Capítulo 6

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Los Levine

El viernes ya había llegado, realmente el día jueves pasé evitando la conversación, pero como siempre nada sale como lo planeo. Christian me recordó la cita a la hora de dejarme en casa y ya no podía decir que lo había olvidado, ahora mismo eran las 7:50 y yo me encontraba parada en la puerta de mi casa esperando a Christian. Mamá me había obligado a contarle todo cuando le dije que faltaría a clases y pues aquí estaba yo, con unos jeans ajustados que odiaba, claro que el hecho que sean negros hacia que sea menos tortuoso usarlos en público. Aparte de eso me obligó a usar una blusa de tirantes con ruedos flojos color rosa pastel y una chaqueta negra, gracias a Dios me había dejado usar zapatos, los cuales escogí yo, amaba usar zapatos y había escogido unos rojo sangre con negro. Aunque ese hecho no me quitaba el humor que tenía, mamá me había planchado el cabello y me había comprado unas lentillas pero me negué a usarlas, aunque me había obligado a llevarlas en mi bolso —el cual era mi pequeña mochila— por si "cambiaba" de opinión, bufé molesta mirando mi reloj de muñeca, ya eran las 8:00.

—Este idiota.

Me iba a entrar en casa pero me sobresalté al sonido de una bocina, el Ferrari de Christian avanzó hasta estar a mi lado y él salió sonriendo, me quedé pasmada, sin el uniforme se veía condenadamente sexy. Llevaba jeans negros y una camisa blanca con una chaqueta roja, se acercó hacia mí con una enorme sonrisa.

—No me digas que te ibas a entrar en casa.

—Pues si.

—Qué cruel, ¿sabes cuánto tiempo he estado allí? Deberías haber mirado alrededor al salir, pero como siempre parece que el piso es tu paisaje favorito.

—No lo es, ¡tonto! Yo... ¡¿cómo iba a saber que estarías aquí antes de las ocho?!

—Deberías saber que, por el hecho de ser futbolista, estoy acostumbrado a hacer reconocimiento de cancha antes de un partido.

—¿Eh?

—Estoy aquí desde las 7:00.

—¿Una hora?

—Pero al parecer valió la pena, anda, salúdame.

—¿Hola? —dije confundida y él negó sonriendo.

—Andando —dijo y me abrió la puerta del auto, entré y me puse el cinturón de seguridad, Christian entró a mi lado y rió —. ¿Qué hay con tu look?

—¿Mi look?, ¿qué tiene? —dije tratando de hacerme la desentendida y él volvió a reír.

—Tu forma de vestir hoy es algo que no va contigo.

—¿O sea que me veo mal? Espérame, voy a cambiarme y...

—Muy tarde —dijo y arrancó el auto a toda velocidad, gruñí cruzándome de brazos.

—No te entiendo.

—¿Porqué señorita Petterson?

—Primero me dices que me veo mal y luego no quieres dejarme entrar a cambiarme.

—No he dicho que te ves mal.

—Si claro, ahora resulta que no.

—Dije que no es algo que utilizarías tú, pero no he dicho que te vieras mal.

—Aún no te entiendo.

Él rió y me quedé pensativa.

—Tu cabello está creciendo.

—Supongo, iré al peluquero mañana.

Dije quedándome en silencio y mis ojos se cerraron.

Eres fea —dijo un niño de mi escuela llamado Jordan.

¿Obsesión o Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora