Capítulo 18*

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17 de septiembre de 1815

—El vestido se tuvo que hacer rápido, lo cual subió el presupuesto.—decía mi mamá.

—Ajá.—seguí cepillando mi cabello.

—Camille.

—¿Umh?—dije aún con el cepillo en mano.

—¡Camille!

Rodé los ojos y me di la vuelta hacia ella.—¿Sí?

—Le he estado hablando a una pared, porque tú caso no me hiciste.

—Perdón. ¿Y qué quieres que te diga?—conteste irritada, dándome la vuelta nuevamente.—¿Qué problema hay?

La escuché suspirar.—En una semana...

—No me digas eso.—dejé el cepillo en el tocador. Tocar ese tema, ponía a todos sensibles.

Una semana de libertad.

—Pues debes de saber que sí, dentro de una semana te casarás.

Y sí. Había hablado con Damien hacia una semana, en donde le había exigido saber la fecha exacta, pues parecía que la única que no sabía la fecha era ella, hasta Danielle la sabía.

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¡Dime la fecha de boda!—exigí una vez más, golpeando la mesa de su estudio.

Ajá.siguió ignorándome, a pesar de que llevaba mucho allí.

¡Damien! ¡Te estoy hablando! ¡Hazme caso!

Él cerró los ojos conteniendo la poca paciencia que tenía. Dio un suspiro y me volteó a ver.Dime, querida.

¡No me llames querida!soltó un suspiro cansado y rodó los ojos.¡Tampoco hagas eso!—se puso serio.Ay... Pero tampoco te pongas así...

¡Maldita sea Camille! ¡Estás haciendo que pierda mi paciencia!

¡Pues sólo dime la fecha de la boda!

¡¿Para qué quieres saberla?!

¡¿Para qué quieres ocultármela?! ¡Igual tengo que casarme!

¡En dos semanas!soltó cansado.

¡¿QUÉ?!

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—Ya ya, iré.—dije, levantándome de la silla.—Iré.

—Pues no era una opción.—rodé los ojos.—Una...

La interrumpí antes de que me diera una plática.—Por favor, quiero disfrutar esta semana.

—Cami...—se levantó de mi cama.—Tú... Bueno...—sus ojos se llenaban de lágrimas.—No sé que tan seguido nos veamos, que ta-tan seguido nos veas...—soltó la primera lágrima. Fruncí el ceño. —Pero...

—Mamá...

—Escucha Camille.—callé.—Quiero que sepas que te quiero.

¿Qué? ¿sólo eso? Bajé la mirada.—Gracias mamá.

—Camille...

—Tengo que irme. Quedé de ir con las tías de Damien a resolver unos detalles.

—Está bien, hija.—se limpió las lágrimas.—Ve.

—Adiós.—salí del cuarto y me encaminé al carruaje que esperaba por mí.

*

—¡Qué bueno que ya has llegado Camille! La señora Roberts nos está esperando.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora