14: Un poco de ternura

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Muchos minutos más tarde, nos detuvimos en un café clandestino, de esos que son visitados por hombres ociosos.
Para decir verdad, el lugar no se diferenciaba mucho estructuralmente de la casa de Nathan. Pisos de madera, sillas viejas, techo de madera.

—¿Qué nos miran?—refunfuñó Nathan entre dientes.

—No lo sé.. Quizá nos miran porque no somos viejos, no tenemos un cigarro en la boca y no usamos sombrero.

—Sabes que odio los sarcasmos.

—Yo no he dicho un sarcasmo.

—¿Entonces qué fue eso? —nos sentamos en una de las últimas mesas.

—¡Mi forma de pensar!—exclamé frustrada.

—Ah, pues odio tu forma de pensar—rechistó—Dos cafés fuertes y dos sándwiches—pidió a la mujer que se acercó a pedir la orden.

—Debiste pedir mi opinión antes de ordenar—puse los ojos en blanco y puse ambos codos sobre la mesa. Ésta 'aventura' ya me estaba aburriendo, y Nathan todavía no decía qué es lo que está pasando.
Soy una chica que debe hacer cosas de chica, y esas cosas no se hacen en un auto.

Nathan miró su reloj en la muñeca. Luego observó todo el lugar como si alguien lo estuviese vigilando.

—Quiero saber qué es lo que está sucediendo—exigí mirándolo a los ojos. Mi pregunta le tomó por sorpresa.

—Arnold y todos los del negocio están capturados, sólo falto yo y me están buscando—soltó toda la información sin dar rodeos. Abrir los ojos de par a par y pestañeé un par de veces. Esto es un enorme problema.

¡Yo lo sospechaba! Algo no andaba bien. ¿Qué haremos ahora? Si capturan a Nathan yo no tendré con quien vivir. Quizá viva con Chase, pero no creo que su familia lo permita. No regresaré a casa mucho menos.

—¿De qué te culpan? —cuestioné.
—Secuestro y abuso a menor de edad—respondió con tranquilidad. ¿Cómo puede lucir y actuar con naturalidad si está metido en semejante lío.

—Ok—resoplé y aclaré mis ideas—Para empezar, tú no has abusado de mi—asintió.

—Exacto, Olivia, podemos ir a dar la cara, te harán exámenes y eso demostrará que no he abusado de ti... Pero recuerda que también estoy acusado de secuestro.

En eso tenía toda la razón.

—Paremos el viaje unas horas y vayamos a algún lugar, así aclaramos la mente y pensamos en algo ¿vale?—puse mi mano en su rodilla en señal de apoyo.

A pesar de todo no lo odio, poco a poco he creado un vínculo algo extraño para mí. Porque a veces me detengo a observar cada parte de él y me sumerjo en una sensación de muchas cosquillas, es como si una manada de mariposas atacaran cada parte de mi ser cuando nuestras miradas se conectan.
Y lo llego a mirar tanto que logro percatarme de detalles. De que su cabello es tan lacio que él intenta usar el flequillo hacia arriba pero termina cayendo. De su mandíbula tensa, sus ojos profundos, su respiración es tan lenta que puedes detenerte a observar como sube y baja su pecho.

—Olivia—pronunció mi nombres haciendo que me sobresaltara—Deja de observarme.

—Yo no te estaba observando—me negué, aunque en mi interior sabía que era cierto. Pero obviamente no lo voy a admitir.

—Sabes—me miró con cierto odio de toque gracioso, no sé si esa combinación sea posible, pero es así como lo veo—días como hoy, cundo tienes esa actitud, me dan ganas de...—bajó la mirada.

—¿Ganas de qué?

—Olvídalo.

—¿A dónde iremos después de salir de aquí?

Nathan: Un Mundo Sin Color Donde viven las historias. Descúbrelo ahora