pueda volver a caminar buscaré un trabajo. Ahora —vuelve a fijar sus ojos en mí—, me harías un gran favor si pusieras el tinte rojo sobre mi cabeza.
Me cruzo de brazos obstinado. Entiendo que no haya querido gastarse dinero en que la peluquera le haga lo que puede hacer él mismo en casa por mucho menos dinero, pero sigo pensando que debería llamar a otra persona para eso. Quizá a Heechul; después de mucho tiempo, he hablado con él de nuevo y parece que ya está de vuelta en Seúl, con Siwon. Sé que no sabe nada de nada, pero algún día deberá enterarse. Es el mejor amigo de Hyukjae, ¿no?
Él niega en cuanto le digo mi idea.
—Puedes hacerlo —dice simplemente y vuelve a girarse. Se señala la cabeza con una mano mientras la señora Han se ríe y sale de la cocina.
—Está bien —me resigno.
Siguiendo las instrucciones que hay en el bote y tratando de hacer que dejen de temblarme las manos, lo dejo listo con el pelo lleno de un potingue rojo y una toalla alrededor del cuello, por si acaso. Me lavo las manos y lo rodeo hasta quedar frente a él. No hay signos de haberle metido tinte en los ojos ni nada parecido.
Su sonrisa de encías hace que suspire aliviado y le responda ampliamente. Al final sí he podido. Como con muchas otras cosas.
Como él cuando decidió que buscaría el lado bueno de las cosas.
Ya no más Juri; ha desaparecido por completo, igual que el dinero de su familia. Su padre le envía una carta disculpándose cada domingo, pero él se niega a leerlas. Yo lo hago. Disimuladamente, se las termino contando mientras lo ayudo a bañarse o antes de caer dormidos en la cama, con la cara sobre su pecho y sus dedos acariciando mi diamante. Sé que él lo sabe y él sabe que yo lo sé, pero ninguno dice nunca nada.
ESTÁS LEYENDO
Hanyauku [EunHae +18]
Fanfiction▶Queda prohibida la copia total o parcial de esta historia◀