Sangre y Alcohol

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Ya era casi medianoche y apenas hacía una o dos horas que los Smith habían partido. Papá los había ido a dejar a su casa porque su carro se había averiado. Lluvia sentía alivio de que se hubieran ido, ya no soportaba estar más con ellos. Sólo habían estado tres o cuatro horas en casa de Lluvia pero para ella había sido una eternidad y media. Meghan era intensamente insoportable. Lluvia ahora no podía dormir, tenía insomnio. El haber estado con aquella rubia la había aburrido y decidió seguir escribiendo poemas, pero ahora basándose en la mala experiencia con la rubia.

"Cada vez que me molestas
Me haces saber y sentir
Lo mucho que me detestas
Y tengo el deseo de morir."

Para ella no parecía un muy buen final para un poema así que decidió cambiarlo.

"Eres como la nieve de invierno
Blanca y hermosa pero muy fría
Por dentro eres el infierno..."

No pudo terminar porque una fuerte luz cegaba su vista. Por instinto, cubría sus ojos con su brazo y trataba de adivinar quién iba dentro del vehículo. Así que salió de su habitación. Bajó las escaleras y se encontró a mamá en la cocina, bebiendo alcohol como de costumbre. Seguro sólo había esperado a que los Smith se fueran para comenzar a beber.

—Mamá. Ahora no. Ve a dormir.

—Es-estoy bien, hija. —decía mamá soltando un aliento con olor a alcohol mientras ni siquiera se podía mantener en pie. Estaba tirada en el piso, como si esperara que alguien la levantara. Así que Lluvia lo hizo.

Papá entraba a la casa también algo borracho y lo acompañaba... ¿Taylor? La madre de Meghan estaba con su padre. Sus sospechas eran ciertas. Aquella plástica mujer era la razón por la que papá siempre estaba fuera de casa.

—¡Rick, ¿qué es esto?! —preguntó mamá al verlos abrazados.

—Señora, lo que pasa es que... —dijo Taylor soltando al papá de Lluvia.

—¡Nada! Ahora ¡largo de mi casa!

—Gloria, por favor...

—¡HE DICHO LARGO!

—Amor... —decía papá aún borracho. —esto no es lo que parece...

—¡FUERA! —gritó furiosa y sin control lanzó la botella de vino que llevaba en la mano y logró darle a papá. A pesar de la oscuridad de la noche se lograba ver sangre emanando de la cabeza de Rick, el padre de Lluvia. Tanto alboroto despertó a Brad, el cual bajó enseguida y vio todo el desastre en la cocina. Logró calmar a mamá y mandarla a dormir a su pieza mientras Taylor se iba en su carro que horas antes no había arrancado pero para su suerte ahora funcionaba correctamente. Papá salió de la casa y Lluvia y su hermano fueron a la cama. Fue una larga noche. Lluvia no pudo dormir y cuando amaneció aún estaba despierta. No tenía ganas de ir al colegio, pero aún así lo hizo. Todo con tal de estar fuera de ese lugar donde la infidelidad, la mentira, las lágrimas y el alcohol reinaban. Esta vez iba seria, no se despidió de nadie y papá aún no volvía a casa. El día era largo en el colegio y ella tenía demasiado sueño. Luna, su amiga, lo había notado, y se acercó a ella fingiendo estar preocupada.

—Hey, ¿Qué te pasa? Tienes ojeras, pareces un panda.

—¿En serio? —preguntó algo preocupada Lluvia. —Dios mío, un día y ya tengo ojeras.

—Pero ¿qué pasó?

—Hay problemas en casa. Es una larga historia. —dijo sin ánimo.

—Oye, no estés así. Anímate, amiga. Mira, esta noche iré al carnaval que está a orillas de la cuidad. ¿Vienes conmigo?

—No... no estoy bien. —recordó todo lo sucedido en la noche anterior y se soltó a llorar mientras Luna se alejaba molesta por la respuesta negada de Lluvia.

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