16 de Agosto de 1815
—Camille, papá te llama.—escuché a Danielle. Yo sólo miraba por la ventana, sabía que mi padre estaba muy enojado, cuando nos bajamos del carruaje se fue, sin mirar a nadie, a su estudio, donde se encerró.
Suspiré cansada.—No Danielle, yo no quiero hablar. Con nadie.
—Tú sabes como se pone papá, es mejor que vayas.—dijo algo preocupada.
Con disgusto, me puse lentamente de pie, estaba sentada en mi cama, pensando en todo lo que había pasado, ¿cómo es posible? me habían visto con el duque, solos en la oscuridad, muy cerca el uno del otro, mi padre se moría de la vergüenza, de que más personas hubiesen visto tal escena. El señor Hamilton, mi tío John, a quien considero un segundo padre, ¡me vio así! Moría de pena. Recordar sus miradas, llenas de vergüenza, desilusión, cuando todos se acercaron y comenzaron a murmurar de nosotros.
—¿Camille? ¿estás bien?—preguntó Danielle, pues me quedé absorta en mis pensamientos.
—Sí, Dani. Te veo luego.
Intenté pasar a su lado, pero con un suave movimiento de su mano, me detuvo.—Oh sí, antes de que te vayas...—comenzó a jugar con sus dedos.—Mis padres ya no me dejarán dormir en la misma habitación que tú.—Dijo casi un susurro. Cuando levantó su mirada, estaba cristalizada.—Lo siento.—finalizó.
—Está bien.—Traté de sonar lo más normal posible, pero aquello me dolía mucho.—Está bien. - Repetí. Salí de aquella habitación, antes de que dijera algo más, no quería que me viera llorar, muy pocas veces lloré delante de ella.
Solté algunas lagrimas mientras bajaba las escaleras. Habían algunos sirvientes que me miraban con lástima a medida que bajaba; todos me habían conocido desde bebé, sabía que algunos les dolía ver cómo mi padre me trataba. A mi corta edad estaba pasando por tal escándalo, lo que me ponía triste, también. Lo más seguro es que todo Londres ya está enterado, pues es el duque de Wellington. Era incómodo pensar en que de ahora en adelante sería el centro de atención. En otros momentos, no me molestaría ser el centro de atención, pero esta vez, sí, un poco.
Cuando bajé el último escalón, escuché un grito proveniente del estudio de mi padre, lo que me hizo estremecer. En el camino, él sólo se dedicó a mirar por la ventana, en silencio, con coraje retenido, sin dirigir la palabra ni al viento.
Era peor, pues mi padre nunca ha sido de la idea de que nosotras y las demás jóvenes, nos casemos antes de los veinte, lo cual no concordaba con la sociedad. Él quería que sus hijas se casaran después de esa edad. Sabía cuánto significábamos para él, siempre nos decía que somos sus joyas preciosas y preciadas; tenía un hermano que en esos momentos estaba estudiando en Eton, por lo que no estaba con nosotros.
Siempre que entrábamos a un baile, robábamos suspiros de cualquier caballero, sólo que Danielle siempre ha sido muy tímida, al contrario de mí, no me gustaba estar sola en un baile, me han dicho que mi carácter hace que más caballeros se sintieran atraídos por mí.
Tomé profundamente aire y lo expulsé, así tomé el valor de levantar mi mano y tocar despacio. Se escuchó un "adelante", por lo que giré la perilla y abrí lentamente, asomando sólo la cabeza primero.
—¿Me llamaban?—dijo con una sonrisa, trataba a toda costa de ocultar el nerviosismo junto con todos los sentimientos que sentía por aquella situación.
—Pasa.—dijo con dureza mi padre, que estaba sentado en su gran silla volteado a su ventana.
Volví a temblar. Con paso firme, me adentré, cerrando detrás de mí, la gran puerta.
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Defender Mi Honor (D.M.H. 1)
Historical FictionAnte la sociedad londinense, la vida de Camille y Danielle Britt era perfecta, ambas hijas del Marqués de Winchester, para quien sus hijas gemelas eran sus más preciadas joyas. Pero un día en el baile de los Hamilton, el honor de una de sus hijas es...