Capítulo XII

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Vengo a hacer una aclaración temporal.
Por lo que tengo entendido (puedo estar equivocada), han pasado cuatro generaciones por Illea, lo que se cuenta como máximo en un periodo de ciento cincuenta años. Es decir, es bastante poco tiempo dentro de una línea temporal establecida.
Si lo llevamos a nuestro periodo actual y tomamos en cuenta que han pasado casi cien años desde la primera guerra mundial y aún escuchamos a Sinatra, claramente en Illea puede existir un baúl de recuerdos donde se escuche música o se usen marcas que hayan existido antes de la tercera y cuarta guerra.
Es decir, Shakespeare vivió hace cinco siglos y todavía Romeo y Julieta es un hit jajajaja
A lo que me refiero, es que puede parecer extraño para algunas lectoras el hecho de que se mencionen canciones de nuestro tiempo y marcas como Dior o Versace, pero solo han pasado cien años, tal vez un poco más. Y creo que no es suficiente para olvidarse de reminiscencias de nuestra época.
Hay música, marcas, libros y personas que son recordadas a través del tiempo. Por eso he sacado a la luz algunos rastros de nuestra época en una historia más futurista, pero son solo guiños para establecer que alguna vez existió un mundo diferente.

No quiero aburrirlos más, solo quería aclarar eso jajaja
¡Espero que lo disfruten!
Kate.-

...

XII

Esa mañana desperté con la luz del sol golpeándome la cara.

—¡Despierta! ¡Es tarde! —exclamó una voz. Me llevé un brazo a los ojos. Apenas logré abrirlos y enfocar. Marlee se movía por la habitación recogiendo mis cosas.

—¿Ah? ¿Qué?

Me senté en la cama sintiendo la cabeza pesada. No había bebido casi nada en la recepción y sin embargo sentía igual como si un camión me hubiera arrollado.
Con un ojo medio abrir vi cómo Marlee recogía el vestido verde y lo dejaba en su estuche. El aroma de algo dulce invadió mis pulmones.

—¿A qué hora llegaste? —me preguntó depositando una bandeja plateada en la cama. Sacudí la cabeza.

—No lo sé... a la una, creo...—me llevé una mano a la nuca y bostecé. El sol había comenzado a calentar la habitación.

—Dicen que estuviste genial —dijo entusiasmada sirviendo té en una taza de porcelana—. Los soldados y las doncellas no dejan de comentar tu baile con el rey y con... Maxon.

Agité la cabeza y reí.

—Dios... maldito baile —me quejé. Marlee se acomodó frente a mí y dejando de lado cualquier comportamiento digno de mi doncella, me robó una rebanada de tostada.

—¿Y bien? —preguntó mordiendo mi desayuno—. ¿Esperarás que yo pregunte primero?

Me tomé mi tiempo, asimilando las sensaciones vívidas la noche anterior. La mano de Maxon en mi espalda, su aliento en mi rostro, el enredo de piernas...El arranque del collar.

Sacudí la cabeza.

—¡Te sonrojaste!—rió Marlee. Reí con ella agachando la cabeza, derrotada.

—Ay Dios...—suspiré. Recogí una almohada gruesa del suelo y la coloqué a mi espalda. Me recosté contra ella mientras me servía un pastelillo—. No tienes idea...

—¡Habla de una vez! —pidió. Volví a reír.

Le conté a grandes rasgos lo que había ocurrido desde que entré al salón hasta mi baile con Maxon. Cuando le dije que había salido al jardín junto con Valiant alzó las cejas, pero no dijo nada. Sin embargo, al llegar a la parte de lo que había sentido al ver a Maxon en el balcón y lo que había sucedido en el baile con el collar... sus labios se ladearon hasta formar una mueca libidinosa que me erizó la piel.

La Única (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora