Desperté por los gemidos y gritos de una chica. Prendí la luz de mi habitación y me dirigí al bolso para sacar mi móvil y saber que hora es.
—Mierda—dije al ver que eran las 4:24 de la mañana. Abrí la puerta de mi cuarto y decidí ir a la cocina a por algo de beber. Cuando supe que los gemidos venían del cuarto de Justin no pude evitar ponerme furiosa, aquel tipo cada estaba empezando a dar asco. Abrí la nevera y pude ver que había latas y latas de cerveza, hasta que encontré zumo de naranja. Busque en los muebles un vaso, después de un rato lo encontré y me serví un poco volviendo a dejar el cartón en la nevera.—¿Y yo que hago?—me pregunté al sentarme en la silla. Ya no tenía sueño y a estas horas no darían nada divertido en la televisión, mientras bebía jugo pensaba en lo que podría hacer, hasta que él entro en la cocina.
—¿Qué haces despierta a estas horas?—me preguntó mientras cogía de la nevera una lata de cerveza.
—No podía seguir durmiendo—dije sin mirarle, ya que estaba con unos bóxers puestos y me ponía nerviosa verle solo con eso.
—Bueno pues yo me voy a dormir—dijo dando otro sorbo a la lata.
—Sí a dormir—dije en voz baja riendo.
—¿Has dicho algo?—se dio la vuelta y me miró seriamente.
—¿Yo?—me señalé—No, nada—dije mirándole a esos ojos que tanto me encantaban.
—Algún te apetecerá ser tu la chica que esta en mi cama—dijo guiñandome un ojo.
—Justin, me das asco—dije tomando un último sorbo para acabarme la bebida e irme de nuevo a mi habitación.
—Lo que tu digas, linda—dijo llevándose la cerveza. Por fin se había ido, este chico me desesperaba, yo creía que este chico iba a ser diferente a como yo pensaba y no, era un engreído.
Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación y volví a acostarme para seguir durmiendo.
Escuchaba el sonido de unos pequeños pájaros cantar fuera de mi ventan, los rayos de luz se colaban por mi ventana haciéndome levantar. Me levanté de la cama y fui a darme una ducha, al salir me dirigí del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo, me detuve al ver a alguien en mi habitación.
—¿Qué haces aquí?—le pregunté sujetando la toalla.
—Anthony me ha dicho que debo enseñarte a saber manejar un arma, y empezaremos hoy—dijo mirándome de arriba abajo mientras mordía sus labios.
—Ya se cómo manejar un arma, me enseño mi padre—dije viendo como se lamia los labios.
—Aún así debo enseñarte—dijo levantándose de mi cama para acercarse poco a poco a mi.
—Esta bien, pero espérame abajo, en cinco minutos salgo—dijo señanandole la puerta. Una vez que salio fuera me quede mas aliviada, parecía que me iba a violar allí mismo, y me sentía muy incomoda mientras mordía sus labios. Entre en el vestidor, busque ropa interior nueva y algo para ponerme. Elegí por ponerme unos pantalones largos negros, un jersey gris que se me caía por uno de mis hombros y unas Convers blancas. Fui al baño para secar mi pelo con el secador y poder hacerme una coleta alta, me puse un poco de mi colonia favorita, me lave los dientes y baje.
—¿Por qué has tardado tanto?—preguntó molesto.
—¿Qué te crees que soy Superman?—pregunté irónicamente.
—No me comas la oreja—dijo pasando por mi lado.
—¿Qué te he hecho ahora para que te comportes de esa manera conmigo?—me miro y no dijo nada, simplemente se marcho por la puerta dejándome allí sola en medio del pasillo. Lo seguí y subí al coche con él. Me senté en el asiento del copiloto y me puse el cinturón, el arranco el coche y yo mire por la ventana el paisaje.