64. Travis

96 10 0
                                    

-¡Diooooos!-la  escucho  chillar  desde su  estudio,
-Iré  a verla-le  digo  a  Liza,  ella asiente  y,  yo  abro  la puerta del  estudio  de  Alexis. Está sentada en  el suelo  agarrandose  la  cabeza, rodeada de  dibujos  y  telas,
-Vamos-le digo,  me  mira  confundida,  -A comer  preciosa-anuncio,
-No  Trav, solo  me  queda  un  mes  y...y...-tartamudea, cierro  la  puerta  detrás de  mi  y,  me siento  frente  a  ella,
-Basta-digo,  -No  se  te  va  a  ocurrir  nada ahora, necesitas dormir, descansar  y  darle  de comer  a  ese  cuerpo-,
-Pero...-,
-No  Alex-la  reprocho,  -Vamos, se  acabo  por hoy,  te  llevaré a  casa,  cocinaré  algo  para ti y  me  aseguraré  de  que  te  duermas  antes  de  irme-,
-Trav...-susurra al borde del llanto,  
-Vamos-me  levanto  y  le  ofrezco  mi  mano, ella  sonrie  y  la toma. Sacarla  del negocio  no  me  lleva  más  de  cinco  minutos,  la subo  a  la camioneta  y  la  llevo a casa.
-¿Que quieres  comer?-le pregunto  en un  semáforo,  
-¿Vamos a  pedir algo?-,  
-No, dije que  te  cocinaria asi que  eso  haré-,  la  miro  y  ella sonrie,  aprieta  mi  mano  en la suya,
-Gracias-dice  sonriendo, le  devuelvo  el apretón. Estoy  acostumbrado  a  cocinar, vengo  haciéndolo  para  mi desde  hace  tiempo  asi que, prepararle una cena  mientras ella se  ducha, no  me  es  problema, solo  espero  que  le guste. Soy un  adicto  a  la comida sana,  creo  que  es  un  efecto  secundario  de  mi carrera.  La natación  me  ha llevado  a  distintos  deportológos  y  nutricionistas que  me  han  enseñado  muchas  cosas a  lo  largo de  todo  este  tiempo.

La obligo  a  ponerse  el  pijama  y, cuando  está  lista  le  sirvo  la cena.
-Mmm...-susurra  cuando  hace  el  primer  bocado,  -Trav, sabe delicioso-,  me  rio,  
-Gracias  mi amor, no  te  deje  ninguna verdura  en la heladera-aviso  antes  de  dar  mi primer bocado, ella  se  rie,
-Tengo  que  hacer las compras asi que  no  te  preocupes-,
-Puedo  ayudarte  si quieres,  lo  haremos  en la  mañana  para que  te  despejes  más tiempo-, asiente  con  una sonrisa.
Cuando  termino  de  lavar los platos, vuelvo  a  donde  esta  sentada  y  la  veo  dibujar  en una servilleta,
-¿Qué haces?-,
-Es  que...-me  mira  avergonzada,  -Me  diste  una idea  y...y...no  quería que  se  me  fuera-explica,
-Termina  tranquila, tampoco  voy  a  moderte-admito,  ella se  rie  y  sigue  trazando  líneas en el papel.  Me  siento  a  su  lado  y  la  observo,  se  le  forma una arruga  entre  las cejas mientras dibuja, los  ojos azules le  brillan, veo  como  del pelo  le  caen gotas de  agua,  va  a  enfermarse, asi que  me  levanto  y  voy  hasta  el baño  en busca  de  una toalla.  Cuando  la  encuentro,  vuelvo hasta  ella  y  tomo  todo  su cabello  desde atrás, ella  deja de dibujar y  me  mira,
-Si  no  te  secas el  pelo  vas a  enfermarte  y  no  necesitas  eso  ahora-,  ella asiente  y  yo envuelvo  su cabello  estrujandolo  con  la  toalla para secarselo.  Tengo  unas ganas impresionantes  de  llevarla  a la cama  y  hacerla  mía pero  me  contengo,  me  gusta  esto  de  ir lento  y  no  quiero  arruinar las cosas.
-Listo-dice,  -Tengo  el último  diseño-,
-Bien-digo  y  beso  su cuello,  -Significa que  ahora  te  vas  a ir a dormir-,  ella rie,  -¿O  me equivoco?-,
-No-, se  levanta  de  la silla  y  rodea  mi  cuello  con  sus  manos,  es  preciosa,  el pelo  oscuro y  los ojos  azules junto  con  sus curvas  asesinas  la hacen, hermosa,
-Bien-rodeo  su  cintura  con  mis  manos y  la pego  a  mi  cuerpo, por  más que  quiera  sé que  no  es el  momento. Con  un  rápido  movimiento  la  levanto  en  mis  brazos  y, para darse estabilidad  rodea  mi cintura con  sus piernas,
-A la  cama-le digo, ella  sonrie, la cargo  hasta  la  cama  y  la suelto, suave  y  lentamente sobre  el colchón, ella  se  mete  entre  las sábanas  y  desde  ahí me  mira,  me  quito  las zapatillas y me  acuesto  a  su lado. La rodeo  con  mis brazos  y  ahí  se  relaja. Cuando  se  duerme  me  despego  de  ella  y  vuelvo  a  ponerme  las zapatillas, no  voy  a quedarme,  si  lo  hago  tal  vez  le  moleste  y, no  quiero  arruinar las cosas. Tomo mis cosas del desayunador y,  cuando  me  volteo  para abrir  la puerta,  la  veo sentarse  en  la  cama,
-¿Trav?-susurra,  -¿Vas  a irte?-,
-Pensé  que...-, no  estoy  tan  seguro  de  hablar,
-Quédate-dice,
-¿Segura?-,
-Muy-, con  esa  sola palabra  me  convence,  dejo  de  nuevo  mis  cosas donde  estaban  y, cuando  estoy  en  el borde  de  la cama,  me  quito  las zapatillas y  la remera, puedo  dormir  de  jean pero, nunca con una remera puesta. Me meto en la cama y la pego a mi cuerpo.

No hay lugar para el amor (Libro 1 de 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora