Capítulo 33*

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29 de octubre de 1815

Abrí los ojos entre la oscuridad mientras tocaba mis labios. Juro haber sentido que alguien me besaba. Volteé a mi izquierda, pero Damien no estaba a mi lado, sino que él estaba en la ventana.

Lo miré como él sólo miraba al cielo y una pequeña lágrima caía de su ojo.

Cerré los ojos al mismo tiempo que él volteaba hacia mí.—¿Qué me haces, Camille?—escuché sus pasos acercarse a mí. La cama se hundió a mi lado y su aliento fresco se sintió en mis labios.—Eres mi sol...—mi corazón se aceleró, en ese momento no entendí, pues después de unos segundos sus labios chocaron con los míos y tan rápido como me besó, se alejó.

Me quedé quieta en mi lugar, como si realmente estuviera dormida, entonces me moví y le di la espalda, como si dormida me acomodara.

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—¿Señora Becher?—Amélie me llamó.

—¿Umh?

—No ha tocado su desayuno y el señor Becher la espera en la parte de abajo para ir a dar un paseo, dijo.

Reaccioné.—Es cierto, ya me doy prisa.

Comí y de inmediato me encaminé a la puerta para poder ir a dar un paseo. Le había dicho esta mañana que me llevara a dar un paseo, que empezaba a aburrirme, y como era de imaginar, su tan típica frase -desde que llegamos a Francia- salió: "te dije que te quedaras en Londres."

—Camille.—me llamó cuando terminaba de bajar las escaleras.

—Damien.

—Ya pensaba que no ibas a bajar.

—Oh, por favor, ¿acaso jamás escuchó que un caballero debe de hacer todo por una dama?

Él negó con la cabeza mientras soltaba una suave risa.—Vamos.

Agarró suavemente mi brazo y lo colocó sobre el suyo, para empezar a caminar a los jardines del hotel.

En cuanto salimos, puede ver a lo lejos a la señora Le Brun, quien venía hacia mí, pero al ver a Damien, se detuvo abruptamente.

Me reí.—¿Qué es tan divertido?—preguntó él.

—Nada.—sonreí y lo guié a otra dirección.

A lo lejos pude ver como se quedaba en el mismo lugar.—¿Por qué miras tanto había atrás?

Volteé de inmediato hacia él.—No es nada.

—¿Algún caballero?

Sonreí.—Creo que sí.—se detuvo de inmediato.—Estaba jugando.

—Ya, claro.—volvimos a caminar.

—Creo que hoy es un excelente día para dar este hermoso paseo, ¿no es así?

—Sí.

Volteé a verlo, pues se había detenido; él estaba mirando al quiosco que estaba algo lejos, pero de espaldas se veía la señora Le Brun, la pude reconocer de inmediato por su cabello caoba.

—Damien.—lo llamé.—¿Seguimos?

—Está bien.—dijo aún mirando hacia ella y se puso en marcha.

Suspiré sabiendo que era un buen momento para preguntarle ha cerca de ella, pero él pareció darse cuenta de que iba a preguntarle algo porque me volteó a ver amenazadoramente mientas seguíamos nuestro camino en silencio total, hasta llegar a una banca donde tomamos asiento.

Suspiré y volteé a ambos lados para ver lo qué hacían los demás. Damien no era muy conversador, así que él se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo, hasta que uno de sus socios -también hospedado en el hotel- se acercó a él e inició una conversación, mientras su esposa se acercaba a mí para iniciar una conversación.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora