Verdades

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"¡El miedo es un pecado que debe ser catigado con sangre!"

Las fuertes palabras de mi padre llegaron a mi mente recordando así como delante del consejo y las sacerdotisas ejecutaban a un joven, mientras con tan sólo seis años permanecía oculta detrás de mi madre.

Desde aquel día, procuré dejar atrás todo atísbo de miedo o algo que pudíera parecerse, sobre todo frente a la dura estampa de mi padre. Incluso cuando fui encerrada un año más tarde en los Terrenos Luna, para seguir con mi entrenamiento, sin embargo; siempre estuvé consciente de mi miedo a quedar sola.

«No pienses... sólo actúa»

Suspiré, dandole la razón a aquella frase para asi concentrarme en la batalla. No era hora de recuerdos absurdos.

Posé mis ojos sobre el hombre que intentaba cercenar el brazo de un agresivo Elliot, quien sonreía con pleno extasís. Hubó un momento en que imagine aquella arma atravesando el cuerpo del rubio y algó parecido a la preocupación, logró que mi corazón se inquíetara.

«¿Qué pasaba conmigo? ¿Por qué sentía cierta... Preocupación?»

— ¡Diana! ¡Maldición! ¡Reacciona!

El rubio se había quitado de encima al extraño hombre de las sombras. Dándole una fuerte patada al nivel del cuello, lo que hizo que el arma del mismo cayera cerca de mí. Al no haber movido ni un solo dedo, Elliot me dedicó una mirada molesta.

— ¡Joder! Eres una inútil!.

«¿Inútil... Yo?
Vale... Tal vez, estaba algó distraida. Pero él lo tenía controlado ¿No?»

Aceptaba que al principio estaba un tanto descolocada pero era algo que ni en mil años admitiría frente a ese arrogante. Esbozé una sonrisa de medio labio.

¿No se supone que lo tenías controlado?

Le espeté con sorna, disfrutando de su gesto irácundo. Necesitaba cobrarme sus insultos y aunque no era el momento, era difícil resistirme.

— Oh vamos... Eres un poderoso hijo de Helios... O ¿me equivoco?

Las manos de Elliot se formaron en puños y la rabia junto a una especie de aura perturbadora lo rodearon. Se acercó, imponiendose frente a mi dejando claro que su altura era mayor a la mia. Buscaba intimidarme y yo no lo permitiría, así que me coloque a la par dispuesta a amenazarlo con la punta afilada de una de mis flechas.

— ¿Acaso quieres adelantar tú destino?... ¡Puedo asesinarte ahora mismo!

— Intentalo, ¡si puedes!

— Y que harás ¿Dispararme una de tus rídiculas flechas? No creo que te de tiempo linda.

— ¡Tú! Idiota... No necesito mis flechas para darte una lección!.

Y antes de que pudíeramos seguír discutiendo un objeto filoso paso entre nosotros a una gran velocidad, acallandonos. El mismo se incrust en una de las paredes, ante la mirada atonita de Elliot y la mía.

«Maldición... Lo había olvidado.»

— Esto no termina aqui.

Sentenció Elliot, al dedicarme una última mirada. Para así centrar toda su atención en el hombre que se erguía ante nosotros y sostenía dos dagas más.

— ¡Ténlo por seguro!

Le espeté, mientras tomaba mi arco del suelo y la flecha. Intenté mantener junto a mis pies el arma del enemigo.

Diana [La arquera de la luna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora