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Al despertar Nathan todavía estaba a mi lado. No tengo la menor idea de qué hora es.
Él dormía, sus labios estaban ligeramente abiertos, su rostro lucía calmado.
Recordé lo que hace algunas horas había sucedido entre nosotros. Sonreí.
Me dolía un poco pero estaba feliz.
Al intentar levantarme, Nathan despertó. Le sonreí y besé su mejilla. Sacó su móvil y miró la hora.

—Debemos irnos, vístete—ordenó cortante. Le resté importancia y fui en busca de mi ropa.
Entré al baño de la habitación, lo primero que vi al entrar fue mi reflejo en un espejo gigante. Me observé. He bajado de peso, no demasiado pero si logro notarlo.

—Rápido, Olivia —gritó Nathan en tono de fastidio. Al parecer despertó de mal humor.

Finalmente salí del baño ya lista. Él también lo estaba. Fue y abrió la puerta y salió de la habitación, fui tras él.

—Oye, espérame —aceleré mis pasos para tratar de alcanzarle.

—Gracias —le entregó las llaves al chico de la recepción.

No entiendo que le pasa ahora, está raro, parece enojado... Mas bien está como siempre, éste es él.

En un silencio sumergido en tensión, subimos al auto y emprendimos camino a donde pasaríamos la noche. Me limité a no decir nada, aunque de la tristeza que abarcaba ahora me dieran ganas de llorar y golpearle. Intenté no pensar en ello.
Parecía este el viaje en auto más largo de todos, la noche no había tardado en llegar y cada vez hacía más frío, el invierno estaba pronto a llegar.

—¿Dónde pasaremos la noche?—me preguntó, interrumpiendo el silencio, el cual ya me había acostumbrado.

—Donde tu quieras está bien—respondí en voz baja.

—¿Si eres conciente de que si alguien ve mi rostro puede llamar a la policía?—resopló y aumentó la velocidad del auto.

—No te estoy exigiendo un hotel, Nathan—rodé los ojos.

Ignoró mi respuesta y continuó conduciendo hasta llegar al inicio de lo que parecía un bosque a las afueras de un pueblo. Ya estaba acostumbrada a esto. De seguro iremos bosque adentro con todo y auto y pasaremos la noche en lo más profundo donde hay muchos mosquitos.
Cerré los ojos pero no para dormir, solo quería relajarme un rato.
Podía sentir las rocas y altibajos provocados por la superficie. Árboles y más árboles eran lo que mis ojos veían, la única luz era la emitida por el auto.
Después de mucho tiempo, Nathan decidió detenerse en una zona que no parecía tan cómoda. Me cubrí con mi jersey de lana y volví a cerrar los ojos.

—¿No dirás nada?—me habló serio.

—¿Qué se supone que debo decir?

—Sabes que odio que respondas mis preguntas con una pregunta?—me miró fulminante.
—Escucha, Nathan—me incorporé—no me interesa qué te pasa, pero por favor déjame tranquila, ya has hecho mu..—antes de terminar la frase, su mano estaba estampada contra mi mejilla, dejando un ardor terrible y un dolor en el pómulo.

—No te atrevas a hablarme así de nuevo.

—Te odio—le dije mirándole a los ojos, a punto de llorar—y me iría de este jodido auto ahora mismo pero no puedo.

—Mañana volveremos a Portland y podrás largarte y recuperar tu vida de niña fresa.

Mis ojos estaban llenos de lágrimas, me costaba asimilar sus palabras. Después de haberle entregado mi cariño, ¡le entregué mi virginidad! ¡Mi primer beso!. ¿Como pude creer que él iba a cambiar? Es malo y no dejará de serlo.

—Vete atrás—me empujó con desprecio—no quiero verte.
Respiré profundo y tragué saliva. Tal y como dijo me pasé al asiento de atrás. Metí mi rostro entre mis rodillas y cubría mi cabeza con mis brazos. Me siento terrible, me duele la entrepierna gracias a su pene y mi estupidez, y necesito golpearle la cara.

—¿Podrías dejar de lloriquear?

Los minutos pasaban, yo no dormía y al parecer él tampoco. Ahora debo pensar con claridad lo que haré mañana. La parte fácil es regresar a Portland, declarar la verdad ante la policía y desmentir todo. Yo debo decirlo. La parte difícil es... ¿Y qué haré después? ¿A dónde iré?
Pensaba ir a casa de Sydney o de Chase hasta solucionar algo, probablemente haga eso.

Nathan salió del auto, caminó unos segundos alrededor, como inspeccionando la tierra o yo qué se. Cerré los ojos de nuevo. Pero los volví a abrir cuando lo sentí abrir la puerta de mi lado y entrar. Se sentó a mi lado e intentó poner su mano en mi rodilla pero la aparté.

—No me toques—dije evitando mostrarme débil.

—Olivia.. Yo..

—¿Olivia qué?... —le miré dolida—¿No te cansas?

—Escucha..

—¡Escucha nada! ¿Tu disfrutas esto, verdad? —mis mejillas estaban empapadas—hacerme sufrir, verme llorar. Me odias y no lo disimulas.

—No te odio —dijo cabizbajo.

—No te imaginas cómo me siento ahora.. Tuve sexo contigo porque creí que... Al fin nada importa.

Hubo silencio. No quiero mirarlo porque se que lloraré más. Pero es que tengo tantas cosas que decir.

—Te odio ahora—mi voz salió quebrada. Él cerró los ojos un segundo y me abrazó. Me abrazó tan fuerte que no pude quitarlo.—Dije que no me tocaras—lloré aún más.—Eres malo, lo peor—pero él me abrazaba más. Mi corazón se arrugas.
Hasta que no pude mas y lo abracé y lloré mucho y muy fuerte. Me aferré a su cuerpo, necesitaba su tacto, su calor.

—Déjame darte un beso—susurró desesperado y sin esperar mi respuesta, besó mi frente una y otra vez, hasta limpiar mis lágrimas. Sus ojos estaban cristalizados.

—No llores, Nathan—le sonreí.

—No vuelvas a mentir diciendo que me odias.

—¿Por qué haces todo esto? Quiero confiar en que mañana no me vas a tratar mal.

—Presta atención a lo qué diré: Mañana volveremos a la ciudad, tu y yo iremos a la estación de policía, dirás lo que tengas que decir...—se quedó en silencio unos segundos.. —Y tu volverás a tu vida y yo a la mía.

—¿A qué te refieres?

—Es lo mejor, para ti.

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Holaaa! Cómo están?
En serio lamento mucho la tardanza, les dejé mi explicación en la nota anterior. El punto es que ya mi ❤ no está tan mal y pude escribir algo.
Puede que no sea un súper capítulo pero es lo que pude hacer.

Me despido 😘😙☺
(Disculpen si hay algún error ortográfico, no edité el cap)

Nathan: Un Mundo Sin Color Donde viven las historias. Descúbrelo ahora