Cap.X El diablo

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El lugar era cien veces más grande que mi departamento, desfilaba por la alfombra descalzo admirando los detalles de cada objeto, mis dedos se deslizaban por la cerámica, estaba fascinado.
-Eres adorable-, había olvidado al monstruo a mi lado, quien estaba tras mis pasos vigilando. 

No contesté a lo que sea que quiso decir, le parecía algo que podía profanar tal vez, sus brazos rodearon mi cintura, estaba acostumbrándome a ello, sus pulgares se asomaban debajo de mi camisa, tocando la piel de mi espalda, era un tacto ligero que me hacía temblar, nunca pidió permiso, exploraba como si fuera su juguete nuevo, sus besos eran duros, profundos, casi dolían.
-¿Te gusta cierto?-, sus labios apenas y se separaron de los míos.

Sin tomar en cuenta lo que pude responder, me arrojó suelo y salió de la habitación, mi piel ardía, me había hecho daño con tan poco, una sensación de miedo y excitación se apoderaba de mi. 
-¿Quieres jugar?
Caminaba hacia mi arrastrando una especie de cuerda negra, me apanique cuando lo confirmé, en el instante me puse de pie, mi vista en la puerta indicaba que quería huir, pero mis piernas no se movieron.
¿Como esas manos tan suaves podían apretar tan duro?, era tan irónico que mencionara que quería follarme en una silla en el bar y ahora estábamos en una habitación vacía fría y aún mas hostil que aquella silla en el bar, recordaba  a Jongin y como tampoco le importaba si yo estaba cómodo, el como también me manejaba  a su antojo, pero a diferencia de aquel extraño, yo anhelaba satisfacerlo. 

Sus dedos tomaron los botones de mi pantalón, al sonido del clic, comencé a sofocarme, su tacto se deslizaba cuidadosamente en mi entrepierna, no podía intervenir, mis brazos estaban sujetos  con una cuerda áspera, una serie de sensaciones me invadían, una de ellas podría ser placer.
Finalmente tenía los pantalones hasta las rodillas, los restos de mi camisa estaban trasquilados por tijeras, que vaya me dieron un buen susto,  me acercó a una banca, sin decir una palabra me senté a pesar del metal frío que tocaba mis nalgas expuestas. 
Chen succionaba y mordía mi cuello, su cuerpo descansaba en mi regazo, escuchaba el sonido de mis manos presionando los nudos, deslizando el asiento, una impotencia bestial ganaba pelea, quería tocarlo, reaccionar a los estímulos que me regalaba, su boca descendía peligrosamente a mi tórax.
-Duele-, mi voz era extraña, suplicaba en este punto.
-¿Aquí?-, un escalofrío recorrió mi espina dorsal al sentir su mano sobre mi. 
Su sonrisa maquiavélica lo hacía ver inhumano, sádicamente mordía mi piel,  viéndome suspirar por el rabillo del ojo, mirándome fijamente mientras abria la boca involuntariamente y me aferraba  con mis piernas aprisionadas. 
Sus movimientos aumentaban de velocidad, segundo a segundo fueron creciendo, hasta generar gemidos que se volvieron gritos, gruñidos.
-Es suficiente, quiero verte en acción-, parecía un animal,  ¿Así lo hacía sentir?, Jongin no salía de mi mente, aún con el dolor que me causó, su estúpido nombre hacía eco en mi cabeza.
Mi piel hinchada y roja se liberaba del cuero que lo aprisionaba con fuerza, mis músculos contraídos se relajaron y mi pecho igual, había desatado el nudo en mis muñecas.
Chen seguía encima de mi, su aspecto no había cambiado, mientras tanto yo me moría ahí mismo.
-¿Ya no puedes más?, apenas empiezo.

Se alejó de la habitación, solo se escuchaba mi respiración agitada, no me habia dado cuenta de lo tranquila de la noche, más bien de las paredes gruesas que harían imposible que alguien me escuchara gritar.

Mis pantalones yacían en el suelo,  mi cuerpo desnudo sintió un frío insoportable y  mis ojos acostumbrados a la oscuridad fueron deslumbrados por la luz que se filtraba  por la puerta abierta y su voz gruesa me llamaba, yo como una mosquito al sol lo seguí ciegamente guiado únicamente con el sonido de sus pasos que poco a poco se hacían indetectables, salimos de ese cuarto aún misterioso  a mi parecer y subimos un sin fin de escaleras, yo  me calmaba con cada escalón ya que cada vez más arriba el aspecto sombrío de esa casa se volvía menos  sofocante,  un color verde tóxico adornaba las paredes y cuadros de  flores de mal gusto  enmarcaban  el entorno,  parecía una casa diseñada por un hombre con mal gusto queriendo darle toques femeninos para aparentar normalidad. 

Charming (Encantador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora