Baje de la tarima anonadada tomada de el brazo de Don Felipe, no entendía, él me había dicho que no me quería para nada sexual. Supongo qué mintió... o me quería de ama de llaves. No lo creo.
No hubiera pagado cinco mil setecientos dólares por una ama de llaves, ¿o sí?
Un carraspeo me saco de mi trance.
—¿Por qué no vas por tus cosas para que nos vayamos de aquí? —Yo asentí y me alejé dirigiéndome a mi habitación, eso me hacía recordar una cosa.
Bethany.
Aceleré mi paso esperando tener un poco de tiempo para aclarar las cosas con ella. Luego de casi caerme por la escalera, abrí la puerta de la habitación de un empujón encontrándomela a ella acostada en la cama con la mirada fija en él techo.
—Bethany.
—No quiero hablar —Respondió a mí llamado cortante.
—Pero esto no es por qué quieras, es por qué necesitamos hablar, no sé si sepas pero me iré, me acaban de comprar...
—En cinco mil setecientos dólares, bla bla bla —Añadió.
En realidad no iba a decir eso, y lo que dije era para que supiera que me iría, no para echárselo en cara.
POV Bethany:
No podía echarme para atrás, tenía que seguir cortante con ella, así nos dolería menos, o eso quería creer.
—Y una mierda Gema, toma tus cosas y lárgate. No quiero verte más —Irónicamente la miré, y estaba llorando, mis ojos también se llenaron de lágrimas solo que estas no salieron y yo volteé mí cara para qué ella no lo notara.
—¿Quieres que me largue? —Preguntó dolida.
—Con todo mi ser —Escupí— Hazlo ya.
—Bien —Camino hacia su cama, ya que ella había permanecido en el marco de la puerta, y tomó la bolsa con sus cosas, luego volvió a caminar hacia la puerta y antes de cerrarla susurró— Te quiero y te extrañaré —Y luego cerró la puerta.
Saliendo de la habitación, saliendo de mi vida, saliendo de aquí, la extrañaría demasiado, ella me hacía no ver tan malo este lugar, nos divertíamos, a pesar de todo lo hacíamos, y ahora... ¿Qué haría yo sola?
–Yo más —Susurré y luego rompí en llanto.
POV Gema:
Baje con el corazón latiéndome a mil, mi rostro lleno de lágrimas y por lo mismo mi maquillaje estaba corrido. Bueno, esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas, así de fácil.
Don Felipe Serrano se encontraba al final de la escalera, cuando llegue a él el empezó a caminar y yo lo seguí. Llegando al frente de el burdel ahí se encontraba un Bentley negro estacionado, un hombre con un traje nos habría la puerta y nosotros entramos.
Vaya debía ser muy importante, ya que tenía vidrios anti balas, no creo que venda jugos y tenga un Bentley.
—Gema —Me miró— Te veo confundida.
—Estoy confundida.
—¿Quieres que te de una breve explicación? —Asentí— Bueno, déjame informarte que te saqué de ese burdel para salvarte, no tendrás que trabajar ni dar placer a nadie.
—Gracias a dios —Susurre mientras rompía en llanto.
—... Bueno, ahora mi esposa te explicara lo demás.
Nos abrieron las puertas de nuevo y nosotros bajamos esta vez, encontrándonos con una hermosa casa de dos plantas, y un hermoso jardín en frente de esta. Entramos a la casa aspirando un olor a fresas y a chocolate, y entramos a la sala donde se encontraba una señora leyendo una revista de decoración de interiores. La señora tenía el pelo amarillo, y cuando me miro supe que sus ojos eran verdes, al igual que los míos solo que un poco más oscuros.
—Hola querida —Dijo amablemente bajando la revista— Ven siéntate —Me acerqué y me senté a su lado— Me imagino que estás confundida —Asentí— Bueno te explicaré todo. Mi nombre es Francisca Serrano mi esposo y yo perdimos una hija hace unos tres años, no la perdimos, la asesinaron, y decidimos ayudar a una de esas tantas niñas que las obligan a prostituirse. Mi esposo te escogió a ti por qué te pareces tanto a ella —Me sobo el cabello— Solo que ella tenía el cabello amarillo. No sabes cuánto la extraño —Sus ojos se aguaron.
—Pero no entiendo ustedes... solo me tendrán aquí —Estaba muy, muy confundida.
—Sí pero tú nos tendrás que ayudar a algo —Asentí varias veces— Hay una familia que fue causante de la muerte de nuestra hija, los Wittford, y nosotros te haremos un pequeño cambio, para que parezca qué eres nuestra hija de sangre, aunque también me gustaría que fueras mi hija adoptiva, por decirlo así —Dijo amablemente— Luego te diré lo demás, te veo muy abrumada. Amor llévala a su habitación se ve que está cansada.
—Muchas gracias, haré todo lo que me pidan, gracias —Dije derramando un par de lágrimas.
—No te preocupes linda —Dijo sobando mi mejilla.
—Ven Gema, te muestro tu habitación —Dijo Don Felipe, que permanecía de pie.
Yo me acerqué a él y luego nos dirigimos a la escalera.
—Gema —Dijo Francisca antes de que saliéramos de la sala— Bienvenida a la familia.
Un momento, ¿familia?. Sería parte de una familia.
Wow necesitaba descansar. Subiendo a la planta alta Don Felipe me apunto a una puerta, no me fijé en lo demás de lo abrumada que estaba.
—Esa es tu habitación.
Me dirigí a ella sin decir palabra, y entré por la puerta blanca, encontrándome con una habitación muy grande para una persona, las paredes estaban pintadas de un rosa claro, la cama era blanca con una sabana fucsia, un escritorio blanco, closet blanco, una repisa llena de libros, entre otras cosas.
Yo solo me quite el vestido, entre por una puerta blanca que supongo sería el baño, y no me equivoque, me lave la cara eliminando mi maquillaje, y luego abrí mi bolsa, poniéndome mi pijama y acostándome en la cama.
Analicé todo lo que me estaba pasando, desde el día que conocí a Don Felipe Serrano —Qué ese mismo día conocí a un dios griego— La pelea con Beth, la subasta, todo.
Y lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, había salido de un infierno para entrar en el cielo. O, algo mejor, en una familia.
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Mí Gema
De TodoGema, ella es solo Gema. Fuera de ese local, para las personas qué no la conocían, erá una chica normal, pero para las personas dentro de él local... era una prostituta, sin más, una simple, y vulgar prostituta. Pero para él no, para él era la chica...