"La guerra se desata cruenta y sin compasión sobre sus almas, luz y oscuridad enfrentadas.
Como el amor marchito de un alma doblegada."
No creí experimentar una sensación tan dolorosa como verme reflejada en la nada de su mirada plateada. En la mira de una flecha oscura que sin compasión estaba puesto en mi.
—No... Tú no.
Las fuerzas de mi cuerpo menguaron, mis piernas las sentía temblorosas. Exhalé el aire de mis púlmones y mi corazón se detuvó cuando la flecha escapó de sus dedos. Sebastían me consumió en su sonrisa llevandome al vacío de algo sin sentido entonces cerré los párpados intentando recordar los momentos con él... Era imposible enfrentar a alguien que adoraba con todo mi corazón. Mi Sebas.
A mi alrededor el choque de espadas se detuvo y podía sentir la atención de todos sobre nosotros. No me importo nisiquiera que mi padre me gritara que reaccionara.
— ¿Por qué? — Murmuré entre dientes.
Y por primera vez... Me rendí.
Esperé en vano una flecha que jamás llego.
— ¡Joder! — Aquella voz me hizo abrir los ojos y toparme con Elliot quién había interpuesto su espada para salvarme una vez más. El hijo de Helios parecía destinado a salvarme. — ¡Jamás creí que fueras una cobarde Diana!
Sus palabras cayeron como un balde de agua fría sobre mi cabeza. Trague grueso ante la ira y los gruñidos de Elliot, su cabello rubio ondeó con el frío aire. Mis puños se apretaron hasta clavarme las uñas sobre mis propias palmas. Cada palabra era tan cierta, que por más que lo negara ni yo misma podría convencerme.
— Hijo de Helios. Apartate y dejala asumir su destino. — La voz de Sebastían no expresaba más que frialdad. — Ella debe morir.
Un par de lágrimas traidoras descendieron por mi rostro mientras el corazón fragmentado terminaba por volverse millones de trizas.
— Me importa un carajo. Tú. Traidor que no te importa asesinar a los tuyos. — Elliot hablaba entre dientes con una especie de luz irradiando de su piel bronceada. — Me encargaré de tomar tu vida. — Continuó a sabiendas del miedo que me inundaba y simplemente dijo con voz seca. — No me estorbes.
Una fuerte y siniestra carcajada de Sebastían me heló la sangre.
— ¡Diana! — Gritó mi nombre demandante. Mientras ignoraba a Elliot. — Tu escoges... La matanza seguira. A menos que accedas a darme la llave de Hydor por voluntad propía. — Se inclinó unos centímetros hacía mi dirección ensanchándo una sonrisa mientras extendía su mano en una invitación. — Tu vida es un pequeño precio a cambio de la sobrevivencia de tu clan ¿No lo crees?
No lo resistí y me adelante. Ira, dolor, miedo y confusión se alzaron en mi interior como llamas ardientes que me quemaban por dentro.
— Nuestro clan. — Le aclaré mientras Elliot me sujetaba del brazo evitando que me fuera detrás de mi guardían. Sebastían amplió su gesto de burla. — Es nuestro hogar... ¡Tu y yo, nacimos aqui!
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Diana [La arquera de la luna]
FantasiEl destino suele ser un ingrato y traicionero enemigo, jugando con nuestras vidas sin contemplación. En especial, cuando buscas proteger todo lo que por tantos años ha sido tu hogar de una guerra por el poder. Diana, una de "Las hijas de la luna"...