Capítulo 34*

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30 octubre de 1815

Desde ayer no veía a Damien que se fue a una de sus reuniones por lo que me devolví a la habitación y pasé todo el día ahí.

Ahora me encontraba en la gran ventana de la habitación esperando a verlo entrar y que pudiéramos hablar acerca de lo que ha estado pasando entre nosotros.

Sé que siempre he pensado que el matrimonio entre Damien y yo no podía irse más a la ruina, pero me he equivocado; yo sé que jamás me volveré a casar, ni que escaparé como escuche a mi mamá y a la tía Caroline hablar de una señora que escapó de su marido hace años atrás. Así que yo sé que nada de eso ocurrirá, por lo que he decidido que ambos, debemos de estar en bien el uno con el otro, será difícil, pero vale la pena intentarlo, por lo menos.

Danielle siempre ha sido la sentimental y sensible, yo siempre me caractericé por ser la hermana fuerte -según papá- y que no me dejaba de nadie. Pero bien, eso estaba cambiando, me sentía muy sensible por todo lo que ocurría en mi vida.

Echaba una mirada al pasado y me arrepiento de muchos errores que cometí, y sí, uno de esos es el estar casada, aunque diga que quiero arreglar las cosas, pues no tengo de otra, pero no hubiera decidido casarme, tal vez con Jack me hubiese casado pero... ¿Damien? Jamás me hubiera pasado por mi cabeza.

Sí, varias veces escuché de él en todos lados, hasta tal punto de hartarme. "El señor Becher es tan rico como guapo." Decían tantas muchachas casaderas, cuando solía ir a salir con mis amigas.

Siempre pensé que él era un viejo duque, como todos los que papá conocía, pero jamás imaginé que fuera él, hasta que lo vi en un baile de una amiga, era muy guapo, mas Danielle suspiraba por él y tuve que hacerme la inmune a sus encantos frente a ella y mis amigas, mientras por dentro deseaba poder acercarme a él, sabía que papá y mamá lo aprobarían de inmediato.

Todo pasó muy rápido, hace apenas unos meses estaba en casa sin ni un compromiso. ¿Quién iba a pensar que me casaría de un instante a otro? ¡Ni siquiera yo me la hubiese creído!

Escuché la puerta de la habitación abrirse, era mi doncella.—¿Amélie?

—Lo siento por aparecer así sin tocar, se me han olvidado los modales, discúlpeme milady.

—No te preocupes. ¿Qué ocurre?

—Me encontré al señor Becher y me pidió que la ayudara a arreglarse para el baile que habrá esta noche.

—¿Baile? Él no mencionó ni un baile.

—Es todo lo que sé, señora Becher.

—Bueno.

Caminé a mi baúl, de donde saqué un vestido de baile azul y lo puse en la cama.

—Déjeme ayudarla.—Amélie me ayudó en lo demás.

Había decidido dejarla ir, desde que ella me dijo que se quería quedar.—¿Todo bien con tu prometido?

—Desde luego, señora Becher.

—Me alegra.

Volteé a ver a mi derecha y vi por la ventana como un carruaje llegaba y de él salía Damien.

—Estoy bien así, Amélie, gracias por ayudar.

—No hay de qué, permiso.—hizo una reverencia y se fue.

Terminé de poner mis pendientes a juego y me fui al lado de la puerta, a esperar a Damien, que después de unos minutos, entró.

Se quedó en la entrada, observándome.—Vaya, que bueno que estás lista.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora