09. Hermana mayor

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Me siento en la cama con los ojos cerrados sintiendo punzadas en mi cabeza, cuando abro los ojos inmediatamente los vuelvo a cerrar por la penetrante luz qué entra a la habitación, luego de varios intentos mis ojos se acostumbran a la luz y me levanto de la cama.

Me tomo la molestia de observar cuarto y noto cosas que ayer no. La habitación tiene una gran ventana —Qué es de ahí de donde entran los rayos solares—, hay dos mesitas de noche blancas a cada lado de la cama en una hay una lámpara y en la otra una laptop con una alarma. Por cierto son las 9:00 a. m.

¿A qué hora desayunarán aquí?

—Gema amor —Dice Francisca tocando la puerta.— ¿Puedo pasar?

—Asiento, pero al percatarme de que no puede verme agrego—Sí señora pase —Me quedo parada en mi lugar.

—No me digas señora puedes decirme Francisca o mamá —Dice entrando a la habitación— Veo que aún no estás lista para desayunar —Yo niego mirando mi pijama— Hija en el closet tienes ropa, no tienes que ponerte tu ropa vieja, es más dámela, la botare —Extendió su mano. Yo dí unos pasos tome la bolsa negra y se la entregué— Te estaremos esperando para desayunar, no tardes tanto —Y salió de la habitación.

Me caía muy bien esa señora, cuando la veías provocaba abrazarla, es muy dulce, muy amorosa, no me conoce y me dice que le diga mamá. ¿Cómo la llamo?, no quiero que se sienta incomoda cuando la llame mamá. Me encantaría llamarla mamá, después de todo siempre quise una mamá. Pero no sé, lo pensaría.

Camine hasta el closet y abrí las puertas quedándome anonadada, hay tanta ropa hermosa, desde vestidos hasta shorts, la ropa es muy hermosa. Saqué un pantalón blanco —Es como roto en la rodilla—, con una blusa sencilla gris, pero... no sabía dónde había zapatos. Hasta que mire debajo de la ropa que estaba colgando de el closet. Había de todo desde Nikes, hasta Adidas, y muchas de varios colores, tome unas Nikes grises y me metí al baño.

Dándome una ducha rápida, vistiéndome y peinándome para luego salir de la habitación.

Tienen una casa muy hermosa, ayer no detalle la casa, primero por qué estaba cansada, y segundo estaba abrumada. Pero el pasillo por el que estaba caminando tenía varias puertas blancas, muchas, puertas blancas como ocho o diez, no lo sé, y había espejos, cuadros, adornos por todos lados. Obviamente todo combinaba.

Me pare a mirar detalladamente uno de los cuadros, ahí estaban, toda la familia Serrano supongo, estaba una niña de unos 11 años, el señor Felipe, la señora Francisca y una joven, de pelo amarillo y ojos verdes, como los míos, solo que más oscuros. Todos miraban a la cámara, felices.

Me dejé llevar por el olor a waffles. Baje las escaleras, cruce lo que supongo era la sala y luego de pasar varias habitaciones llegué a la cocina. Era toda blanca, y ahí estaba Francisca untándole Nutella a un waffle.

—Pasa corazón —Yo me adentré en la cocina y me senté en una silla de el mesón— Siéntete afortunada, yo nunca cocino, siempre le digo al chef que lo haga, pero hoy quise prepararte waffles con Nutella —Dice dejándome un plato con seis waffles.— Habla linda, entra en confianza.

—Gracias señ... Francisca. De verdad me siento tan agradecida con que ustedes me hallan traído aquí. Qué me hayan sacado de ese lugar —Murmuré, mis ojos se cristalizaron.

—¿Desde cuándo estás ahí?.

—Mi madre, si es que puedo llamarla así, me abandono desde recién nacida —Una lagrima escapó de mi ojo.

—¿Estudiaste?, ¿Fuiste a la escuela, a la secundaria?

—Negué— Pero Karina —Ella me miró sin saber quién era Karina— La proxeneta. Ella llevó a un maestro como por dos meses cuando tenía como 13 años. Él nos enseño a leer, a sumar, multiplicar, lo básico.

—Bueno ya. Debes olvidar ese pasado —Yo asentí y empecé a comer mi waffle— ¿Quieres estudiar princesa? —Asentí masticando— Bueno, llamaré a una compañía que enseña en casa, ellos te enseñarán todo lo de la secundaria/universidad, y cuando termines tus clases ya tendrás tu título universitario.

—Pero... no tengo dinero... para pagar a la compañía.

No tenía dinero, en el prostibulo no me pagaban nada.

—Yo te pagaré eso hija, come tranquila —Rodeo el mesón y me dio un beso en el cachete— Por cierto esto es tuyo —Se agachó y de un gabinete saco una cajita— Supuse que no tenias uno, y te lo compre.

Tomé la caja que ella me tendía y no podía creerlo un Iphone 7 Plus.

No me culpen, yo aún dentro de ahí estaba actualizada.

Yo negué repetidas veces y le entregué de nuevo el teléfono.

—No... no puedo aceptarlo... es... es mucho... no—Balbuceo.

—Eres mi nueva hija y yo quiero darte este celular. Tómalo —Lo deja en el mesón.—Ahora tengo que irme —Me dio otro beso— Adiós pequeña, iré a comprar unas cosas.

Wow, esta mujer me sorprendía.

No me conocía y me trataba de lo más amoroso, me daba cosas, parecía que me quería.

Yo siempre quise una mamá, no me importaba si fuera rica o pobre, solo quería una. Y ahora parece que tengo una, pero no me quiero precipitar, aún no entro en confianza. Aunque parece que ella sí. Ya que tú no dejas sola en tu casa a alguien que no conoces, que te podría robar por ejemplo tus joyas.

Y sí que debía tener joyas esa señora, o no lo sé. Estaba vestida muy formal, al igual que ayer. Parece que siempre tiene que estar formal.

Termine mis waffles, abrí la nevera con un poco de pena, y luego de tomar un vaso, servirme jugo de naranja y agarrar mi nuevo teléfono, subí a mi habitación. Encendí mi teléfono, y me empecé a tomar fotografías ya que no tenía nada que hacer.

Necesitaba divertirme, hacer algo no lo sé.

—¿Estás ahí? —Escucho una vocecita que no había escuchado antes decir a través de la puerta— ¿Puedo pasar?.

—Sí, pase.

Al abrir la puerta una adolescente pasa a mi habitación. Tiene el cabello amarillo hasta los hombros y sus ojos miel. Tiene puesto un vestido casual celeste y unas zandalias blancas. Es muy linda.

—Hola... soy Paula Serrano, tu nueva hermana. —Dice mientras se para en frente de mi.

Un momento... ¿hermana?.

—Hola, soy Gema. ¿Por qué dices que eres mi nueva hermana?.

—Oh, lo siento yo...

—Al darme cuenta que fui grosera agrego— Disculpa fui muy grosera, aún no termino de acostumbrarme. Siéntate —Palmeo la cama.

—Tranquila. Mamá me dijo que serias como una hermana mayor, ella preparo muchas cosas antes de que llegaras para que te sintieras cómoda. Remodelaron este cuarto para tu llegada. Y me dio una larga... créeme larga charla de que tú serás parte de la familia blah blah blah —Hizo un mohín con su mano.

—Entonces supongo qué no me queda de otra que ser parte de la familia, hermanita —Bromeé y ella me sonrió.

Mí GemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora