Cenizas y sangre

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»Cuando la oscuridad aparece... El caos se vuelve inminente«


Corría tan rápido como mis piernas me lo permitían, moviendome entre los choques del acero y los gritos incesantes de los hijos de Selene que se alzaban ante la amenaza. Mi pueblo era rebasado por los traidores que embelesados por oscuros intereses ahora atacaban sin piedad a sus hermanos ¿Dónde estaba nuestra salvación?

A mi lado izquierdo el joven de hace instantes mantenía nuestro ritmo, luciendo tan consternado como yo ante la violencia que se desataba a nuestro alrededor. Mientras Elliot seguía firme adelante, como un digno guardían nos protegía a su vez que nos abría paso entre la muchedumbre y escombros.

Alcancé a desviar mi vista al lado derecho deteniendome de improvisto al presenciar con horror a uno de aquellos cruentos asesinos, no sólo era lo despiadado del hecho simo la persona que lo llevaba a cabo.

Ante mí se hallaba, una joven de rasgos similares a los de Liz, mi callada y dulce prima Athelia atravesaba con una daga el cuello de uno de nuestros camaradas, mi respiración se agitó con violencia y no pude evitar quedarme estática cuando posó sus iris plateados y opacos sobre mi, curveando los labios en un siniestro gesto mientras sacudía la sangre fresca de la filosa cuchilla de aquella espada y me apuntaba con arrogancia.

-Mierda... ¡Diana!

Tan veloz como los rayos del poderoso astro rey, el arma del hijo de Helios se hizó al frente de mí impidiendo que una flecha atravesara mi cabeza. Seguidamente me sujeto del antebrazo y me haló tras él, para cuando reaccione mi querida prima se había desvanecido de mi campo de visión.

-¡Joder! No soy tú niñero... Reacciona de una puta vez.

Elliot se veía irritado y preocupado, en su mejilla izquierda surcaba una cicatriz y de su labio se escapaba un hilo de sangre tras él se hallaba aquel joven de mirada preocupada. Sacudí mi cabeza necesitaba concentrarme así que elevé mi vista de nuevo al devastador escenario, debía encontrar a Sebastían.

- No te pedí que vinieras... Idiota.

Bufé con sorna al volver a empuñar la daga de media luna, no era experta en usarla pero estaba segura de poder hacer el suficiente daño. El gesto que adquirió Elliot fue una mueca de asombro que rápidamente fue sustituida por una socarrona.

-Sin mi ya te habrían degollado.

Al terminar de hablar el rubio dió un giró agíl sobre sí mismo hasta quedar trás de mí y evitar que un enemigo me diese una estocada, a su vez que el veloz rubio con el filo de su arma perforó sin compasión el pecho de aquel atacante.

-¡Sigamos avanzando!

Gritó, mientras asentimos y seguiamos el trayecto detrás suyo. Sobre nuestras cabezas las columnas de humo se dispersaban en una inmensa y asfixiante cortina de negras cenizas.

Aceleramos el paso cruzando aquel infernal espacio, el rubio sujetaba mi muñeca y yo la del chico que nos seguía al tiempo, asegurandonos de no dejar a nadie atrás mientras seguíamos los pasos atentos a cualquier sorpresa. Al salir de la oscura cortina tuvimos la visión de las llamas provenientes del gran escenario donde anteriormente se mostraban las sacerdotisas de Selene, el fuego comenzaba a disminuir dejando entre ver una especie de lucha que se suscitaba junto al sonido del acero chocando una y otra vez.

Contuvé el aire en mis pulmones, y observé al rubio quien extrañamente tomó del brazo al chico y le susurro unas palabras señalandole un sitio en especifico.

-Ahora... Vete.

Aquel chico trago grueso al verme por última vez para así emprender una carrera frenetica hasta otra silueta femenina que lo esperaba en una especie de salida al lado izquierdo del escenario. No comprendía del todo, de echo mi vista se perdió en aquel sitió cuando la mano de Elliot me sujeto regresandome a sus iris azules y fieros.

-Tabatha lo sacará de aqui.

Parpadé un tanto asombrada mientras el rubio presionó su mano sobre mi muñeca. Asentí, y volví mi atención al frente remojando mis labios al percibir las ansias apoderandose de mí.

"¡Jamás dudes de nuestra fortaleza!"

La voz imponente de Daría retumbó con demanda, el viento se arremolino con violencia dejando al descubierto a la joven mujer de mirada helada, la cual se mantenia al frente mientras las largas hebras platinadas de su rubia cabellera eran agitadas, junto a la escasa vestimenta que recubría su cuerpo. Su hermosa tez dejaba ver un rastro sangriento que descendia por su frente hasta sus labios y mentón, ella permanecia firme. Dió un giró al bastón que conservaba a "las perlas del abismo", y al anclarlo al suelo una onda de energía logró dispersar el humo. Ante nuestra mirada atónita.

Fuímos capaces de ver a Elena detrás de Daría justo a sus pies, sus ropas yacían envueltas de sangre y su mirada turbada estaba cabizbaja. ¿Qué estaba sucediendo?

"¡Reagrupensé!"

Detrás de Daría una silueta fornida y de estatura imponente se hizo presente, empuñando una espada con firmeza mientras como un líder dirigia las acciones de unos doce soldados tras él.

-Padre.

El gran arquero, mostraba una mirada fija sobre el grupo contrario, quienes surgian de las sombras. Corrí instintivamente y me posicione al lado de Daría, Elliot hizo lo mismo procurando no perderme de vista.

Tanto mi padre como Daria no salieron de su asombro al verme junto a ellos. Mientras el grupo delante de nosotros parecía haberse extasiado con mi sola presencia, la voz divertida y a la vez gélida de Athelia hizo eco por el lugar.

-Llave de Hydor... Que complaciente eres al facilitar nuestra labor.

Diana [La arquera de la luna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora