30 de octubre de 1815
Daba vueltas en la cama. Él había regresado.
Hacía demasiado tiempo que dejaba de pensar en él, lo había superado.
Me levanté por fin de la cama, después de otra pesadilla relacionada con él.
Había sido algo que me había dejado marcada, su traición había sido algo muy duro para mí, incluso podría decir que tenía cierto trauma, lo cual sonaba estúpido e incierto.
Caminé a la mesa donde había una jarra con agua y estaba la copa a un lado donde serví un poco y tomé fe un sólo trago.
No dejaba de pensar en aquellos momentos, fragmentos de esos momentos volvían a mí cada vez que cerraba los ojos e intentaba dormir.
—Basta.—susurré y agarré mi cabeza, esta dolía.
Había sido una época muy difícil para mí, igual que cuando mi padre me encontró en los brazos de Damien, pero esa época había sido peor, no me había dejado salir de aquella habitación en dos meses enteros, no había hablado con mi madre ni con mis hermanos, y obviamente con él tampoco. Sólo iban de vez en cuando a dejarme comida, ropa, prepararme un baño, dejarme libros y cosas así.
Respiré con dificultad, ya no tenía sus cartas, en donde ne decía lo estúpida que era, lo ingenua que había sido y fácil convencerme. Sus cartas eran dolorosas, aún más que si el me diera una bofetada como yo lo había hecho.
Mi padre desde pequeña me había dicho que era la más complicada, a pesar que yo sabía que me quería, él siempre había sido muy duro conmigo, no tanto como con Ian y Danielle. Incluso llegué a pensar que no era su hija, pero imposible, Danielle era mi gemela.
Me agarré de la mesita mientras el sudor de mi frente caía en pequeñas gotas.
—Camille.—escuché a Damien.
—Duerme.
—Ven a la cama.—me di la vuelta hacia él y lo vi sentado observándome. Cerré los ojos y suspiré caminando hacia él.—¿Qué ocurre?—preguntó una vez estaba junto a él.
—Es pasado, olvídalo.
—¿Qué ocurre?—repitió.
Volteé la mirada a otro lado y me puse a pensar en si decirle o no. Él me había contado lo de la señora Le Brun.—Es una larga historia.—cerré los ojos y dejé aquella lágrima salir.
—Estoy dispuesto a escucharla.
Reí sin ganas.—Ni siquiera estoy segura de querer contarla.
—Camille...
—Abrázame y hay que dormir, mañana será otro día, tal vez pueda sentirme segura de contarla.
Él asintió y me abrazó como se lo pedí.
Sentí sus brazos envolverme y mis ojos se cerraron, y pude descansar.
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Editado el 6/junio/2020
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Defender Mi Honor (D.M.H. 1)
Ficción históricaAnte la sociedad londinense, la vida de Camille y Danielle Britt era perfecta, ambas hijas del Marqués de Winchester, para quien sus hijas gemelas eran sus más preciadas joyas. Pero un día en el baile de los Hamilton, el honor de una de sus hijas es...