04. Apuestas y promesas

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Salí de la habitación llorando, dejando al viejo vistiéndose, e ingrese al baño, mirándome en el espejo pensé en acabar con mi vida, pero ya lo había intentando tantas veces y nunca me funcionaba, ¿Por qué simplemente no podía romper el espejo, tomar un pedazo, cortarme las muñecas y meterme en la bañera?, al cliché pero...

Solo quería salir de aquí, no importa a dónde me dirija al cielo o al mismísimo infierno.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos suicidas.

—¿Gema? —Tres golpes más— ¿Estás ahí? ¿Estás bien?.

—Bethany —Susurré para mí misma mientras abría la puerta, ella entró, sus facciones me indicaron que estaba preocupada.

Preocupada por mí.

—¿Por qué lloras, Gema? —Preguntó poniéndome una mano en mi mejilla y frotándola suavemente, yo me lancé a sus brazos, envolviéndonos a las dos en un reconfortante abrazo.

—Ya no puedo más —Lloriquee en el arco de su cuello.—Quiero morirme, ¡Quiero morirme!

—Shhh, no digas eso —Sentí unas espesas gotas descendiendo por mi nuca, y me dí cuenta que ella también estaba llorando.

Me sentía mal por hacerla llorar.

—Vamos a dormir...—Dijo mientras nos empujaba a la puerta.

—Pero Kari...

—Me vale mierda lo que diga Karina, tú no puedes trabajar así. —Seguimos caminando hasta llegar a nuestra habitación.

Nuestra habitación, ese era el único lugar en el que me sentía segura, y estaba cien por ciento segura que ella igual. A veces nos poníamos a hablar sobre cómo sería nuestra vida si nunca hubiéramos estado aquí, nuestras esperanzas eran nulas, por lo menos las mías, ella por cómo hablaba se notaba que aún las tenía, decía que cuando salga de aquí iría a ver a su familia. Y no la puedo culpar, si yo tuviera familia también la querría ver, si tuviera...

—¿No sabes si estarás en la subasta? —La mire con mis facciones llenas de curiosidad— Sí, la subasta, Karina hará una subasta dentro de tres días, ya le está diciendo a las chicas que participarán.

—¿Y quién te compre en la subasta...?

—Pues te irás a la casa de el comprador y vivirás con él, saldrás de aquí.

—Sí, pero saldrás para meterte en un infierno peor, o en el edén. —Ella se encogió de hombros.

—¿Te gustaría participar? —Preguntó luego de un rato. Yo asentí— ¿Por qué?

—Es como si estuvieras en un casino, apuestas todo lo qué tienes, y te arriesgas a perder o a ganar el triple. Yo apostaré todo lo que tengo, si gano perfecto, si no... ¿Qué podría ser peor qué estar aquí?

—¿Estar allá? —Negué.

—Estando aquí te tienes que acostar con muchos hombres... Estando allá, te puede pasar muchas cosas pero solo sería un solo hombre, supongo.

—Chicas, ya cerramos, y Karina necesita que todas estén abajo —Anunció Lily asomándose por la puerta. Nosotras asentimos y luego ella se retiró dejando la puerta abierta. Nos paramos y salimos de la habitación dirigiéndonos a la planta baja.

Cuando llegamos todas las chicas estaban ahí, y Karina estaba sobre el escenario.

—Ok, como veo que ya están todas o la mayoría empezaré —Ella caminaba por el escenario— Como sabrán, en 3 días osea el Sábado habrá una subasta, subastaremos a las mejores chicas.

Esta perra hablaba como si fuéramos objetos, cuanto la odio.

—... Así que anunciaré a las que participarán. Las chicas qué participarán son: Lily, Elena —Y siguió nombrando hasta qué...— La mugrosa, y ya.

Un momento, estoy yo en la lista pero no está Bethany.

—Ahora mañana las anteriormente mencionadas, solo conocerán a los clientes de la subasta, no darán tratos especiales —Osea sexo— Y se visten como si fueran a una alfombra roja, las demás se visten como las prostitutas que son. Retírense, todas —Y luego bajó de el escenario ingresando a la puerta qué está detrás de este. Todas las chicas subían y entraban a sus respectivas habitaciones murmurando sobre la lista y la subasta.

Bethany no había dicho palabra hasta qué entramos en nuestra habitación, de nuevo.

—Estás en la lista —Asentí— Así qué te irás —Asentí.

—Pero siempre serás mi mejor amiga, pase lo qué pase.

—Pero no estarás aquí —Sus ojos llenándose de lágrimas.

—Pero siempre serás mi mejor amiga, pase lo qué pase —Reiteré.— Oye pero, mira —Ella seguía llorando así que con mi mano tome su barbilla y alce su cara— Si puedo salir de a donde sea que me vaya vendré a verte, y si puedo sacarte de aquí lo haré.

—¿Lo-lo prome-tes? —Sollozó.

—Lo prometo.

Mí GemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora