Capítulo XXVII

39.5K 1.4K 1.6K
                                    

NOTAS

No se preocupen. Seré breve.
Este capítulo tiene varias aristas que ayudarán a que la historia cierre poco a poco. Especialmente con el final, que conllevará a que el desenlace se desencadene a partir de ahora.
Es un capítulo más profundo sicológicamente hablando y escarba profundamente en las emociones de America.
Hay una escena en particular que tiene que ver con los sentimientos y las emociones humanas. Quise hacer hincapié en eso para que se entienda que una historia de amor no es superficial, tiene muchas capas y muchos caminos. No es como la pintan los cuentos ni las películas, son mucho más profundas y es normal cuestionarse ciertas cosas.
Y eso es lo que verán a continuación.
¡Gracias por seguir aquí!

¡Disfrútenlo!

...

XXVII

No desayuné y le pedí a Paige que no viniera a mi habitación.
Volví a darme otra ducha fría al levantarme y me apoyé en el balcón de mi habitación para poder refrescarme con la brisa de la mañana.
Admitir que dormí bien habría sido una mentira monumental.
Cuando Maxon se marchó apenas tuve cerebro para procesar lo que había ocurrido. Todo mi cuerpo temblaba, y un cosquilleo poco usual había invadido hasta el rincón más pequeño de mi piel.

Tenía muchas cosas en qué pensar, aunque no sabía si quería hacerlo.
Cerré los ojos dejándome llevar por la corriente de aire. Seguía pareciéndome extraño que en Ángeles no nevara para navidad, pero el clima se había tornado un poco más frío de lo habitual. Me cubrí los hombros con el chal que llevaba encima y me encogí bajo él abrazándome. La brisa era suave y remecía algunos mechones de cabello como una caricia contra mi rostro.

Después de la fiesta parecía que los ánimos se habían calmado un poco. Ya no había tanto barullo como los últimos días. Lo que me llevó a recordar a Philippo y a Celeste.
¿Dónde se habrían metido? ¿Dónde andarían?
Reí para mí misma. Necesitaba explicaciones. Quería saber qué había ocurrido con ellos.

Me alejé del balcón cuando el viento se tornó un poco más helado. Cerré la puerta de vidrio y me encaminé hacia la salida dejando el chal sobre un sofá.

Cuando abrí la puerta, Roger y Valiant se estaban abrazando con una sonrisa. Valiant andaba de civil como de costumbre, pero mucho más desordenado que en otras ocasiones. Lo noté por el pantalón de mezclilla y la camiseta blanca. Llevaba una mochila en su hombro derecho.

Sentí como si algo tirara de mi estómago hacia abajo, el cuello se me calentó.

—¿Me perdí de algo? —quise saber. Los dos se separaron. Valiant estaba realmente muy contento. Alcé una ceja con curiosidad.

—Me estaba despidiendo —sonrió. Abrí los ojos sorpresa—. Adventure Land, ¿recuerdas?

Por un momento me sentí aturdida, luego sonreí.

—Cierto, es esta semana —recordé. Movió la cabeza animado.

—Maya no ha dejado de llamar en toda la mañana —rodó los ojos—. Desde las cinco que está despierta.

Reí. Roger le pasó una mano por los hombros.

—No sé cómo lo consigues, pero me volverás a dejar con doble turno, te lo cobraré ¿eh? —se quejó bromeando—. Serán noches largas.

—Hace años que no me tomaba unas vacaciones ¡será solo una semana! —dijo el otro riendo—. Mejor búscame un reemplazo.

Cuando Valiant me miró al decir eso sentí algo que no me gustó. Sacudí la cabeza y miré a Roger intentando sonreír.

La Única (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora