Cap.III El trato

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Mi rostro estaba empapado en sudor y con una expresión  de miedo, reaccionaba ante la severidad con la que me abrazaba, todo conllevó a esto, nunca pensé que llegaría tan lejos, sus labios eran fríos, el viento a nuestro alrededor hacia que me acercara más a  su torso simplemente como método de defensa. 

Suho era curioso, sin saber nada de él podía adivinar que guardaba  un profundo dolor, las pruebas salían de sus ojos llorosos mientras me besaba, su lengua penetrando mi boca era filosa y cálida, no era una sensación buena, era molesta, una y otra vez  anhelaba calmar su indomable potencia, estaba preparado para alejarme,  un pequeño empujón de mi parte aparto al profesor agresivamente.

-Espera, dame un momento-tembloroso baje la mirada, sus manos estaban aprisionándome, descendieron por mi espalda, no podía salir.
-Eso ya lo dijiste- me contestó con sus labios apoyados en mi oído. 

Me sentía desprotegido y engañado, sus ásperos dedos tocaban mi piel desnuda, recorrían los bordes de mis nalgas mientras me retorcía por la nueva sensación,  una respiración agitada sobre mi hombro era extrañamente agradable.
 
El muro a mi espalda raspaba mi nuca, sus brazos estaban a mis costados, no paraba de depositar pequeños besos en mi, era fascinante como un hombre así podía bajar todos sus estándares, ser un instinto solamente, podría jurar que con cada gemido, los rastros de respeto se perdían. 
-Suho, nos pueden mirar,  y me esperan en casa.

Sus labios estaban magnetizados a los míos, estaba asustándome, su mano estaba demasiado abajo, cubría todo mi trasero, la movía lentamente mientras yo me sostenía de sus hombros, intentaba no caer, pero no le importaba, me tenía justo donde quería, expuesto.

Cuando note el pequeño bulto formarse, me sorprendí bastante, me gustaba que me tocara así pero el miedo que tenía de que alguien nos viera en ese parque mientras se masturbaba encima de mi me paralizaba lo suficiente para no actuar, controlaba mis movimientos, evitaba estimularlo más. 
-No puedo-, me resistí cuando intentó voltearme contra la pared, mientras observaba a un hombre conteniéndose, luchando consigo mismo por no despedazarme, hacer que nunca haya deseado conocerlo,  derrepente se alejo de mi  y mis piernas escualidas no pudieron sostener mi peso, cai al piso.

-Vete ahora- su expresión era seria, como una cachetada verbal

Me costaba ponerme de pie, muchas cosas acababan de suceder, el castigo posterior a clases había durado dos semanas y cada vez era mas invasivo,  me arrepentía de dejarlo pasar, pensé que era amable y me sentí seguro a su lado los primeros días cuando tan solo me escoltaba a casa,  en ese momento pensaba que era lo mejor que podría hacer y deje que me abrazara y tocara poco a poco.

Lo que hice al llegar a casa fue un grito de ayuda, el número del chico sombra estaba ya registrado en mi celular, un dedo, sólo debía mover un dedo, y mis problemas podrían solucionarse.
-¿Sehun?
Una voz adormilada me respondió con pesar, sin rastros de miedo o llanto, le pregunte muy claramente.
-¿Que quieres a cambio de protegerme?
-Vaya, lo pensaste mucho, veamos- tomó un momento en silencio responder, pensaba que ya lo tenía claro.

-Te daré una lista de libros que deberás entregarme cada semana, también ciertos articulos escolares. 

-¿Qué?- respondí asombrado- ¿No puedes pedir ele fectivo y comprarlos tu mismo?

-Prefiero los caminos cortos.

-Esta bien, lo haré, pero tengo condiciones.

Mi lista incluía bastantes reglas básicas, como no tratar de sobrepasarse conmigo, estar a una distancia considerable, pero siempre a mi vista, no hablar del trato con nadie, entre otras.
Sehun aceptó todas, incluso lo cite para firmar un contrato, me miró como si fuera un total paranoico al hacerlo, pero no estaba de más.
Nunca le conté mi pequeño encuentro con el profesor, mi garganta se secaba al verlo  terminar cada clase, era como un zorro, parecía amable y cordial con todo mundo de día, pero en las noches se convertía en un animal dispuesto a asesinarme. 

 Nunca terminé  por completo  mis encuentros con Suho, de vez en cuando me quedaba después de clases. A veces jugábamos sobre el escritorio, le gustaba verme expuesto, subir el nivel un poco cada vez, eso extrañamente se sentía bien, mi piel se acostumbraba al castigo, no quería admitir que después de cada sesión me sentía muy culpable, pero nunca pasó nada más allá de eso, me mentalizaba para aceptarlo, me lastimaba verlo en su papel de maestro estricto, ¿está mal aceptar que me gustaba?

 Tal vez el profesor no quería arriesgarse demasiado o yo no lo permitía, esa noche fue la gota que derramó el vaso, estaba a punto de hacer algo que no le habia consentido, ¿que tanto podria contenerse ?

                                                                      *    *     *

Los días siguientes junto a Sehun fueron tranquilos, además de extraños, siempre me acompañaba a todo lugar, pero nadie se percataba de eso,  fuera del baño o a lado de mi, estaba el, en las noches caminaba junto a mi hombro, no mentiré diciendo que pensaba que era un trato frío en donde yo era el poderoso y él mi guardaespaldas, sin embargo me di cuenta con los días que en verdad eramos dos amigos ayudándose uno al otro.

Sus ojos nunca vieron otra cosa en mi, era una especie de milagro, estaba preparado para que la burbuja se rompiera, que llegara el día en que me atacara sin piedad, porque eso soy, una carnada, un premio que todos buscan para satisfacerse.
                        
DIcen que una persona nunca tendrá completa salud, es imposible, ya sea algo tan terrible como mi caso o una simple gripe en un lunes, Sehun me habló una noche antes para disculparse, estaría tomándose un día libre aprovechando su leve enfermedad, al oír esto mis más oscuros miedos resurgieron, las noches solo, los baños públicos y los manoseos en los pasillos volverían.

Una vez más esa vida llena de estrés, miraba dos veces el perímetro antes de entrar a cualquier lugar, el único momento de paz que tenía eran las horas de estudio, la biblioteca era tan sagrada como inmensa, un lugar donde podía refugiarme de psicópatas violadores, era un área vigilada constantemente y entre clases pasaba sentado ahi, saltandome las comidas, esperando a que ese día pasara rápidamente.

El moreno me observaba desde su mesa, sus piernas estaban abiertas y su torso completamente tendido en la silla, sus labios se movían ruidosamente  mientras mordía un desdichado lápiz.
Con alguien así a tu lado, es imposible no voltear, reclamarle que se callara, pedirle llorando que se alejara, una molestia. 

La bibliotecaria implacable y con la fama de echar a cuanta persona rompiera sus reglas, pasaba de él, nisiquiera lo miraba, mi primera impresión fue mala, era un malcriado que a juzgar de la ropa que llevaba, debia tener dinero  de sobra, no pude reprimir mi enojo y con  la voz mas gruesa le pedi que me dejara en paz. 

Dos segundo después estaba sobre mi, quiero decir,  bombardeándome con preguntas.
-¿Eres nuevo cierto?, nunca te había visto por aquí- error él era el nuevo, debía ser su primer día en aquel lugar.
-Lo soy, primer año- contesté sin pensarlo.
Tal como en los casinos, Jongin consumió todo mi tiempo, resultaba ser mayor, alguien que tenía opiniones muy marcadas sobre todo mundo, parecía saber exactamente lo que quería, me  mostró algunos de sus trabajos, era compositor, había presentado examen para ser miembro de la orquesta nacional.
Me sentí aliviado, su sonrisa parecía sincera, me dio su número para futuras presentaciones, mi corazón estaba acelerado, mostrando una timidez extrema por primera vez desde mucho tiempo, irónico después de haberle gritado como lo hice, acepte su invitación de salir algún día.

¿Qué podría salir mal?


Charming (Encantador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora