La universidad era un sitio tranquilo. La gente caminaba calmada, hablaba calmada, comía calmada... Excepto ese día.
Dahlia, Arizona, Ethan, Sam y Jamie preparaban sus apuntes para la semana de exámenes que les venía encima, mientras disfrutaban de la brisa suave del verano en sus nucas.
—¿Por qué hacen esto? —se quejó Sam, gesticulando con las manos y su libreta de geografía—. ¿Por qué dejan todos los exámenes para ultima hora? Tengo como mil esta semana.
Dahlia, sentada en frente de él, se encogió de hombros.
—Puede que sea para ver quien a ido estudiando todo el año, y quien tiene que chaparse todo en el último momento. Jamie y yo solo tenemos que repasar un poco.
—Jimii y yi sili tinimis qui ripisir in piqui —de burló la pelirroja, y estampó la cara contra su cuaderno, lleno de rayas fluorescentes y anotaciones.
Ethan se rió, y dio un trago a su botella, levantándose.
—¿A donde vas? —le preguntó Dahlia, agarrándole la mano.
Él se la acarició, y sonrió.
—Voy a por café a la maquina, ¿queréis?
Todos asintieron, y Ethan se fue caminando despacio, mientras los otros cuatro seguían inmersos en sus tareas.
De repente, sin previo aviso, un grito rompió la calma, y otro, y otro mas. Dahlia y Sam se levantaron rápidamente, seguidos de Arizona y Jamie, y sin poder evitarlo, gritaron también.
Era como una pesadilla, como una película de terror. Decenas de personas medio descompuestas, de piel podrida y ojos blancos, algunos con falta de extremidades incluso, caminaban tambaleantes hacia ellos, atravesando el portón de la universidad.
Sam miró a Dahlia, y esta lo miró a él.
—Bajo los coches —dijo, y echó a correr.
El aparcamiento estaba justo a la derecha del portón, y los cuatro se tiraron al suelo, rodando hacía los vehículos. Arizona se tapó la boca y la nariz, asqueada, y Jamie y Sam se miraron entre ellos, cada uno bajo un coche.
Fuera solo se oían gritos y gruñidos, y el suelo se llenó de sangre. Dahlia se acercó al borde del coche, y se asomó con cuidado.
Su mirada se clavó en Ethan, que bate en mano, golpeaba a todos los seres que se le acercaban. La vio allí, asomándose bajo el coche de la profesora de literatura, la señora Paola, y corrió hasta ella.
Se deslizó por el suelo hasta el vehículo, y se metió debajo.
—Et...
Él la cortó, poniendo un dedo sobre sus propios labios, y Dahlia asintió despacio, abrazándolo.
Sin exagerar, puede que pasaran en la universidad horas, metidos bajo esos coches.
Cuando al fin pudieron salir, corrieron lo mas lejos que sus piernas se lo permitieron, solo mirando atrás para ver el letrero de la universidad lleno de sangre.
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To write love in Dahlia's arms [PAUSED]
AlteleDahlia perdió a su hermana pequeña. No sabe donde esta, ni si esta viva, pero eso no evitará que la busque a pesar de que el mundo se haya ido a la mierda. En su búsqueda, conocerá a un grupo un tanto especial, con gente que acabara formando parte d...