19: Avanzar.

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Pasamos la noche dentro del auto, Nathan durmió en el asiento principal y yo en el trasero. Después de haberme dicho eso no hablamos más.
Lo peor de todo esto, es que yo empecé a sentir algo por él, mas que cariño, su forma de ser me atraía, me gustaba él, todo.

Íbamos camino a Portland, nisiquiera nos dijimos un "buenos días". Yo desperté, luego él y al rato emprendimos camino. Había tensión en el ambiente, deseaba salir de este auto y volver a mi antigua vida, con mi familia y mis amigos, volver a la escuela y volver a ser la misma chica que era antes. Ya siento que no soy yo.

—Nathan—le hablé algo insegura.

—¿Qué?—respondió con un tono de voz fuerte.

—Gracias por cuidar de mi todo este tiempo—dije con la intención de acabar con este ambiente tenso.

—Ajá —fue lo único que respondió. Entendí que no debía decir más nada.

Ya estábamos en la ciudad, me sentía algo nerviosa, no sé que pasará con nosotros después de entrar a la estación de policía.

—¿Y si llamamos en vez de llegar directamente? —propuse. Él asintió en respuesta.
Como había mucho trafico, Nathan sacó su móvil y llamó. Nervios nervios.

—Habla Nathan, estoy con Olivia.

—...

—Estoy en el centro, puedo llegar a la oficina.

—...

—No soy un delincuente y si vuelve a decir algo como eso me convertiré en uno cuando lo vea—truncó la llamada y bufó. Se veía enojado. Mucho.

—Todo saldrá bien, te lo aseguro—traté de hacerle entender que confiara, porque yo confío en él.

Luego, llegamos a una estación de policía, mi estómago se retorcía. Nathan detuvo el auto justo en la puerta.
Salimos de este. Sin importarme su mal humor, me aferré a su brazo para sentirme segura.
Las puertas eran de vidrios polarizados, y no podía ver lo que había dentro.
Nathan abrió la puerta, y al poner un pie adentro, dos policías se lanzaron hacia Nathan, tirándolo en el piso y poniendo esposas en él.

—¡Déjenlo!—grité al no poder hacer nada. Un policía me alejó de él y me llevaba a las fuerzas por un pasillo—¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME!—Grité.

No, así no se suponía que tenían que ser las cosas. ¿Qué le van a hacer a Nathan? No, no lo pueden llevar a la cárcel.

—Lo que están haciendo es injusto, quiero declarar—exigí al policía.

—Tendrás una charla con la psicóloga y le contaras todo ¿vale?

—¿Qué le van a hacer a Nathan?—pregunté angustiada.

—Mientras no se desmienta su acusación, se considera culpable, estará en una celda hasta que se demuestre lo contrario.—Comencé a llorar, necesito a Nathan conmigo, ahora. —Ven conmigo—me tomó del brazo y me llevó a lo que parecía un consultorio.
Entré y el policía salió, dejándome frente una una mujer, de mas o menos 30.

—Tranquila, Olivia—me habló amablemente.

—Debo decirle, Nathan no es culpable de nada—estaba desesperada.

—Calma, primero debes respirar un poco y relajarte.

—¡No me voy a relajar sabiendo que Nathan está esposado!

—Está bien, Olivia—aceptó—háblame con la verdad. Pero antes, debo poner esta pulsera en tu muñeca—me puso algo parecido a un reloj.—Hará ruido si tu pulso aumenta. Así que evita mentir.

Nathan: Un Mundo Sin Color Donde viven las historias. Descúbrelo ahora