Oculto entre Sombras

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"Su mirada permanece fija... Como cazador sobre su presa."

— Oh... eso no lo esperaba.

— Ni yo... Pero Tabatha sabe lo que hace.

Tanto Elliot como yo susurramos mientras nuestras miradas se posaban sobre una pareja que permanecia sentada en una de las mesas de la cafeteria del instituto. La chica de largo y negros cabellos lucia realmente hermosa, cada gesto y expresión eran delicados y femeninos, del tipo de chica que encajaría a la perfección con Aiden. Sonreí, al menos estaría ocupado.

— Y ya que lo viste... vamonos.

Elliot se levantó de improvisto y me ayudo a hacerlo por igual. Hacía rato que observabamos a aquellos dos, desde una de las mesas alejadas y cerca de la entrada pues me preocupaba que dañaran a Aiden. Si... era un cerdo, pero no merecía que lo torturaran o algo peor.

Salimos del intituto y caminamos  unas cuadras, alejandonos lo suficiente. Sujete mi bolso deportivo con cierto desgane, al tiempo que observaba la ancha espalda del rubio.

«Me pregunto si... Su altura es la misma de Sebastían.»

Negué ante ese pensamiento. Es por la falta de sueño, me repetí eso una y otra vez hasta que nos detuvimos a tomar un taxi. Sólo tardamos unos minutos, el rubio le dio las instrucciones al taxista para asi partir.

En todo el trayecto Elliot se comporto distante y pensativo. No pude evitar ver su reflejo en el cristal del auto, así de esa forma pensativa sus facciones acrecentaban lo atractivo que era, aunque por breves instantes su imagen de chico rudo se desvanecía con esa mirada.

«Es un chico guapo... de eso no hay duda.»

Me sonrojé, ante la pequeña vocecilla en mi mente. Moví la cabeza en gesto negativo y me giré a ver las farolas y tiendas que poco a poco dejamos atrás, incluso detalle mi rostro zombificado. Sin embargo; no lograba distraer mi mente y lo peor no podía ocultar que mi corazón se había agitado ante ese pensamiento.

Estúpido... Es un estúpido y odioso hijo de Helios... Tal vez sea lindo... pero es un patán.

— Oye ¿Qué te sucede?.

Sentí un leve toque sobre mi hombro y al girar me tope con aquellos ojos fijos en mi, él arqueaba una ceja confundido. Sólo negue y sonreí nerviosa, podía percibir el calor en mi rostro al sentirme expuesta.

— Nada... nada sólo... miraba el paisaje.

— ¿Enserio?

Elliot ladeó el rostro a medio lado, mientras posaba la palma de su mano sobre mi mejilla.

— Tu rostro está todo rojo ¿Segura que no te pasa algo?... mira que no quiero cargar contigo enferma.

«Su mano... es tan cálida.»

— No, no estoy bien.

Me aparté como si su contacto me quemase. Y me acerque más hacía la ventana.

— Como digas...

Diana [La arquera de la luna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora