3: Negocios ilegales.

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(N.A: por favor lean la nota al final).

El día en la escuela transcurrió normal para todos, pero no para Olivia, su sonrisa se borró en el instante en que escuchó la frase «Chloe Patterson es la nueva capitana del equipo de las animadoras» salir por la boca del entrenador. Se sintió devastada, ella había trabajado mucho para cumplir esa meta, y pensaba que era algo injusto. Olivia trabajó duro durante un año, para tonificar su cuerpo y mantener una buena condición física, que era lo principal que se requería para llegar al rango de capitana. Sin embargo, Chloe, que no tenía más que un cuerpo voluptuoso por herencia, ganó el puesto.

El regreso a casa con su hermano transcurrió en silencio. Eddie llevaba la delantera mientras que Olivia posaba la vista de casa en casa, tratando de ver a su nueva vecina y su pequeño hijo Nathanael. ¿Qué más le podía animar el día si no era la sonrisa de un niño?

-Eddie-Olivia llamó a su hermano, éste no se percató-¡Eddie!-insistió. Pero nada, el niño parecía estar en otro planeta-¡Edward!

-¡¿Qué?!-reaccionó exaltado.

-¿Sabes dónde vive la nueva vecina?-cuestionó Olivia.

-No se... ¿A dos casas de la nuestra?-respondió con inseguridad el pequeño.

-A dos casas de la nuestra viven los Adams.

-Ah, entonces no sé.

La llegada a casa fue tan común como todos los días: su madre no se encontraba.
Olivia necesitaba desahogar lo que sentía respecto a su derrota. Eddie no la comprendería y sus amigas ya la habían escuchado lo suficiente durante toda la mañana. Corrió escaleras arriba, entró a su habitación y lanzó la mochila quién sabe dónde, levantó la almohada y...
¿Dónde estaba el diario?
Se podía asegurar que la chica había dejado su preciado libro debajo de la almohada, con la total confianza de que no había nadie en la casa.
Antes de alarmarse, buscó el objeto en el Cofre de las Cosas Sagradas. Tampoco estaba.
Ahora sí, su corazón no tardó en acelerar los latidos, algo en sus adentros desfallecía.
«Alguien lo agarró. Alguien lo robó» eran las dos frases que retumbaban eco en su cabeza.
La brisa acalorada del medio día se coló por la ventana y rozó su cara.
La ventana. Estaba abierta la ventana, con las persianas rotas y los dos cristales rodados.
Olivia aseguraba haber dejado todo en completo orden, haber dejado la ventana cerrada.
Se acercó al escenario. Definitivamente ella no había dejado eso así. Se alarmó, se asustó y hasta sintió un mortífero escalofrío cuando vio algunos hilos enredados en las dos persianas. Hilos de color blanco.
Alguien había entrado a su habitación por la ventana y había robado su diario. ¿Pero por qué sólo su diario? Un simple libro que guardaba las memorias y el diario vivir de una chica. ¿Sólo eso? Habían más cosas de valor en la habitación como para ir a robar un simple diario.

Trató mantener la calma, en estos casos lo más funcional es mantener la calma y respirar profundo. Pero para Olivia lo único que la calmaría sería encontrar su diario, o bien, saber quién lo había tomado.

Un profundo y molesto olor a cigarrillos inundó su olfato. Se asomó por la ventana y observó la situación con el ceño ligeramente fruncido: un chico y una chica fumando. Su mente se iluminó.

-¿Quién de ustedes dos robó mi diario?-Olivia preguntó a ambos chicos, su mente había creado una gran película. El chico y la chica miraron hacia arriba, encontrándose con una Olivia de brazos cruzados. Ambos se miraron confundidos.-Es de muy mal gusto tomar sin permiso las cosas ajenas.

Esa era Olivia, una chica tonta, inocente e inexperta de la vida. Hablándole a un par de desconocido que fumaban cigarros y que estaban a punto de tener sexo en un jardín abandonado.

Nathan: Un Mundo Sin Color Donde viven las historias. Descúbrelo ahora