3 de noviembre, a las 19:33.
Querido diario,
hace ya un tiempo que conocí a Ruth, y tú mejor que nadie sabes que somos muy buenas amigas. Me ha ayudado tanto que no sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por mí. He recuperado peso. Los cortes ahora sólo son cicatrices y Ana y Mía parece que han callado sus voces para siempre. Puedo decir que soy feliz. Me ha costado muchísimo dejar de vomitar, pero me he acostumbrado al hábito de tenerla cerca. Me obliga a comer poco a poco, aunque no tenga hambre, siempre me ayuda. Lo sé todo sobre ella, y ella lo sabe todo sobre mí. Pasamos mucho tiempo juntas y nos queremos, claro que nos queremos. ¿Pero como amigas? No lo sé. Lo único que sé es que nos pasamos horas hablando y creo que nos gustamos.
Quizás esa sea la razón por la que nunca me haya gustado un chico, quizás a mí siempre me han gustado las chicas y no me he dado cuenta hasta que la he conocido a ella. Yo qué sé, tengo mariposas en el estómago cada vez que lo pienso y me sale la sonrisa tonta. Esa sonrisa que lucía cuando era pequeña ha regresado.
Definitivamente, querido diario, Ruth me gusta. Soy feliz. Mucho. Muchísimo. Doy las gracias a Dios por haberla conocido, por no haberme suicidado y por haber tenido la oportunidad de conocerla.
Definitivamente, mundo: gracias.