Capítulo 38*

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03 de noviembre de 1815

Me levanté y lo primero que hice, fue tocar a mi lado, pero Damien no estaba.

—Aquí estoy.—volteé frente a mí, ahí estaba.—Muéstrame tus muñecas.

Fruncí el ceño y luego recordé lo del día anterior.—No es...

—Muéstramelas.—lo hice y se acercó, las acarició y después depositó un beso en ambas.—Perdóname.

—¿Po-por qué?

—Por no haber llegado antes.

Lo miré enternecida.—Ya pasó, hay que olvidarlo.—él asintió.

—Bueno, creo que iré a ver cuando es posible que salgamos hacia Inglaterra. ¿Te veo luego?

—Sí, claro.

Él se levantó y me dio un beso en la frente para después marcharse .

Me quedé un rato sentada, hasta que me aburrí y decidí bajar a los jardines, puesto que era probable que me fuese pronto.

Cuando bajé, vi a Damien subirse en su carruaje, así que caminé al jardín más cercano.

Se me hacía raro no haber visto a la señora Le Brun o a alguna de sus amigas, a Esmee. Recordé lo que Damien me había contado, jamás imaginé que él hubiese pasado por eso.

En varias ocasiones había escuchado de el caballero más guapo, según las demás jóvenes, el señor Becher, Duque de Wellington, pero muy pocas veces lo había visto, y yo estaba entretenida en Jake. En los bailes casi nunca se le veía, en la presentación mía y de Danielle, ansié verlo, puesto que apenas escuchaba de él, así que esperé verlo, pero en cambio vi a Jake y a David, y muchos más caballeros, muy agradables, pero jamás vi a Damien o alguno de sus amigos. Recuerdo que conforme pasaba todo, y después de David, olvidé a todo caballero, pero Jake apareció, así que yo le presté atención, él me había hablado tan bien, me gustaba la manera en la que me miraba, la manera en la que me trataba, nunca le hablé a nadie de él, por miedo a que me sucediera lo mismo que con David.

Caminé al quiosco y me senté ahí a esperar a ver a alguien conocido, mi madre apareció apenas unos minutos después.—Sabía que te encontraría aquí.

Se sentó a mi lado y al mismo tiempo me tomó las manos. La miré esperando a que ella dijera más.

—Querida. ¿Porqué no puedes ir a visitarnos?

—Nunca dije que no.

—Pero no lo has hecho y de verdad te quiero ver cerca cuando Danielle se case.

—Madre, estaré ahí, Damien y yo estaremos ahí.

—Eso espero, y luego Ian...

—Mamá, para, no quiero que digas más. Él me lo dirá a su tiempo, y si él quiere decírmelo.

—Camille, él te extraña mucho.

—Lo sé, y yo a él.

Sonrió.—Iré con tu tía Anaé.

—Nos vemos luego.—ella asintió y se fue.

Me volví a sentar y esperé a que se hiciera un poco más tarde para poder ir a mi habitación de nuevo.

Cuando llegué, vi una carta con mi nombre sobre la mesita de noche, era la letra de mi padre, así que la abrí.

"Mi querida hija.

Sé que me he portado muy mal contigo, pero espero que algún día tenga el suficiente valor para decirte lo que ocurre, que algún día pueda recompensar cada mal momento que te he hecho pasar, junto a nosotros, sé que tal vez estés pensando en todas las posibles causas del porqué pasó todo esto, del porqué te he tratado así, y sé que ese día llegará, llegará el día en el que te lo pueda decir, pero no ahora, sólo espero que seas paciente y que no me guardes rencor.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora