15: Besos.

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Lo miré directamente a los ojos y le sonreí con ternura. Su mirada lucía relajada. Podría vivir toda la vida con este Nathan.

—Pasaremos la noche aquí—me informó al tanto que regresaba a su actividad anterior—mañana nos iremos lo más temprano posible.

—Gracias por no dejarme tirada en un matorral—le dije sincera. Él rió a medias.

—Sé que me sacas de quicio muy seguido, pero todavía no es suficiente para echarte a un matorral—reí ante su comentario.

Estando las 24 horas con alguien, te das cuenta de detalles que, la primera vez que viste a esa persona, nunca notaste. Te das cuentas de que todo tiene dos caras. Puedes conocer a alguien y verlo con el ceño fruncido, lo primero que viene a tu mente es "es un amargado", cuando en realidad, nada es exactamente como nuestro ser lo percibe, siempre hay una trascendencia que provoca lo que hay en el presente.
Ese era Nathan. Siempre lo veo con su rostro serio, camisetas oscuras, mandíbula tensa y un estado de mal humor constante. Pero más allá de esa apariencia cruel hay un chico como todos los demás. Y si me sonríe o abraza, estoy totalmente confiada de que no lo finge, porque normalmente tiene ganas de aventarme a un matorral.

—¿Cuál es el paso a seguir mañana?—me acosté en la cama.

—Estoy dudando en ir a Boise—se quitó los zapatos, muy bonitos por cierto.—Iremos a un hotel, no podemos quedarnos mañana aquí.

—En mi opinión—intervine—deberíamos alejarnos de las zonas citadinas.

—Exacto.

Al alejarnos de la ciudad, nos alejabamos de policías, reporteros, y cualquier otra persona a la tente de nuestro caso.
Estando en pueblos, era más difícil que alguien nos reconociera o estuviera al tanto de lo que sucede en la ciudad.

—Y sobre Yahir—continuó ahora en tono de advertencia—No saldrás de ésta habitación hasta que yo diga lo contrario.

—¿No regresaré al instituto?—pregunté algo triste. Extraño demasiado mi antigua vida.

—¿Tu qué crees?—me miró fulminante y encendió una vela de color blanco. ¿Qué le costaba responderme?

—¿De dónde conoces a Yahir?—respiré el aroma a coco que desprendía la vela. Nathan rodó los ojos. Se quitó la camiseta. Intenté desviar la mirada, me resultaba algo incómodo e interesante... Agradable a la vista.

—Eso no es asunto tuyo—se acostó en la cama, mirando hacia el techo.

—En verdad, considero necesario saber quién es, si estaré aquí debo al menos saber qué trabaja.

—Trabajaba para Arnold—respondió con fastidio.

—¿Trabajaba?

—Decidió independizarse, ahora tiene un negocio aparte.

—¿Qué negocio?—en serio no puedo controlar la curiosidad.

—Prostituye mujeres de todo tipo. Desde niñas de 14 hasta mujeres maduras.

Oh.

———

Nathan no me permitió salir de la habitación a la hora del almuerzo, así que no tuve más opción que observar el hermoso jardín a través de la ventana.
Siento que es muy sobreprotector, aunque ésta ocasión sí da motivos.

Estoy muy preocupada, no sé qué pasará si las autoridades nos encuentran. No podemos huir todo el tiempo, debemos sentarnos a pensar cuál es el paso a seguir. Porque los dos estamos metidos en esto.

Nathan: Un Mundo Sin Color Donde viven las historias. Descúbrelo ahora